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Se viene el 8 de octubre. Un aniversario más donde se conmemora el accionar del Almirante Miguel Grau durante el Combate de Angamos, en la Guerra con Chile. Nuevamente, el debate se abre sobre la importancia del héroe en la historia peruana. Si su accionar fue una muestra de valentía o simple arrojo personal. En esta columna, el autor busca acercarse un poco a la mirada que hay sobre el denominado «Caballero de los Mares», tanto en nuestro país como en Chile.

¿Se despinta nuestro héroe? / Diseño: Luis Pacheco
¿Se despinta nuestro héroe? / Diseño: Luis Pacheco

Por: Luis Pacheco Quispe
@LuisPachecoQ

Publicado originalmente aquí

Leer que Miguel Grau está entre los cinco héroes de mayor reconocimiento en la historia de América o que Piura cambiará su nombre por Grau o que el Huáscar regresará a Perú para conmemorar los 137 años del combate de Angamos, son ‘noticias’ que a muchos les pondría el pecho como de palomo en danza de apareamiento, pero no. ¿Una cruzada de valores auspiciada por Telefónica? Tal vez, esa es la razón por la que el peruano apunta hacia la esquina opuesta, driblea la situación frente a su historia. Al peruano lo distraen – por no decir algo que no me corresponde – con muchas otras cosas.

¿CUÁNTO SABEMOS DE GRAU?
Miguel Grau Seminario es, tal vez, el héroe peruano con mayor reconocimiento y también uno de los más olvidados o, en el mejor de los casos, desplazados. Me refiero a que ese saber nuestra historia se limita a lo que nos enseñaron en los primeros años escolares. El interés por conocer más, sobre Grau y otros héroes, huye temeroso y se esconde detrás de una máscara gastronómica.

Para Juan Trigueros, psicólogo y especialista en gestión de capital humano, a los peruanos “Nos falta contrastar la información que tenemos sobre nuestra historia. Faltan ganas de querer informarse, una necesidad personal de hacerlo. El internet no lo es todo; existen bibliotecas o salir a buscar gente que sepa del tema. Así socializamos e intercambiamos ideas”.

El mejor homenaje que podemos darle a Grau y a todos nuestros héroes es conociendo nuestra historia. Lo escuché de Gabriel Rivadeneyra, difusor cultural, cuando narraba una que otra curiosidad de tal o cual avenida de Lima. Conversamos y me contó que, poco antes de empezar oficialmente la guerra con Chile, Grau fue diputado, o sea, era marino retirado y dejó su curul para luchar por el país. “Hubo un tiempo que en el Congreso, antes de empezar la sesión, el presidente nombraba a Grau y todos decían: ¡Presente!”, añadió el ‘historiador en los buses’.

EN CHILE RESPETAN A GRAU
Si bien es cierto, en todas partes del mundo se ‘adorna’ la historia, se exageran y mitifican personajes – aquí, en México o en Chile – para el profesor Rivadeneyra, lo mejor es leer y contrarrestar nuestra propia historia y así la valoraremos más. “La diferencia entre el héroe y el valiente es que todo héroe es valiente, pero no todo valiente es héroe. Grau sabía que iba a morir, Bolognesi también. Ese es el valor que los eleva. Hasta hoy, en Chile se respeta mucho la acción de Grau; de las trescientas víctimas que hubo ese día, el almirante rescató, con el Huáscar, alrededor de cincuenta chilenos”, añade el especialista.

“El mejor homenaje que podemos darle a Grau y a nuestros héroes es conociendo nuestra historia”, señala Rivadeneyra / Foto: Luis Pacheco.
“El mejor homenaje que podemos darle a Grau y a nuestros héroes es conociendo nuestra historia”, señala Rivadeneyra / Foto: Luis Pacheco.

VOLVAMOS, PERÚ ES PERÚ

La figura de Grau aparece de formas camaleónicas en nuestro querido país; se adapta, se transforma, cambia, muta. Trigueros resalta que Grau, comercialmente, está presente en la mente del peruano como un símbolo de caballerosidad. Y hasta eso se está perdiendo.

Julio Hevia, psicólogo y ensayista peruano, en su libro ¡Habla, jugador! Gajes y oficios de la jerga peruana, explica: “Existe un insospechado tránsito de caballero, palabra vinculada íntimamente al honor y el de un personaje entrañablemente adherido a su defensa. Hoy, caballero está conectado a unos discretamente realistas o poco honrosamente oportunistas…la actual vigencia de caballero remite a una estrategia de retiro: arrancarse, zafar, desaparecer, borrarse, quitarse”.

El actuar del peruano añade una cuota de ingenio histórico y por eso al perder debe ser caballero, no más. Así encontramos una justificación para la derrota, una suerte de abandonar la lucha con la frente en alto, de perder con dignidad. Trigueros añade: “No pierdo porque soy malo o no sirvo para eso, sino que el otro es mejor que yo. Y así se podría justificar las pérdidas en las guerras. Nuestra historia no es de guerreros, no somos bélicos, no destacamos en militarismo. Y es difícil aceptar eso”.

A HUASQUEARSE POR EL HUÁSCAR
Los trofeos de guerra representan mucho en la milicia de cualquier país. Socialmente, hasta una banderola puede valer más que la vida – en las denominadas barras bravas sucede con normalidad– y su posesión se haría notar. ¿Qué pasaría si usáramos esa energía para recuperar algunos valores perdidos? Grau tenía sus valores muy claros y puso énfasis al decir: “Si el Huáscar no regresa triunfante al Callao, tampoco yo regresaré”. Esto es válido en viceversa y pienso que deberíamos respetar su decisión.

Monitor Huáscar en miniatura, Concepción – Chile / Edición: Luis Pacheco
Monitor Huáscar en miniatura, Concepción – Chile / Edición: Luis Pacheco

Aunque la mayoría de peruanos cree que el Huáscar debe estar nuevamente en nuestro mar – moción impulsada por cincuenta congresistas en junio de 2016 –  la realidad es cruel para esas ilusiones. Ya pasó. Ya fue. La historia no se puede cambiar. ¿Cómo estaría el Huáscar si estuviera por aquí? Según Trigueros: “Si el Huáscar estuviera por estos lares sería visitado los 8 de octubre, tal como sucede con el buzón de Santa Rosa, que es visitado todos los 30 de agosto. El resto del año estaría abandonado”.

Además, la manera de conservar lo nuestro está por debajo del promedio. Para el profesor Rivadeneyra: “Los monumentos como la ‘Diosa de la Victoria’, en la Plaza Dos de Mayo y el mismo monumento de Grau, en la plaza que lleva su nombre, son de bronce. Pero aquí, en Perú, están recubiertas de pintura para no despertar el interés de los ladrones”, concluye.

Creo que si la guerra con Chile fuese hoy, Grau no va. No por temor, imposible. Las guerras cambiaron y el amor a la patria es diferente. Ahora son los intereses económicos y políticos los que juegan un papel más determinante.

El interés por nuestra historia debería ser alimentado para que las generaciones futuras sean sólidas socialmente. Hagamos lo de Grau en Angamos. Hagámoslo por el Perú.

En este enlace verás lo que piensan los peruanos sobre este tema.

Sobre el autor

Por Luis Pacheco Quispe

Escribo un poco de lo que sucede mientras no toco con mi banda o estoy con mi cámara haciendo fotografías. Soy víctima de mis culpas y quisiera tener paciencia con los políticos y faranduleros. Amo a mis mascotas porque sé que ellas me aman.

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