Una mirada al nuevo Lugar de la Memoria
Visitantes en el ingreso al LUM / Foto: Francisco Pérez García (Spacio Libre)

Una mirada al nuevo Lugar de la Memoria

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«La muestra sin embargo, reconoce la imposibilidad de representar todo el dolor de lo ocurrido».

Con esta cita, el (por fin) inaugurado Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión Social (LUM) le da la bienvenida al visitante, al que sabe los detalles del conflicto armado vivido en el Perú entre los años 1980 al 2000 y también al que era un niño en esas épocas o a quienes nacieron en los 90. Estuvimos ahí y esta es una mirada de este espacio que busca ser un lugar de reflexión y de memoria colectiva, para no olvidar lo que vivimos y lo que no debemos permitir que se repita, bajo ningún pretexto.

Vista general del Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión Social / Foto: Francisco Pérez García (Spacio Libre)
Vista general del Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión Social / Foto: Francisco Pérez García (Spacio Libre)

Por: Francisco Pérez García (Texto y fotos)
@franco_alsur

Que si la muestra iba a ser resultado de una estrategia «caviar», que si la información iba a estar sesgada por las ideologías de izquierda para dejar mal parados a quienes hoy buscan llegar nuevamente a Palacio de Gobierno, que era algo para defender «como siempre» a los terrucos y olvidar a las gloriosas fuerzas armadas y policiales. Todo eso queda de lado apenas uno ingresa al LUM.

Y es que una de las cosas positivas de este nuevo espacio de reflexión y memoria en la capital peruana, que se venía cocinando desde el 2009, pese a que García Pérez no lo quería, es que la muestra es directa, impactante y nada parcializada. Hay momentos de la exposición diseñados para denunciar el inicio de la violencia subversiva, la respuesta del Estado, los crímenes de ambos lados y sobre todo la reacción ciudadana frente al fuego cruzado en el cual se vieron envueltos miles de peruanos.

Visitantes en el ingreso al LUM / Foto: Francisco Pérez García (Spacio Libre)
Visitantes en el ingreso al LUM / Foto: Spacio Libre

Es tan imparcial la exposición, que del arranque nos muestra un par de datos. El primero que es con el que abrimos este informe: la imposibilidad de condensar en tres pisos todo el dolor de la violencia vivida en esas épocas, que marcaron la pauta del devenir nacional. El segundo es la falta de consenso frente a la polémica cifra de víctimas del conflicto armado interno.

En este aspecto, en el LUM han coincidido en señalar dos cifras que no se contradicen entre sí: la planteada por la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) que habla de 62,980 peruanos muertos y desaparecidos y la cifra oficial del Registro Único de Víctimas (RUV) que hasta este 2015 revela que hay 31,972 peruanos identificados entre muertos, heridos y desaparecidos en el período de los años 1980 al 2000, sin contar las bajas de los grupos terroristas, lo cual, cierra -esperamos- una polémica argumental de los grupos antiderechos humanos.

LA MUESTRA, EL ARTE Y EL DOLOR REFLEJADO

Decíamos que el LUM está estratégicamente dividido en tres ambientes. Tres pisos donde el visitante puede reconocer fácilmente parte de la historia de violencia. Una ánfora electoral de los años 80 encerrada en un vitral, nos recuerda el inicio de la acción terrorista de Sendero Luminoso, cuando en Chuschi, Ayacucho en 1980 iniciaron su salvaje accionar quemando ánforas durante el proceso electoral que daría como ganador a Fernando Belaúnde Terry.

Foto: Spacio Libre

En esa misma sala, una línea de tiempo nos recuerda el inicio de estas acciones, los atentados más significativos de Sendero Luminoso (SL) y el MRTA,así como las acciones gubernamentales durante los regímenes de Belaúnde, Alan García y Alberto Fujimori, así como las acciones de guerra sucia de algunos elementos de las fuerzas armadas
que violentaron los derechos humanos de miles de peruanos.

