Desde el 2011, desde aquella marcha tras la primera vuelta, contra Keiko Fujimori, no se vio en las calles tal cantidad de gente en los últimos años en una marcha. Te contamos los detalles de la movilización de este 5 de abril contra el fujimorismo personificado en la hija del exdictador.
Francisco Pérez García (Texto y fotos)
@franco_alsur
Ni los psicosociales del supuesto golpe, ni los pronósticos (casual ¿no?) de los fujimoristas argumentando que iba a existir brotes de violencia, pudieron amilanar a las más de 40 mil personas que se dieron cita desde las 5 de la tarde en la Plaza San Martín.
Unidos a una sola voz, desde las 6:30 de la tarde, colectivos universitarios, asociaciones, organizaciones gremiales y personas que fueron por su cuenta, transitaron por las principales calles del centro de Lima.
Portando pancartas alusivas a la causa, rechazando el gobierno de Alberto Fujimori, recordando el golpe del 5 de abril de 1992, y las razones por las que Keiko no debería ni siquiera postular, la marcha se abrió camino por la avenida Nicolás de Piérola (ex La Colmena) para llegar hasta el cruce de Wilson con Tacna y dirigirse hasta la avenida Uruguay.
Los carteles cada cual más creativo, recordaban diversos momentos de la dictadura fujimorista: los crímenes de La Cantuta y Barrios Altos, la existencia del grupo Colina, las esterilizaciones forzadas, entre otros. Además de los estudios de Keiko y sus hermanos, cuyos pagos hasta hoy no han sido aclarados.
«Keiko No Va», «El pueblo consciente, no elige delincuentes» eran algunos de los cánticos entonados por los ciudadanos que se dirigían por la avenida Alfonso Ugarte rumbo a la Plaza Bolognesi para tomar el Paseo Colón.
Precisamente en ese lugar, en la sede de Vamos Perú, movimiento integrante de la Alianza Popular y frente a un enorme cartel con la cara de Alan García, los marchantes recordaron la relación, la alianza tácita entre el aprismo y el fujimorismo que los ha mantenido vivos políticamente hasta hoy.
Al llegar a la Plaza Grau camino hacia la avenida del mismo nombre, se hizo un breve homenaje a las representantes de los familiares de los desaparecidos, provenientes de Ayacucho, quienes al grito de «la sangre derramada, jamás será olvidada» recordaron las muertes perpetradas por el régimen de los Fujimori.
De la avenida Grau, pasamos a la avenida Abancay para dirigirse nuevamente a La Colmena para llegar al punto final de la marcha en la Plaza San Martín.
En La Colmena, la movilización hizo una escala en la sede del Jurado Nacional de Elecciones, para recordar al grito de «Jurado electoral, vergüenza nacional», el lamentable papel realizado por este tribunal que le perdonó la vida a Keiko Fujimori al mantenerla en la carrera electoral a pesar de existir pruebas consistentes que demostraban la entrega de dinero por parte de Keiko Fujimori a través de sus candidatos y simpatizantes.
AHORA QUE DIGAN QUE SOMOS MINORÍA
Como una enorme ola (una verdadera, no una morada ni otra de promesas) la marcha, resguardada en todo momento por un fuerte contingente policial, fue ingresando a la Plaza San Martín, donde un nutrido grupo los esperaba para iniciar el mitin que el alcalde de Lima y aliado de Fujimori, Luis Castañeda, quiso impedir con leguleyadas y tecnicismos.
Ahí se podía apreciar como la marcha que volteaba la avenida Abancay y seguía de largo varias cuadras ingresaba dando uno de los mejores espectáculos que la lucha contra el fujimorismo haya dado.
En la plaza, escenario de ciento de gestas democráticas, los manifestantes corearon cánticos, dieron discursos, recordaron las funestas acciones del fujimontesinismo y se unieron para gritar «por justicia y dignidad, Fujimori Nunca Más».
Luego la fiesta, la música consciente que llegó para seguir recordando que nos queda mucho por hacer. Que no importan los absurdos psicosociales, que no interesa que crean que nos movilizamos por dinero (como suelen hacer los seguidores del fujimorismo populista), que nos acusen de terroristas, de resentidos.
Solo importa que estemos donde estemos, siempre estaremos ahí para recordar, para no dejar que nos borren la memoria, que nuestros hijos recuerden por qué el fujimorismo fue tan nocivo para la democracia y que sus efectos aún los vemos en nuestra sociedad.
No importan los insultos. No importa si al final la señora Fujimori llega a la presidencia (lo cual, sinceramente esperamos que no pase) ahí estaremos para gritar, para tomar las calles y decir que no tenemos miedo y que la lucha, 24 años después continúa y seguirá. Por eso «Keiko No Va. Fujimori Nunca Más».
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