
Por: Renzo Silva / @Renzooo92
La salud mental de las mujeres afectadas por la violencia política y la lucha terrorista es un tema sensible al cual el Estado y sus distintas autoridades esquivaron con una mirada hacia abajo. A pesar del transcurso de los años, las secuelas emocionales en estas mujeres violentadas aún siguen intactas y es ínfima la ayuda especializada que reciben. Este fue el punto raíz de un proyecto de la ONG Manuela Ramos cuyos resultados fueron presentados en el seminario “Ni sus cuerpos ni sus mentes olvidan: Atendiendo la salud mental de las mujeres”.
Este arduo proyecto se basó en la ayuda -por parte de especialistas- a las mujeres violentadas de los distritos de Haquira, Chalhuahuacho y Tambobamba, los cuales pertenecen a la provincia de Cotabambas (Apurimac). Durante 8 meses se planteó la ayuda a través de distintas técnicas y trabajos en grupos para atender así la salud mental de las mujeres, enfocándose en la salud mental comunitaria.
Este proyecto tuvo una intervención exitosa en aproximadamente en 10 mil pobladores entre los tres distritos de Cotabambas. Hay que resaltar que cuando comenzó tal estudio no se había cumplido a totalidad la ayuda del Estado hacia las victimas de violacion tras el conflicto interno armado, lo cual fue parte de la sentencia de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) dictaminada hace nueve años. Sin embargo, esto fue aprovechado por la agrupación Manuela Ramos y la Maestría en Psicología Comunitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú para hacer más notable que con unos meses de ayuda se puede generar un cambio en el estilo de vida de no solo en la mujeres violentadas sino de las comunidades.

Entre algunos de los resultados se encuentran que las participantes víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado han elevado su bienestar emocional, mejorado sus relaciones interpersonales y liderando la reconstrucción del tejido social de su comunidad gracias a la intervención en salud mental comunitaria.
También se reveló que las comunidades participantes -en particular las organizaciones de las mujeres- han fortalecido sus capacidades, sensibilizando así a la comunidad en conjunto y a las instituciones locales acerca de la problemática de violencia contra la mujer. Cabe indicar que en algunos casos se generaron compromisos que impulsan la sostenibilidad de las intervenciones.
Asimismo, otro resultado es que el proyecto ha logrado desarrollar de forma integrada los siguientes tres componentes: módulos, trabajo de campo supervisado y grupos de autoayuda. Todos estos elementos han sido calificados por parte de los participantes como medios generadores de cambio.

Un resultado a resaltar es que los participantes han cambiado positivamente su estilo de comunicación y su incremento de capacidad para el trabajo de equipo, rasgos que han sido aplicados en su ámbito familiar y laboral. El proyecto también desencadenó la creación de dos servicios necesarios en estas zonas afectadas: Centro de Emergencia Mujer y Centro de atención para las víctimas de violencia.
Desde Spacio Libre saludamos la realización de este proyecto, el cual sea la base para futuros estudios en distintas comunidades que sufrieron del conflicto armado interno y -especialmente- viendo el caso de las mujeres violentadas. Además, reprochamos la poca participación del Estado en este tema, habiendo pasado 9 años tras el informe del CVR, distintos presidentes y autoridades que no fueron competentes en solucionar este latente problema. Esperamos desde esta trinchera que el actual gobierno se interese y comience la ayuda especializada para estas victimas, ya que aún se registran 2 mil 990 mujeres afectadas por violencia sexual que siguen esperando una reparación.
