
Por: Jaime Canicoba / @Canicoba307
Como me lo indicó el señor Carlos Arce, él es el segundo residente más antiguo, siendo los primeros en haber llegado el señor Daniel Baluarte y su esposa Flor Sáenz. “De todos los que están acá son los únicos que me anteceden. Daniel y su esposa son fundadores”, me comparte con orgullo don Carlos.
Daniel Baluarte me cuenta con felicidad que lleva 54 casado con el tesoro de su vida. A pesar de que sus 83 años crean cierta confusión en su habla, no me presenta ninguna molestia en absoluto y logro entenderle en un modo totalmente subjetivo, con la ayuda de la señorita Pantoja y de su Flor. Con una sonrisa me imparte sabiduría, enseñándome que para todo en la vida la preparación es algo muy importante.
Entre risas, don Daniel expresa por unos segundos que ya no puede hacer nada y es desmentido inmediatamente por María y Flor, quienes le mencionan sus habilidades en el baile – “ah entonces me voy yendo” les corta, con las consecuentes carcajadas – y en los juegos de casino, donde él mismo enfatiza que no le gusta hacer trampas.

Toma la palabra ahí doña Flor, relatándome cuánto le chocó al principio su llegada al albergue hace unos 22 años, ya que ellos vivían en el nivel de clase media. Cuando su esposo se quedó sin trabajo y enfrentaron vicisitudes varias, una amiga se les presentó como “ángel de la guarda”, informándoles de la existencia del hogar, que en ese entonces daba asilo especialmente para matrimonios.
Desde entonces viven en el “Sagrada Familia”, el cual consideran una casita, un techito con una directora que para ellos es un ángel con sencillez, amabilidad, generosidad, siempre pendiente de ellos. También indicó tener recuerdos bastante bellos de las anteriores directoras, las señoras Guadalupe y Bustamante. Flor agradece a Dios por su hogar, donde día a día ella y su Daniel aprenden a convivir con los “hermanos”, teniendo todos diferentes caracteres que resultan en ocasionales asperezas, como en todas partes, que se deben limar y sobrellevar.
