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En un país que está posicionado entre los veinte del mundo con más agua dulce pareciera difícil que enfrente problemas por la escasez de este recurso. Sin embargo, este dato oculta una compleja realidad donde la geografía, el cambio climático y la minería consumen el agua que tenemos.

Cuenca Chancay - Lambayeqye / Foto: Autoridad Nacional del Agua
Cuenca Chancay – Lambayeqye / Foto: Autoridad Nacional del Agua

Por Redacción Spacio Libre/ @spaciolibre (con información de Cooper Acción)

El informe elaborado por las investigadoras Ruth Preciado y Carmen Álvarez, “Gobernanza del agua en zonas mineras de Perú: Abriendo el diálogo» señala que tan solo  el 2,3% del agua disponible se encuentra en la costa y en la sierra. Además, 14 millones de hectáreas están concesionadas a la minería en las zonas alto andinas, donde se ubican glaciares que alimentan a los ríos en temporada seca.

Pero, estas enormes masas de hielo se están calentando por el cambio climático que ya ha logrado derretir, en los últimos 30 años, 7 mil millones de metros cúbicos, equivalente al consumo de agua en la ciudad de Lima durante 10 años.

La investigación sostiene que en dos zonas emblemáticas como la Cuenca del Río Grande (Cajamarca) y Espinar (Cusco), donde opera desde el 2006 la minera Glencore Xtrata que controla el 50% del mercado mundial de cobre, los impactos y problemas descritos por los pobladores son compartidos: escasez y reducción de la calidad del  agua por la minería.

Conflicto en Espinar / Foto: laindustria.pe
Conflicto en Espinar / Foto: laindustria.pe

Especialmente alarmante es la situación de pobladores de Espinar, porque están sometidos a la minera, pues en época seca dependen del agua que bombea la empresa, ya que ésta al realizar un tajo en la tierra, no permite que infiltre agua al subsuelo.

Medir los impactos de la minería sobre la cantidad y calidad de los recursos hídricos en Perú es difícil, debido a la falta de estudios estatales. Todavía no se conoce el total de agua que discurre por las 159 cuencas que existen. Ni siquiera es posible en muchos casos determinar si las mineras han secado lagunas o manantiales, como pobladores de las zonas mineras denuncian, pues la Autoridad Nacional del Agua (ANA) no cuenta con registros previos de determinadas zonas.

“Uno de los problemas que adolece el país es la carencia de estructuras de control. No tenemos control total de la captación de los recursos hídricos de distintas fuentes, eso es algo sobre lo que se quiere ir trabajando a efectos de tener un control propio sobre la distribución de los recursos hídricos. Estamos llevando a cabo una evaluación de los recursos hídricos en cada cuenca «, precisa Wilfredo Chávez Echevarría, director de Conservación y Planeamiento de Recursos Hídricos de la ANA.

Opacidad

Yanacocha/ Foto: Correo
Yanacocha/ Foto: Correo

Tampoco hay transparencia sobre los expedientes de uso de agua de mineras como Yanacocha y Xtrata-Tintaya que, hasta el momento, se desconocen. El informe también cuestiona el procedimiento para entregar los derechos de uso de agua  a grandes mineras, pues las autoridades nacionales no evalúan el impacto que tiene la entrega de estas licencias sobre otros pequeños campesinos que habitan en la misma cuenca.

“Hay que abrir el debate a otros temas y ver otros ángulos que está siendo invisibilizados, por ejemplo, el agua pasa a ser controlado por grandes corporaciones, generando relaciones de poder.  Además, ¿Quién va a asumir los costos después de que la minera se vaya? ¿Cómo se asegura el derecho a la calidad del agua a las poblaciones? No existen estudios que describan con detalle el impacto de la minera en la hidrogeología. ¿Cómo se entregan los derechos de uso de agua a las mineras? No existe transparencia en las instituciones del Estado», comenta Ruth Preciado.

Aunque no se cuente con cifras oficiales, existen estudios que han tratado de medir el impacto económico y ambiental sobre los recursos hídricos de la minería.  Según una investigación realizada por la Pontificia Universidad Católica (PUCP) el costo de la contaminación minera durante el periodo 2008-2009 ascendió a un total de 1.263,5 millones de dólares.

“El monitoreo de las aguas es parte de la gobernanza caótica y desordenada de gestión de las aguas en Perú. Hay muchas instituciones que tienen competencia en este tema pero que no coordinan entre sí a pesar  de tener por objetivo cuidar la calidad del agua”, explica Vanessa Schaeffer, sub directora de CooperAcción

“Al momento que hemos revisado los estudios de impacto ambiental en cuanto al tratamiento del agua siempre hay informaciones acerca de que se va a afectar los cuerpos de agua pero de manera moderada. Lamentablemente, no hay capacidad desde la Autoridad Nacional del Agua para contrastar esta información”, apunta.

 

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