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Foto: Facebook "Nietos por Amor"


Por: Jack Hurtado

Los medios de comunicación, en su mayoría, no se cansan de reportarnos el lado más vil de los humanos: las violaciones, las torturas, los genocidios, etc. Esto nos hace pensar en colectivo que «estamos mal», que hemos tocado fondo, que el ser humano ha llegado al más ínfimo de los estados. Sin embargo, muchos desconocemos, y es que casi nadie lo reporta, que existen personas que aún tienen como objetivo en sus vidas ayudar al indefenso, llevarle alegría al vulnerable, y quitar ese terrible enemigo de muchos: la depresión. ¿Qué sentido tendría tu vida si no ayudas a alguien en algún momento? Ellos existen.

Con mucho gusto puedo decir que he conocido gente formidable. He conocido gente maravillosa (extraordinaria, excelente, admirable, RAE). Ayer, compartí una tarde con los “Nietos por Amor”, un grupo de muchachos que pese a las obligaciones que cualquier jovencito (a) de su edad puede tener, y a los problemas o complicaciones –claro está-, vuelven intangibles sus sábados por la tarde y van a robarles sonrisas, quitarles la depresión, y demostrarle a los ancianitos la utilidad que aún tienen, y que pese al abandono en que muchos están sumidos, siempre existirá un nieto (a) que esté allí para demostrarle que no están solos. Ellos existen.

Pude ver cómo pintaban sus manos y se unían en un compromiso de inducción, se comprometían a no abandonar a los abuelitos, a ser constantes los sábados, a llegar puntuales y sacarle el máximo provecho a esas horas en que pueden compartir con los adultos mayores. Todos estaban felices, todos estaban contentos, no les pagan nada, nadie les reconoce nada. Y ellos tampoco buscan eso. Ellos buscan que el reconocimiento se le dé a los abuelos, que la gente se concientice de que existen estas personas en la sociedad, muy lejos, allá en los Barrios Altos, y en muchas otras partes del Perú están estos seres que viven a su suerte. Ellos existen.

Pude conocer historias increíbles como la de una pareja de invidentes que pese a los años y la ceguera están juntos: la abuelita velaba el sueño de su amado. También a Felipito, un ancianito que increíblemente te puede transmitir tantas cosas y sentimientos con el mover paulatino de sus ojos: el dilatar de sus pupilas te hacen sentir la fuerza de un sí, de un necesito cariño; y debo confesar que tuve que apretujarme los párpados para que no se me escapen las lágrimas cuando escuchaba a uno de los abuelitos reclamar la visita de sus familiares. Ellos existen.

Muchas son las historias que se viven en el Albergue San Vicente de Paul, muchas historias desconocidas por muchos ¿qué canal de televisión, prensa escrita, digital o radial muestra estos casos? ¿Para qué? ¿Vende? ¿Genera rating, genera portadas, genera clics? Nada. Estamos acostumbrados a ver el rollo farandulero de la semana, la cortina de humo del mes, o las atrocidades que cometen algunas ¿personas? a diario.

Pero no todo está perdido, existe un sector de la prensa que desde su tribuna, pequeña pero honrada se enfrasca en sacar estos casos a la luz, a mostrarle en texto o en videos la realidad que se vive, no puedes darte el lujo de decir que conoces los problemas de tu país si no has visitado a estos seres maravillosos.

Los nietos necesitan más apoyo. “Muy fácil es hacer voluntariado con niños, pero bien difícil es hacerlo con abuelitos” se escuchaba en el círculo de voluntarios que se comprometían con el proyecto. Necesitan que más personas, más jóvenes se unan al proyecto, se apliquen con ellos y le den unas horas de su sábado a estos adultos mayores, ellos se encariñan contigo, ellos preguntan por ti la semana siguiente, ellos te consideran mucho. Ellos existen, y ellos son maravillosos. Tú también puedes conocerlos. ¿No te quieres animar? Nos leemos más tarde.

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Por Spacio Libre

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