La exposición permanente plantea la situación vivida en el país a partir de tres hechos representativos: el asesinato de los periodistas en Uchuraccay, la matanza de los pobladores de Putis a manos del ejército y el exterminio de la población Ashaninka por parte de SL y el MRTA.

Prendas de niños asesinados en Putis. Recuperadas durante las exhumaciones en la zona / Foto: Spacio Libre
Prendas de niños asesinados en Putis. Recuperadas durante las exhumaciones en la zona / Foto: Spacio Libre

Mediante registros fotográficos y testimonios audiovisuales elaborados por el cineasta Héctor Gálvez, el visitante puede escuchar de boca de los sobrevivientes y/o de protagonistas de los hechos, la difícil situación que se vivió en estos casos.

Un audio inédito del cabildo abierto realizado en Uchuraccay permite escuchar al escritor Mario Vargas Llosa, dirigirse a los pobladores de la zona como parte del trabajo realizado por la comisión investigadora de este caso.

En el caso Putis, la matanza perpetrada por miembros del Ejército, luego de «convencer» a la población de trasladarse a dicha zona para una acción cívica y donde los obligaron a cavar su propia tumba, diciendo que era una piscigranja. Se puede observar algunas de las prendas de los niños asesinados que fueron encontradas durante la
exhumación de las fosas. De igual forma se puede revisar el libro de registro de las víctimas y fotos del posterior entierro realizado más de veinte años después de este crimen.

En el caso de los Ashaninkas se resalta la formación de las rondas y el ejército ashaninka que enfrentó a SL y el MRTA, a pesar que la acción terrorista desapareció al 22% de esta población que sufrió
los embates de la acción subversiva.

Los visitantes pueden escuchar diversos testimonios de algunos protagonistas del Conflicto Armado Interno / Foto: Spacio Libre
Los visitantes pueden escuchar diversos testimonios de algunos protagonistas del Conflicto Armado Interno / Foto: Spacio Libre

AUDIOS QUE REMECEN

Sin duda, la parte más cruda de este espacio son las pantallas repartidas en un lugar de la sala donde el visitante puede escuchar los testimonios de personas que sufrieron las consecuencias del conflicto armado interno.

Desde «Mamacha» Angélica, la fundadora de la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú – ANFASEP, de Luyeva Yangali víctima del terrorismo, Freddy Ortiz, vocalista del grupo de rock Uchpa, expolicía que sirvió en la zona de emergencia, José Carlos Agüero hijo de padres terroristas y que ahora vela por la defensa de los derechos humanos, el excanciller José García Belaúnde que relata cómo fue el atentado contra su padre Domingo García Rada, expresidente del Jurado Nacional de Elecciones y otros más que reflejan las diversas aristas de los protagonistas de esta etapa de la historia nacional.

Imposible no acongojarse al escuchar estos testimonios y recordar que son parte de una situación que no debemos olvidar y que incluso debiéramos, casi como una obligación, hacer conocer a las nuevas generaciones, aquellas que son las que finalmente decidirán las elecciones en estos años.

Punto aparte en este espacio del primer piso, merece la cronología de la acción del terrorismo en el ámbito educativo y cómo la dejadez del Estado en este sector, permitió que la ideología sangrienta avanzara. Sin embargo, resalta también la acción estudiantil y docente que enfrentó esta lacra en los mismos espacios donde la radicalización y la violencia extrema actuaban sin pudor.

RESISTENCIA CIUDADANA Y CULTURAL

Subimos al segundo piso, un espacio dedicado a mostrar cómo la población confrontó, desde la organización de la sociedad civil y las expresiones culturales al terrorismo que intentaba meterse en todos los ámbitos de la nación.

