A veces me veo en el espejo y me entretengo pensando en el origen de mis rasgos. ¿De dónde viene mi color? ¿De quién heredé esos ojos? ¿De quién es esta narizota? Mi nariz es grande como un pepino y el tabique adornado por un coqueto morrito que recuerda la nariz quebrada de los incas. Mis narinas son enormes y parecen las asas de una olla de barro. Es la nariz de mi abuela paterna, mi abuela indígena quechua hablante. Soy un indio como ella. (Fragmento de la crónica Abancay del libro «De dónde venimos los cholos»)

Por Marquiño Neyra
@AndyNeyraY
Marco Avilés es cholo. Es un dotado cronista que fue director de la mítica revista Etiqueta Negra, pero se autodenomina como pinche de cocina, porque quiere cocinar tan bien como sus hermanos mayores. Es cholo. Un cholo que a sus 38 años disfruta -al fin- de su «choledad».
Nació en la provincia de Abancay, en el departamento de Apurimac, y vino a la ciudad a los dos años luego de una tragedia familiar. Tuvo una infancia donde ya hacía uso de ciertas facultades periodísticas para ocultarse como si fuese una mosca en la pared. «Si es que tu físico o tu forma de hablar no evidenciaba tus rasgos indígenas, pasabas desapercibido y sobrevivías«, comenta. Aprendió a camuflarse para no pasar una de las etapas más crueles de la vida, en el lugar más traumático: el colegio.
Pasaron los años y llegó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, un lugar donde todos eran cholos y no tenían por qué hablar de eso. Mario Vargas Llosa cristalizaría en sus memorias «El pez en el agua», y Echenique en sus antimemorias «Permiso para vivir» -ambos de la UNMSM-, como una etapa en la que estudiaban con personas que lucían como sus empleados. Avilés sabía perfectamente que no tenía ningún reparo en destapar su descendencia andina ante personas de su misma condición.
Inclusive, en los tres años que trabajó en El Comercio no tuvo problemas, hasta que en un fin de semana cualquiera, en salida con sus amigos, le ocurrió algo que nunca olvidaría.
«Todo empezó cuando no me dejaron entrar a una discoteca», lamenta Avilés en el auditorio que tiene el nombre de otro cholo. «Me dijeron que era una fiesta privada. El de seguridad, que era otro cholo como yo, no me dejó pasar«.

Y fue así como surgió la idea de publicar «De dónde venimos los cholos», que es su segundo libro luego de «Día de Visita» que es sobre la vida íntima en la cárcel de mujeres Santa Mónica, en Chorrillos.
Jeremías Gamboa, escritor de «Punto de fuga» y «Contarlo todo», califica a Avilés como uno de los narradores más importantes de Latinoamérica.
«No parecen escritos sino esculpidos; parecen salidos de una piedra oscura y primordial a la que se ha castigado con tanta precisión, energía y concentración que se le ha arrancado toda su verdad y su luz».
El libro es un conglomerado de crónicas de distintos puntos del país, donde el escritor ha ido hilvanando cada historia con el fin de encontrarse a si mismo. Avilés confesó que nunca escribió porque le importasen en realidad los marginales, sino porque en cada historia, en cada comisión que realizaba iba encontrando algo de él en los hogares de sus entrevistados y comparaba esos ambientes con los de su infancia. Conocer sus historias era una forma de conocerse a sí mismo, de saber por qué se quedaron y no vinieron a Lima. ¿A dónde van los cholos?, ni él mismo lo sabe. Pero «De dónde venimos los cholos» es una fuente directa hacia los rincones, donde el narrador se pierde y nos sumerge en la historia. Es, sin duda, una lectura recomendable para todos los cholos, o no, que tenemos curiosidad por conocer más de nuestro país con una de las plumas más exquisitas.
EL DATO
Pueden encontrar el libro «De dónde venimos los cholos» en el stand 39 de Planeta en la Feria Internacional del Libro de Jesús María a S/.45.
Más textos e información de Marco Avilés en https://marcoaviles.com/.