Opositores y chavistas endurecen las confrontaciones en Venezuela (Fotos: Infobae / PSUV)
Opositores y chavistas endurecen las confrontaciones en Venezuela (Fotos: Infobae / PSUV)

La Ortiga. Venezuela, tensando las cuerdas

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Opositores y chavistas endurecen las confrontaciones en Venezuela (Fotos: Infobae / PSUV)
Opositores y chavistas endurecen las confrontaciones en Venezuela (Fotos: Infobae / PSUV)

Por: Carlos E. Flores

«Te estamos preparando la celda para que pagues tus crímenes» dijo la Ministra del Poder Popular para los Asuntos Penitenciarios, Iris Varela. En esa rueda de prensa, emitida por Venezolana de Televisión (televisión pública), la polémica funcionaria acusó a Capriles de «fascista», «asesino» y de consumir drogas. Todo este aluvión de epítetos, de diferentes políticos sean de oposición y el oficialismo, se produce intensamente luego de las elecciones donde Nicolás Maduro ganó con apretado margen. Desde ese entonces, Venezuela, y particularmente Caracas, vive una guerra sonora entre «cacerolazos», «cohetazos», y «salserolazos» además de acusaciones mutuas y descalificaciones de una y otra parte.

La «hiperpolarización» se manifiesta en la era post Chávez. Maduro echa mano del imaginario construido por el «Líder Supremo» y pretende imitar gestos, reacciones y posturas firmes. La militancia no ve originalidad en su liderazgo; es más, a media voz cuestionan ese papel. Sin embargo, el proceso se tiene que mantener y cierran filas desde la bases hasta la alta jerarquía del Partido Socialista Unido de Venezuela – PSUV. Ante esta fragilidad, Capriles suelta el verbo que mantuvo controlado hasta con un Chávez agónico. Hoy ridiculiza a Maduro a quien llama «vago» y «Enchufado M. o Enchufado Mayor».

La derecha venezolana quiere evitar a toda costa que se fortalezca la figura de Nicolás Maduro, le cierran el espacio para desarrollar su propuesta política. Desde la otra orilla, el oficialismo aviva retóricas: Uribe planea matar a Maduro, la CIA conspira y el Departamento de Estado de EE.UU. no descansa, afirman. Entre las mutuas acusaciones ¿qué puede ser cierto y qué no? Resulta muy complejo tener una lectura sin evitar la descalificación que puede venir desde un lado u otro.

El clímax mayor sobrevino con la puñetiza que se produjo en el seno de la Asamblea Nacional. Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea y alto miembro del PSUV, decidió negar el derecho de palabra a los diputados de oposición que no reconocieran a Nicolás Maduro como Presidente, y de paso, les suspendió el sueldo. No cabe el esfuerzo por saber «quién empezó» la gresca que dejó siete opositores y cuatro chavistas golpeados (y algunos gravemente agredidos). El asunto es que el poder político en Venezuela lleva peligrosamente al país a una situación temeraria. ¿Se viene una guerra civil en Venezuela? Es lo que muchos se preguntan, con miedo.

Pero si el poder político pugna, el poder mediático juega en pared con él: reflejar la tendencia que más le conviene a sus intereses políticos. Y aquí entran tanto los medios públicos como los medios privados. La socióloga Maryclen Stelling, entrevistada por BBC, dijo que «no es que la crispación saltó a los medios, sino que los medios forman parte de la crispación, la reseñan y la alimentan» y agregó «Hay un juego perverso porque los medios de todo el espectro están al servicio de intereses políticos de dos proyectos de país que se confrontan. En Venezuela, los proyectos no se confrontan desde los partidos sino desde los medios».

No hay que hacer mucho esfuerzo para notar que los medios afines al gobierno (sean públicos o no) subrayan el buen trabajo del Consejo Nacional Electoral y acusan de golpismo a Capriles, mientras que desde los medios afines a la oposición se acusa fraude y exigen la realización de otras elecciones.

Sin embargo, hay una línea base que debemos tener en cuenta: las elecciones se ganaron muy estrechamente, pero fueron legítimas, usando el mismo sistema electoral que ha permitido la elección de autoridades de oposición, en otros procesos. Capriles quiere patear el tablero y Maduro lucha por legitimarse, en ocasiones haciendo movimientos torpes que alimentan las dudas y las razones del opositor (y que poliíticamente no desaprovecha). Ante el electorado que vive un ambiente crispado, ambos políticos piden paz, pero se provocan y acusan mutuamente. El uno quiere mantener el poder y el proyecto político; el otro, quiere conquistar el poder y derrumbar el proyecto político chavista.

Finalmente, la oposición derechista de Venezuela interpone demandas sobre el proceso electoral, no solo para ganar tiempo, sino para agotar todas las instancias internas. Qué buscan: llevar a escenarios internacionales la crispación venezolana (UNASUR, MERCOSUR, OEA…) De lograrse, estaríamos ante otra realidad y desafío latinoamericano fruto de esta terrible hiperpolarización.

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