Las expresiones culturales mostradas en este espacio, abarcan desde la artesanía, la pintura, la literatura, la poesía y sobre todo la música. Una galería audiovisual nos muestra las expresiones musicales en diversos géneros donde conviven Los Shapis, Chacalón, Leuzemia, Martina Portocarrero, Manuelcha Prado, Kaos, Narcosis, Pintura Roja y otros exponentes del huayno, el rock, la chicha y la trova, que expresaron en sus letras el sentir, la nostalgia, la pena
de la población abatida, pero también el espíritu rebelde, contestatario y confrontacional de una generación que se negaba a caer en las garras de una guerra que ellos no iniciaron.

La música como forma de expresión contra la violencia vivida / Foto: Spacio Libre
La música como forma de expresión contra la violencia vivida / Foto: Spacio Libre

En este segundo piso también se muestra el papel de los medios de comunicación durante esta guerra. El papel del periodismo sensacionalista que solo buscaba la nota roja, el primer plano de los cuerpos ensangrentados o de la torre derribada, versus el periodismo comprometido, que denunciaba, que investigaba y que dejó como saldo a varios periodistas que fallecieron en el cumplimiento de su deber, o cuando se convirtieron -por sus indagaciones- en una amenaza para los terroristas o para los agentes del Estado que actuaban de manera clandestina.

EXHUMACIONES Y DESAPARECIDOS

El corazón se le parte a uno al llegar hasta aquí. Un vitral en forma de urnas (o más bien, pequeños nichos de cementerio) guarda algunas prendas de algunos desaparecidos de los más de 15 mil que aún no son encontrados en el país producto de la desidia del Estado por implementar una política de búsqueda de desaparecidos.

La boleta de notas del universitario Martín Roca, las prendas de un militar desaparecido por los terroristas, calculadoras, llaveros, polos, casacas o cualquier cosa que recuerde al familiar que no está, al compatriota que como tú o como yo salió a estudiar o trabajar y fue desaparecido porque pensaban que era «terruco» o porque los terroristas lo consideraron un «soplón».

La boleta de notas de Martín Roca, universitario desaparecido por elementos de La Marina / Foto: Spacio Libre
La boleta de notas de Martín Roca, universitario desaparecido por elementos de La Marina / Foto: Spacio Libre
Los recuerdos de quienes no están / Foto: Spacio Libre
Los recuerdos de quienes no están / Foto: Spacio Libre

Una réplica de una fosa exhumada nos recuerda el trabajo pendiente en esta materia. Y nos recuerda también que al lado del cuartel Los Cabitos, en Ayacucho, hay un espacio para la memoria llamado La Hoyada que aún no es desarrollado como se debiera.

LA HISTORIA RECIENTE. LA CAÍDA DEL TERRORISMO, LA CANTUTA, BARRIOS ALTOS Y EL FUJIMORISMO.

También hay espacio para recordar el inicio del fin del terrorismo. Recordar la captura de Abimael Guzmán, hecha por la policía y no por el fujimorismo que busca ganar votos con esa falacia.

Y justo aquí el fujimorismo cobra protagonismo por los hechos perpetrados por el Grupo Colina: la matanza de Barrios Altos, donde hasta un niño de 8 años fue asesinado sin piedad, la desaparición de los 9 estudiantes y un profesor de La Cantuta.

La movida estudiantil contra el fujimorismo / Foto: Spacio Libre
La movida estudiantil contra el fujimorismo / Foto: Spacio Libre

Luego la caída del fujimorismo producto de la corrupción que siempre estuvo pero muchos no quisieron ver. La acción estudiantil desde el año 1997 que fustigó a la dictadura, los lavados de bandera en el 2000, la vergonzosa renuncia por fax, la huida a Japón, el retorno a Chile, la extradición, los juicios y las sentencias de un personaje que hoy se resiste a desaparecer de la agenda política.

INICIATIVAS DE MEMORIA

Antes de pasar al tercer piso, un mural con extractos de testimonios de las víctimas de violencia sexual no hacen sino recordarnos que el ultraje fue un elemento de sometimiento y coacción contra las mujeres por parte de los terroristas y de los agentes militares.

