Por Javier Contreras Martínez / @javiperiodismo y Enzo Alminagorta / @enzoalminagorta
7 de la mañana, Parque Central de Chosica, el día apenas inicia, muchos pobladores de la «Villa del Sol» deben transportarse a Lima, ya sea para trabajar o estudiar, se agolpan en el paradero ubicado en la Avenida Tacna (misma esquina del parque), en eso llegan los microbuses, algo desgastados, cobradores con media camisa afuera, que empiezan a llamar «¡2 de Mayo!» «¡Venezuela!» «¡San Marcos!» «¡Grau!» y las personas según su destino emprenden carreras para con suerte, ganar un asiento o al menos ir parado, por la necesidad muchos deben viajar temerariamente «colgados» expuestos a que en cualquier movimiento brusco, de esos en los que los «chosicanos» son campeones, quedar en el pavimento. Los cobradores siguen «jalando» pasajeros, y hacen algunas salvedades «voy directo, no paro Chaclacayo», «no hay medio», tampoco permiten que ancianas, mujeres embarazadas o adultos mayores suban «No hay reservado mamita» y si tienes paquete tampoco te permiten subir.
Al rato pasa otro micro, sus ventanas son polarizadas, y cuando se abre la puerta del cobrador se oye una estridente música a todo volumen que asusta a las personas, adentro hay jóvenes, y del paradero solo salen para subir a esta unidad jóvenes, el cobrador no hace ningún esfuerzo por llamar a pasajeros y saluda a los muchachos que suben al transporte, parecen hasta ser amigos, son los conocidos «faranduleros», del paradero una señora me dice «Joven, no se suba ahí, van a toda velocidad, no respetan el semáforo, adentro huele a cigarro y licor, el cobrador manosea a todas las chicas…», lejos de toda cucufatería son cosas inadmisibles en un transporte público.
7 de la noche, Plaza Bolognesi, los mismos estudiantes y trabajadores han tenido una ardua faena y se disponen a retornar a sus hogares, antes deberán emprender una nueva lucha con los «Chosicanos», a esta hora en el jirón Chota hay una larga cola de unidades cuyos cobradores llaman a pasajeros «Chosica por la Prialé, 5 soles sentado, 3 soles parado», la gente vuelve a emprender veloces carreras, si quieren ir sentados y (un poco) cómodos deberán pagar un poco más, si la economía no les permite tal «lujo» tendrán que viajar parados los 36 kilómetros que distan desde Lima a Chosica, aquí tampoco hay preferencial, ni medio, es un «servicio exclusivo» que durará solo hasta la salida de Huachipa, donde volverán a «jalar» a los pasajeros que se encuentran en la ruta, y según los propios pasajeros similar situación se vive en el Puente Santa Anita.
También hay de los que hacen el servicio «normal» y van por toda la Carretera Central, se paran en Bolognesi, Washington o Wilson y empiezan a «jalar» a los pasajeros que van a Vitarte, Ceres, Volvo, Santa Clara, Huaycán, Ñaña, entre otros… y empiezo a creer que los cobradores tienen algún encono hacia los estudiantes universitarios «No hay medio», es la frase que todos repiten obligando a los jóvenes a pagar pasaje completo o esperar otro transporte que acepte cobrarles lo que por ley les corresponde, otros anuncian que no cubrirán toda su ruta «Llego a Ceres» «Llego al parque de Chaclacayo» «Llego a la entrada de Huaycán», sostienen con absoluto desparpajo.
¿Se imagina usted, estimado lector, pasar por todas las peripecias antes narradas?, pues los habitantes de los distritos de la Carretera Central tienen que vivirlas a diario, y las denuncias no paran ahí, hay algunas que llegan a ser delitos que impunemente se repiten en los ojos de las autoridades.
«Mi nombre es Juana (así la llamaremos), vivo en Juan Velasco (Asentamiento Humano que es último paradero a donde llega una línea que cubre la ruta del «chosicano»), estudio en la nocturna porque en las mañanas ayudo a mi mamá en el mercado, una noche mientras volvía a mi casa me quedé sola en el micro porque los demás pasajeros se fueron bajando, el cobrador se acercó a mi asiento, me empezó a querer besar, me bajó la falda, intentó abusar de mi, como grité y opuse resistencia me tiró en medio de la pista, con mi mamá fuimos a la comisaría a denunciar, tomaron nuestras declaraciones, como no llegaron a violarme la cosa quedó ahí», atestigua con lágrimas en los ojos.
Otra persona que se apresta a declarar es una anciana de unos setenta años que encontramos en el paradero, no quiso dar su nombre, pero su testimonio da muchas luces «volvía yo de Lima, era como las 11 de la noche, por Santa María (urbanización situada en la entrada de Chosica) todos los pasajeros se bajaron, el chofer paró el auto y el cobrador dijo «baja mamita», renegando pero resignada porque suelen hacer estas cosas le pedí que me devuelva el pasaje pero se negó a hacerlo y me arranchó la cartera donde tenia todo mi dinero, se subió a su carro y se metió para el río, no lo iba a seguir, tuve que subir caminando hasta el parque», denuncia la sexagenaria.
Estas son solo 2 denuncias, 2 casos, de un universo que estamos seguros es mucho mayor, de una población sometida a un transporte inseguro, ineficiente, que siembra caos y desconfianza. Mas vale la pregunta ¿Quiénes se esconden bajo este paraguas llamado «chosicanos»? ¿Cómo hacen para evadir con tanta impunidad reglamentos esenciales del tránsito vehicular público?, son preguntas que con tan solo ver el panorama uno se hace.
No hay cifras exactas de los robos que suceden a diario en estos buses, pero sí de las numerosas infracciones que cometen y de la morosidad que mantienen en cuanto a las papeletas y es que los «chosicanos», se están aprovechando de las propias normas para dejar de pagar, porque en el tema no existe una legislación suficientemente clara y moderna que solucione estos problemas y porque además falta una autoridad única en la materia.
Hay que decir que la empresa «chosicano» no existe, utilizan este nombre todas las que recorren la ruta Lima – Chosica y que se diferencian por los colores que usan (verde, rojo, azul, plomo) y por sus paraderos iniciales y finales (Ricardo Palma, Santa Eulalia, Juan Velasco para la salida y Bolognesi, Venezuela o 2 de Mayo para la llegada), son 6 las empresas que hacen esta ruta, a saber: NUEVA ERA S.A , LIMA CHOSICA S.A , SARITA COLONIA S.A , ANTARES S.A , SANTA EULALIA S.A y 78 S.AC .
Durante la semana vimos los desastres que ocasionó Orión en su ruta, hoy exponemos las mismas desgracias que suceden en los buses conocidos como «chosicanos» ¿Qué esperan las autoridades para actuar? Tal vez que muera más gente, o que los buses «por propia iniciativa» se formalicen ¿Cuándo llegará la reforma del transporte a estas empresas neurálgicas en el sistema del transporte urbano, señora alcaldesa? Así como estas ¿Cuántas empresas más siembran el caos entre sus pasajeros?