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Por: Carlos E. Flores (*)

Desde 1996, tanto la Comunidad Andina de Naciones (CAN) como la Unión Europea (UE) han buscado una serie de acercamientos. Sin embargo, hace cinco años han empezado a tomar forma y avances. Hasta el momento se han realizado tres rondas de negociación entre ambos bloques.

31 países están en negociación. Son cuatro de la Comunidad Andina de Naciones y 27 de la Unión Europea. Los equipos negociadores prefieren llamar a estas negociaciones “Acuerdos de Asociación”. Esto porque se han definido tres ejes que, según afirman, los diferencia de un Tratado de Libre Comercio (TLC) común: el comercial, el de cooperación para el desarrollo y el de diálogo político. Sin embargo, para muchas organizaciones sociales se trata de un TLC con la Unión Europea.

Esta suspicacia se centra por el énfasis en el plano comercial por donde van las negociaciones. Y esto hace sospechar que temas como los enfoques de pobreza, igualdad e inclusión social – que implican políticas públicas – puedan, tal vez, estar subordinados a compromisos comerciales. Suspicacias que se generan cuando la información cae también a cuentagotas, ya que en las rondas de negociación no se buscan mecanismos para que las organizaciones sociales no se encuentren mas “en el cuarto de a lado” mirando el proceso, sino buscando maneras para que sus propuestas pueden articularse en las mesas de negociación.

Ahora otra suspicacia viene del lado de la Unión Europea. Los Ministros del Interior han aprobado una norma llamada “Directiva del Retorno” que de entrar en vigencia expulsaría a ocho millones de migrantes en situación irregular de los países miembro de la UE. Queda aún una última instancia, el Parlamento Europeo, que verá el tema la próxima semana. Por este contexto se refuerza la idea de que el llamado “Acuerdo de Asociación” tiene un marcado carácter comercial.

Hay que tomar en cuenta que Ecuador y Bolivia, sobre todo el primero, han sido muy exigentes en incluir en las negociaciones consideraciones valiosas sobre la movilidad de las personas. Es decir, en buen cristiano, han metido la agenda de migración a los acuerdos. De momento hubo buena aceptación por parte de la UE cuando se realizó la V Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, El Caribe y la Unión Europea celebrado en Lima – Perú, en la quincena de mayo. La IV Ronda será entre el 07 al 11 de julio en Bruselas, capital de Bélgica, y de entrar en rigor la llamada Directiva del Retorno podría tensionar el proceso.

De miras a la IV Ronda de Negociación, un escenario que se podría producir es que los niveles de exigencia se eleven. Es decir, que tal vez, entre en fórmula el planteamiento de tener como base de negociación los TLC’s firmados con Estados Unidos por parte de algunos países, como Perú o en avances como Colombia. De ser así, sería otro factor de presión considerando que Bolivia y Ecuador no han firmado ese tipo de acuerdos comerciales con EEUU, y todo indica que por un asunto de enfoque político tales procesos son imposibles de realizarse.

El Perú ya tiene un TLC aprobado con la Casa Blanca listo para entrar en vigencia probablemente en el 2009. Hoy están en fase de implementación. Colombia no pudo concretar el acuerdo con EEUU, aunque aún está en compás de espera y lejanas, al parecer, las probabilidades que se concrete; no obstante, Colombia esperaba un acuerdo de esta magnitud luego de mostrar adhesiones a Estados Unidos y haberse “peleado” con sus vecinos latinoamericanos al establecer, apoyar y defender políticas de seguridad de inspiración norteamericana en su lucha contra las FARC.

Hay que anotar finalmente que al interior de los países andinos, este proceso de negociación pone a prueba la estabilidad de la CAN. Ecuador y Bolivia han sido más serenos y exigentes en plantear mejores equilibrios comerciales y poner atención a puntos sensibles como la Propiedad Intelectual, el de compras públicas y servicios. Sin embargo, Perú y Colombia apuestan por una firma que cierre ya el proceso.

Para Perú un acuerdo ya firmado significaría en aspiraciones comerciales mayor inyección de capitales; a Colombia, ante la ausencia de un TLC con EEUU, le permitiría dinamizar su economía. Por eso es que en este proceso de Acuerdo de Asociación se habla de “velocidades diferentes” y de un “marco flexible” que significa que cada país andino pueda adherirse a cualquiera de los tres ejes de este Acuerdo, según sus ritmos y aspiraciones. En ese aspecto, la Unión Europea ha dado señales de flexibilidad a fin de hacer negocios con los países andinos.

El piso se le mueve a la Comunidad Andina de Naciones. Perú ha descartado salir del bloque, una tentativa que no es nueva ya que en determinados momentos, que ha colisionado con aspiraciones comerciales, ha puesto en baraja su retiro del bloque. Evo Morales ante el impacto que la Directiva del Retorno pueda producir, en carta pública, ha dicho que se puede bloquear las negociaciones con la UE, y ante las visiones políticas diferentes que existen al interior de la CAN, ha dicho: “si los presidentes no nos podemos poner de acuerdo (sobre el Acuerdo de Asociación con la UE) ¿porqué no hacer un referendo en la región?”. Cada país andino lanza su carta de acuerdo a sus visiones y aspiraciones comerciales. Mientras tanto, las organizaciones sociales miran con atención el proceso, aún en “el cuarto de a lado”, y el proceso de integración tambalea cuando de negociaciones comerciales se trata.

(*) Responsable de la Producción Informativa de ALER (www.aler.org)

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