El Hay Festival -que se dió del 5 al 8 de diciembre- llegó a su fin, pero ha restaurado el panorama literario en Arequipa y descentralizado la escena cultural en Perú.

Por Marquiño Neyra
El festival contó con más de 50 eventos, en los que se encontraron un centenar de sustantivos intelectuales y artistas de todo el globo que cubrieron temas de cine, música, geopolítica, periodismo, ciencia, filosofía y, primordialmente, literatura. Escritores peruanos como Fernando Ampuero, Alonso Cueto, Santiago Roncagliolo, Jeremías Gamboa, Renato Cisneros, entre otros, estuvieron presentes.
El Hay Festival ha reavivado toda chispa de esperanza. Para Cristina Fuentes, directora del festival, fue un evento de ideas y literatura, donde se celebró de la palabra oral y escrita de mucha calidad de personajes en un lugar especial como el Centro Histórico de Arequipa.
El pasado sábado 5 de diciembre empezó el festival desde las 9 a.m. en la Casona del Centro de las Artes, Universidad Católica San Pablo, con un creativo taller de animación a la escritura, con la escritora colombiana de literatura infantil Luisa Noguera.
La tarde estuvo comandada desde las 4 p.m. por las palabras de Jeremías Gamboa, Gabriela Wiener, Claudia Ulloa y Ricardo Sumalavia en un conversatorio llamado: ¿Existe la literatura peruana? en la Universidad San Agustín.

Las opiniones estuvieron reñidas. La primera que despuntó fue la periodista Gabriela Wiener, quien aseguró que no hay una literatura peruana, sino muchas literaturas peruanas, y estas se forman de acuerdo a “un grupo de personas que comparten una determinada circunstancia”.
Jeremías Gamboa indicó que:
“la literatura no está fija. Hay literatura peruana, no sé si hay una, creo que hay muchas literaturas peruanas, creo que es algo que existe, sino no estaríamos aquí”.
Y, además, están determinadas por las influencias particulares de cada escritor que no necesariamente son nacionales, sino de experiencias individuales.
El ambiente se tornaba uniforme, pero el escritor cusqueño Jorge Vargas Prada desafinó: “La literatura peruana no va a existir hasta que la mayoría de las 47 lenguas sean valoradas. Es decir, que estas lenguas, sus expresiones y tradiciones respecto a la palabra no sean valoradas y entendidas como la literatura en castellano, mientras esto no se de la literatura peruana no va a existir”.
Pedro Llosa propuso un nuevo matiz y llevó la discusión acerca de la existencia de la literatura en el campo editorial. “La literatura peruana ahora está más cercana al mercado editorial”, apuntó.
El escritor Sergio Galarza resaltó si existe o no la literatura peruana a si existe la narrativa peruana. Pues precisó que en Perú existe un canon poético, pero no uno narrativo.
“No tenemos un cuerpo narrativo muy identificado, lo que hay más es una corriente narrativa que ha predominado que es el realismo. (…) ¿Cuál es el canon?, ¿Cuáles son las coincidencias y los gustos (de los escritores peruanos)?”, discutió.
Claudia Ulloa finalizó las exposiciones afirmando que la literatura peruana aún no tiene una forma definida. “Esta pregunta (¿existe la narrativa peruana?), va a seguir, no puedo tener una respuesta concreta, pero diría que sí existe (la literatura peruana), pero es algo que todavía no tiene una forma definida porque tiene muchos bordes, muchos colores, muchos matices y muchas lenguas”.
El moderador Ricardo Sumalavia cerró el debate precisando que en el Perú es difícil definir ese término.
“La pregunta es difícil y más difícil para nosotros aquí en el Perú, porque si hablamos de literatura peruana hay dos vocablos que se trasforman en arenas movedizas para empezar el mismo término de literatura que ha ido variando, pero también el adjetivo de peruana que lo hace peruana, qué o integra lo peruano. Hacia quiénes se está creando y hacia quienes se está dirigiendo. Es un terreno movedizo por una cuestión identitaria por un lado o por el otro”, consumó.
Al segundo día, domingo, Oswaldo Reynoso –en una conversación con Enrique Planas- comenta que no se daba uno de estos acontecimientos desde la última revolución de la cultura en Arequipa 1965, en la Casa de la Cultura y en el Teatro Municipal de esta ciudad, en donde recuerda a colegas como José María Arguedas y Sebastián Salazar Bondy, con los que debatió sobre la realidad y la novela ante un auditorio lleno. “Pensé que todo eso se había acabado… hasta ayer”, comenta sumergido por la memoria, el escritor de Los inocentes.
El lunes por la noche, en el Teatro Municipal de Arequipa, tras hablar de su oficio literario, el escritor escocés Irvine Welsh confesó algo fundamental: su país hasta ahora no perdona al Perú por haberlo vencido 3-1 en el Mundial de Fútbol Argentina 78 (un gol de César Cueto y dos del ‘Nene’ Cubillas). Luego confesó que ya no consumía drogas por un tema de edad, aunque se mostró interesado por el ayahuasca.
El chileno Alberto Fuguet compartió café y una amena conversación con Oswaldo Reynoso, lo cual generó un enigma en el autor: es increíble que un libro como Los inocentes no sea un clásico en toda América.
El martes, en el transcurso del día, el fotógrafo argentino Daniel Mordzinski detenía el ya caótico tráfico de la ciudad para armar sus característicos retratos de conjunto, reuniendo al medio centenar de autores convocados por el festival.
Momento de ocio de los invitados
El primer festival superó las expectativas. Fueron 15.200 personas, entre visitantes llegados de Lima, Cusco, Trujillo, así como países vecinos como Ecuador y Colombia, los que asistieron a la primera edición del Hay Festival.
Cristina Fuentes La Roche reveló que tanto el gobierno regional como fundaciones y empresas privadas confirmaron su apoyo a una nueva edición del Hay Festival el próximo año, siempre en la Ciudad Blanca.
“La idea era venir para quedarnos. Esta primera edición ha superado todas nuestras expectativas, así que, por supuesto, habrá un segundo Hay. Esperamos estar aquí por muchos años”, señaló.
Las dudas se difuminaron, pues se creía que el costo de 5 soles por entrada y la ausencia de Mario Vargas Llosa iban a menoscabar el festival. Pero funcionó.Además, el festival también puso a Arequipa en la órbita de editores, libreros y agentes literarios internacionales, personajes claves en la cadena de producción del libro.