Extractos de testimonios de víctimas de violencia sexual / Foto: Spacio Libre
Extractos de testimonios de víctimas de violencia sexual / Foto: Spacio Libre

Extractos del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) nos recuerdan lo mucho que falta por hacer. Vale la ocasión de recordar a Carlos Iván Degregori uno de los comisionados de la CVR y quizá uno de los más agudos estudiosos de la violencia vivida en estos 20 años.

En el espacio del tercer piso, se muestran las diferentes iniciativas de memoria realizadas por organizaciones de familiares de las víctimas, también hay un espacio para recordar a los caídos de la policía y las fuerzas armadas que dieron su vida durante los enfrentamientos contra el terrorismo.

Equipos armados que fueron en muchas ocasiones a enfrentar a un enemigo sin conocerlo del todo, con la escasez de equipos que un Estado no pudo proporcionarles porque tampoco sabía cómo actuar.

El homenaje a los caídos de las fuerzas armadas y policiales / Foto: Spacio Libre
El homenaje a los caídos de las fuerzas armadas y policiales / Foto: Spacio Libre

FIN DEL RECORRIDO

Antes de salir al mirador del tercer piso. Ese que te permite ver el mar limeño y por qué no, pensar en todo lo que acabas de observar -y en nuestro caso recordar- uno se queda con la sensación de lo que dice a la entrada: que no se puede resumir todo el dolor y la indignación de lo que ocurrió en este país, que fue golpeado por el odio, la violencia y la incapacidad de un Estado que no supo cómo responder a esta novedad sangrienta. Que solo atinó a enviar a la policía como carne de cañón y luego a unas fuerzas armadas desconcertadas. Que propugnó la formación de grupos paramilitares como «Rodrigo Franco», «Escorpio» y «Colina». Con todo eso, igual uno se queda pensando en que falta algo más. No sabes qué… pero algo falta.

Confieso que esperé ver la muestra Yuyanapaq, las fotografías que revelan todos los detalles de esos 20 años y que están en la sede del Ministerio de Cultura. El LUM había sido construido para eso, pero por alguna razón no ha sido incluído aún.

Tal vez las presiones políticas, el afán de no quedar mal frente a un sector que insiste en que estas iniciativas de memoria colectiva son innecesarias, tal vez todo lo que pasó para que el LUM al fin esté en pie, la negativa de García, la movida de Vargas Llosa, su posterior renuncia, las idas y venidas generaron este espacio «políticamente correcto».

Al final de cuentas, allí está. Es un inicio interesante, ojalá que quien gane el proceso electoral el otro año no se lo tire de un plumazo, ojalá que más peruanos y peruanas visiten el espacio y se den un tiempo (hora y media aproximadamente) para conocer este lugar y llevar a sus hijos para que sepan lo que vivimos y como sobrevivimos (algunos) a esta situación.

El Lugar de la Memoria desde el mirador del último piso / Foto: Spacio Libre
El Lugar de la Memoria desde el mirador del último piso / Foto: Spacio Libre

DATOS

El Lugar de la Memoria está ubicado en la bajada San Martín en Miraflores, camino a la Costa Verde (Chequea el Google Map, aquí). Si vas por la avenida del Ejército desde Lima te puedes bajar antes del Complejo Deportivo «Niño Héroe Manuel Bonilla» (o después si vienes del sur) ahí hay un camino peatonal que lleva al ingreso.

Si vienes desde Chorrillos por la Costa Verde hay un acceso directo al estacionamiento antes de la subida San Martín. Si vienes de San Miguel tienes que seguir un poco más camino a Miraflores y dar la vuelta en «U».

La entrada es libre, y el horario de visitas es de martes a domingo de 10 am a 6 pm. No hay pierde, es un espacio interesante de visitar y conocer.

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