
“La indiferencia es el principal obstáculo que tengo que vencer”
Por: Katherine Alva / @KathiAlva2303
Jorge Luis Gómez Román (43) se convirtió en una persona con discapacidad hace 6 años por una enfermedad desconocida que lo atacó repentinamente y lo detuvo en el tiempo para luchar por su vida. En esa batalla, se demostró que él fue más fuerte que cualquier enigma médico y ahora más fuerte que la indiferencia e incomprensión.
Cuando lo conocimos, nos cautivó su optimismo y sus ganas de hacer una vida como la de antes: sana, llena de adrenalina y siempre con proyectos en la mente para desarrollar pese a que ya no puede caminar sin la ayuda de su fiel andador por una deficiencia en sus piernas.
Esas innumerables actividades que Jorge quisiera realizar con todo derecho, le resultan más difícil no sólo por su situación sino por la desidia de las autoridades al no dar las facilidades para que él y otras personas con discapacidad puedan desarrollar sus labores con normalidad.
A toda marcha
Motivados por el ímpetu de mostrar todos los obstáculos que se anteponen a las personas con discapacidad, Spacio Libre decidió hacer un recorrido a bordo de la camioneta adaptada que Jorge conduce con total destreza, desde La Molina, distrito donde él vive, hasta Surco.
No tuvimos que terminar una cuadra para ir detectando calles y avenidas sin rampas, pues si las habían no cumplían con las medidas establecidas en el Reglamento Nacional de Edificaciones. Ni con ayuda de otra persona resultaba una tarea sin riesgos manejar una silla de ruedas en esas condiciones.
Hasta en las instituciones del Estado
Conforme dejábamos atrás una irregularidad más grave que otra, sosteníamos en el camino una charla donde predominaba la indignación al contarme que tuvo que suspender sus sesiones de terapia física en uno de los hospitales más grandes y antiguos de Lima, el conocido Edgardo Rebagliati, porque no contaban con un estacionamiento reservado para las personas con discapacidad.
Para él fue un gran alivio adquirir un carro que pudiera manejar sólo con las manos. Experimentó una gran sensación al recobrar su independencia a la hora de movilizarse, pero se dio con la ingrata sorpresa de que en ese nosocomio, no le permitían estacionar su vehículo dentro de las instalaciones de Terapia y Rehabilitación física, mientras otros pacientes que no padecían de ninguna limitación lo hacían a vista y paciencia de todos.
Según los vigilantes del Rebagliati, sólo tienen acceso los vehículos para dejar a los pacientes y luego deben retirarse. ¿Alguien pensó en las personas discapacitadas que conducen su propio vehículo? ¿Qué facilidades les dan?, si consideramos que el área de terapia física está en el sótano y el parqueo en el primer nivel a varios metros de distancia.
Según las normas técnicas del Reglamento Nacional de Edificaciones, los estacionamientos preferenciales se ubicarán lo más cerca posible a algún ingreso a la edificación y en el mismo nivel. En el Rebagliati no. Si eres discapacitado y no tienes a alguien que conduzca por ti debes sacrificar la oportunidad que tienes de mejorar.
Por otros lado, en los establecimientos privados, sí existen por ley estacionamientos reservados pero lo que no existe es el respeto. Cuando en nuestro trayecto Jorge quiso realizar una transacción en el Banco de Crédito de La Molina los lugares destinados para él estaban ocupados. Esperamos varios minutos sin saber qué hacer, cuando de pronto una joven mujer sin ningún problema sube a su vehículo sin reparar en la grave falta que cometió y que ningún vigilante o policía sancionó.
Jorge Luis tiene la suerte de que su trabajo y sacrificio de varios años, le permitieran comprar un carro. Pero qué pasa con la gente que no tiene el dinero para subir a un taxi, en nuestro país es imposible viajar en un microbús o una combi si usas una silla de ruedas o una andador, hasta a los invidentes que no tienen más que su bastón, los ignoran y se pasan de largo con total desfachatez.
Ni en “Friday´s”
Ni los viernes y menos los otros días de la semana, se les ocurrió a los administradores de este conocido restaurante ubicado en pleno corazón de Miraflores, construir un baño en el primer nivel de este recinto que opera desde 1997 en este mismo lugar. Esta sede fue la primera en construirse en el Perú y pese a ser un símbolo no se interesa en brindar una buena atención a cabalidad.
Ni que Jorge apuntara su queja en el libro de reclamaciones impulsó a que se haga una remodelación del lugar. Cuando él quiso usar los servicios higiénicos tuvo que subir los innumerables escalones hasta el segundo nivel para luego serpentearse entre las mesas que tuvo que pasar hasta el extremo donde estaba el baño.
No hagamos que la indiferencia y la falta de empatía se apoderen de nosotros con este tipo de conductas e irregularidades. No sólo hay que promulgar leyes, hace falta controlar su correcto cumplimiento, en el caso anterior la Municipalidad de Miraflores deja en evidencia la falta de fiscalización en los locales que operan en su jurisdicción.
No hay desarrollo cuando no hay inclusión. Comencemos por ponernos en los zapatos del otro al imaginar que estamos en su situación. ¿Qué difícil, no?
A continuación un reportaje que pone al descubierto las falta de facilidades que brinda el Hospital Edgardo Rebagliatti a las personas con discapacidad.
Reportaje: Katherine Alva y Jack Hurtado
Tomas de Apoyo: Paola Mendieta.
