
Por: Jack Hurtado
@JackHurtado
Una niña de unos 3 años no sabía por qué su madre la apretaba contra su estómago; una señora de avanzada edad guardaba las golosinas de su quiosco muy apurada y con los ojos llorosos. El gas se expandió primero por toda la Av. Colmena y Abancay y todos huyeron a dónde sea, solo querían escapar de esa terrible sensación. Si bien fueron un grupo de manifestantes ligados al APRA los que iniciaron las bombardas, lanzaron palos y echaron pintura a la policía, la terrible represión de quién nos debe proteger no tiene justificación alguna.
La segunda y tercera bomba de la noche vino con más fuerza, la gente ya no sabía por donde ir, los muros entorpecían la huida. Madres, hijas, estudiantes todos descansaron un momento y volvieron con fuerza, con las lágrimas en el rostro, igual ellos volvieron. La Policía ganó terreno y los llevó de nuevo a Plaza San Martín, allí y en Plaza Dos de Mayo se organizaron los más de 20 mil manifestantes que exigieron sus derechos laborales, sí señor ministro del Interior, Daniel Urresti, sí, no fueron 2,000 ni 3,500, más de 20 mil personas se lanzaron a las calles y las tomaron, sí, por que siempre volvieron de nuevo.
Luego de la bombardeada de gas, muchos grupos se dispersaron y volvieron a la carga, cada uno por su lado. Por la Av. Uruguay, se tiene que decir que un pequeño grupo de unos cinco desadaptados iniciaba desmanes, prendían fuego a bolsas de basura y lanzaban palos a los autos que pasaban. ¿Se justifica ese vandalismo? ¿Qué culpa tienen las otras personas? Ninguna. Ellos amenazaban con ir hasta el Hotel Sheraton, felizmente nadie se unía a su descabellada idea, testigo de ello es el procurador anticorrupción Julio Arbizu que andaba por ahí. Minutos antes declaro: «La PNP está disparando al bloque, directo al cuerpo las bombas lacrimógenas. Eso puede causar heridos».

Otro grupo mayor se lanzó hacia el Centro Cívico, allí se desató el caos. La Policía literalmente cercó a todos. Por la Av. España o por Paseo de la República, no había manera de pasar. Muchos se quedaron casi secuestrados dentro del Centro Comercial Real Plaza y en las estaciones del Metropolitano durante el conflicto. Hubo un momento en que la represión y el gas de la policía llegaba más y la gente desesperaba, muchos se metían a tiendas cerradas sin saber que podían asfixiarse, otros saltaban como sea a los policías para escapar. Los perdigones sonaban cada vez con más frecuencia, estaban armados. Un joven encaró a un grupo de policías: «Cómo van a lanzarnos esto, nos pueden dejar ciegos», gritaba con un perdigón en la mano.
Sin embargo, eso no le importa nada al ministro, el asegura que son 16 policías heridos, incluso uno grave, pero por el contrario, «no hay ningún civíl herido». ¿Se puede lanzar una afirmación de ese calibre?, muchos desmayados eran cargados y detenidos por la policía, la Coordinadora Nacional de los Derechos Humanos denunciaba que no querían dejar pasar a un abogado para liberarlos.
De un momento a otro, Raúl Arriarán, fotógrafo de Diario Uno fue detenido; los celulares de los manifestantes desaparecían, muchos acusaban a la Policía de arrebatárselo. Urresti salió a decir que la PNP era la víctima y que los jóvenes estaban dejándose manipular. Además de los derechos laborales que todos defienden, la niña de 3 años que fue apretada contra el estómago de su madre tiene derecho a no ser gaseada; la anciana del puesto de golosinas también; los medios de comunicación que cubren la marcha, también; y los más de 20 mil manifestantes, claro que sí.
Si luego de la violenta represión policial y la gran acogida de esta cuarta marcha no se deroga la ley, ¿se está esperando que se pierda alguna vida? ¿Quién responde esta pregunta?
[…] hicieron correr a los manifestantes hacia la Plaza San Martín, mientras que otro grupo llegó hasta la zona del Centro Cívico, donde funciona un centro […]