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Cortázar y su clásico retrato en actitud pensante/ Foto: El Pais
Cortázar y su clásico retrato en actitud pensante / Foto: El Pais

Por Javier Contreras/ @Javiperiodismo

La primera vez que leí Rayuela fue cuando tenía 12 años y estaba en primero de secundaria,  y me gustó y la terminé por un solo motivo: leerla era jugar Mundo, ese juego con el que me divertía en el recreo con mis amigos del colegio, saltar de un capítulo al otro, agarrar al azar cualquier parte  y encontrar que la historia no perdía sentido cambió mi perspectiva de la lectura, hizo que por primera vez me sintiera el narratario de la historia que leía (como si lo hubiera escrito pensando en mi) y no alguien a quien por circunstancias fortuitas le calló el libro en las manos.

Este es el logro más importante de Rayuela, logro por el que Cortázar pasará eternamente a la historia, venció la lectura plana , monótona y lineal (de la página 1 al fin)  para que en la experiencia de la lectura el lector deje de ser un mero consumidor para juegar el rol fundamental de conducir los hilos de la narración, a donde él quiera, como él quiera, y es el motivo también de la eterna juventud de esta novela que hoy cumple 50 años pero suena más vigente que nunca (por su fondo y fu forma)

Rayuela es sin duda el hito de la narrativa argentina, solo comparable con La Ciudad y los perros de Vargas Llosa en Perú y Cien Años de Soledad de García Márquez en Colombia, Cortázar es el legítimo representante del boom en argentina, pero su estilo trasciende al realismo mágico de sus congéneres, su obra esta plagada de tantos giros en el estilo como personajes y universo psicológico hay en ella, llegando incluso a ser el primer vestigio de narrativa surrealista latinoamericano.

Leer como jugando es lo que inspiró "Rayuela" de Cortázar /  Foto: Pública
Leer como jugando es lo que inspiró «Rayuela» de Cortázar / Foto: Pública

“Ningún otro escritor dio al juego la dignidad literaria que Cortázar, ni hizo del mismo un instrumento de creación y exploración artística tan dúctil y provechoso. La obra de Cortázar abrió puertas inéditas”, dijo Mario Vargas Llosa y todo aquel que haya leído Rayuela debe suscribir tan afirmación, su atractivo radica en la capacidad (pedagógica, literaria, narrativa y artística) de ingresar una historia en el orden de un juego de tiza de niños.

Rayuela es de esas obras que no se pueden resumir, que es menester leerla toda, porque en ella todo se funde en una sola: los personajes (construidos con prodigiosa profundidad de pensamiento y sentimientos), dentro de una diégesis desarrollada al puro estilo de Macondo repleta de giros, de idas y venidas y un narrador que transita entre la focalización interna, externa y la simplemente ausencia.

Y aunque muchos le digan «antinovela», el propio Cortázar «contranovela» no creo que exista otra historia que llame tanto a la lectura como Rayuela, en tiempos en que las personas ya no leen, deberíamos presentarles más seguido la obra de Cortázar, y los escritores (en la imagen del argentino) deberían explorar nuevas estrategias que permitan mayor interactividad entre el lector, la obra y el autor.

Juguemos Rayuela… Leamos Rayuela… Vivamos Rayuela

Sobre el autor

Por Javier Contreras

Periodista de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Interesado en investigar temas relacionados a la cultura, educación y sociedad. Sueño con un mundo mejor, más justo, honesto y solidario y creo que el periodismo es una herramienta para conseguirlo. Comprometido con los derechos humanos pero no con el falso activismo.

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