Una crónica muy personal del Perú vs. Chile
Jugar con Chile, perdonen el chauvinismo, no es un partido más. Ganarle, un juego de eliminatorias, tampoco. Hacerlo, de la forma como lo hizo Perú esta noche en el Nacional de Lima, con una defensa que parecía una muralla y una volante que tocaba el balón como si se tratara de una ‘pichanga’ de barrio, mucho menos.
Ganó Perú, ante un Nacional en el que parecía que había muchas más personas, con un equipo que al fin defendió bien. Ramos y Callens recordaron que el primer mandamiento del defensa es que pasa “balón o jugador y nunca los dos”, así se tratara de Alexis Sánchez del Inter de Milán o del goleador de la segunda de Inglaterra, el área es sagrada y todo balón que caiga debe ser rechazado, alejado, despejado. Salir jugando, cuando tienes al frente a tamaños atacantes, no es una opción y, parece que, finamente nuestros centrales lo entendieron.
Mención aparte merece Pedro Aquino, en mi modesta opinión, el mejor jugador del partido. Un todoterreno que nos hizo no extrañar al ‘capitán del futuro’, estuvo siempre, en todos lados, quitando el balón, recuperándolo, molestando al atacante contrario, por momentos parecía que tenía el don de la bilocación, de poder estar siempre y llegar antes que el resto.

Aquino, titularísimo en el América de México del ex madridista Santiago Solari, debería ser un inamovible en el equipo bicolor, con Tapia o sin él, el pulmón demás que tiene le permite cumplir 90 minutos y correr como si el árbitro acabara de dar el pitazo inicial. No me imagino más al canterano de Cristal en la banca o relegado de la convocatoria, como en el pasado reciente, lo demostrado esta noche ante el clásico rival, es más que suficiente para que así sea.
Chile, por el contrario, cayó en la desesperación, el desorden y descontrol, acaso como nuestra selección en partidos anteriores. Tocaron el arco de Gallese en muy pocas ocasiones y, más bien, acusaron el golpe anímico de los goles peruanos. La frustración de no poder penetrar el área blanquirroja se agravó con el paso de los minutos, y la anotación de Peña le bajó el telón a un partido que, en los últimos 25 minutos, se convirtió en un monólogo de los dirigidos por Gareca que en varias ocasiones rozaron el tercero.
La víspera soñada
En víspera del 8 de octubre, esta vez la nave peruana no naufragó, la fragata del caballero de los mares salió airosa y los corsarios sureños tendrán que volver a su país con una derrota en el bolsillo. Esta vez no nos podrán quitar Arica ni Tacna, nosotros -prácticamente- les hemos arrebatado el pasaje a Qatar. Si acaso fue verdad aquel cuento de la ‘generación de oro’ chilena, ayer, en Lima, los goles de Cueva y Peña, pusieron el sello de su acta de rendición.
Jugar con Chile, ganarle a Chile, no es algo común, ni muchos menos un partido más. Quien diga eso, no ha sentido la blanquirroja en el pecho, cuando en el 97, en Santiago, pifiaron nuestro himno o cuando, en las pasadas eliminatorias, tras ganarnos, dejaron un ofensivo mensaje en nuestras paredes, por solo mencionar dos episodios de nuestra historia deportiva.
Chile es el clásico rival y a ellos, quiero ganarles siempre, en el fútbol, en la gastronomía, en el arte, en la literatura y en todos los ámbitos que sea posible. Que el abrazo victorioso se repita este domingo en La Paz y el próximo jueves en Buenos Aires, que esta selección ya nos demostró que, con orden, determinación y ‘chocolate’, todo, todo, es posible.