SIN TAPUJOS. Ser distintos con mismos derechos: Allí no hay espanto
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SIN TAPUJOS. Ser distintos con mismos derechos: Allí no hay espanto

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Por: Jack Hurtado

Hace unos días el periodista y activista por los derechos de las lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, Giovanni Infante deslizó una pregunta en su cuenta de Twitter: ¿Por qué el cierre de UVK por racismo fue portada y tema central en varios medios y el cierre de Gótica por transfobia pasó inadvertido? Pregunta que tiene respuesta, pero que muchos colegas y gran parte de la sociedad peruana en general se niega a decir y/o aceptar. ¿Acaso fue porque nuestra absurda idiosincrasia no tolera hablar de esos temas? ¿Será porque para los medios de comunicación noticias que tengan que ver con gays o lesbianas no “vende” si no tiene sangre? ¿O es porque la religión predominante en la mayoría se escandaliza con tales casos? Las personas podemos ser distintos por diversas razones, pero léase, tenemos los mismos derechos.

Curioso que la religión, y su máximo representante en el Perú, Juan Luis Cipriani, que se espantan de esos temas sean los mismos que no le renovaron la licencia al padre Gastón Garatea, muy posiblemente por sus declaraciones a favor de la unión civil entre los homosexuales. Sin embargo, ese espanto-fobia no es la misma ante innombrables religiosos que abusan sexualmente de menores de edad con la Iglesia como testigo, y estos en lugar de denunciarlos y hacerles pagar su vil delito con la justicia real de por medio, los mandan de viaje, los esconden. Allí no hay espanto, no lo hay.

Y gran parte de la sociedad peruana, que todavía piensa que ser gay, lesbiana, transexual u homosexual es una enfermedad terminal, sabe acaso que más de 500 gays y travestis fueron asesinados en el conflicto armado interno por Sendero Luminoso al ser considerados “lacras sociales”. Allí no hay espanto, no lo hay.

Y también está el papel de los medios de comunicación, o una parte de ellos, o una gran parte de ellos -sobre todo los que salen a partir de las 11- que utilizan algunos casos para armar su noche, o llevarlo a lo sensacional, a ese amarillismo casi fosforescente que estamos acostumbrados a ver. “Amores que matan: jóvenes homosexuales intentaron matarse al no ser correspondidos” reza uno de sus titulares. ¿Y si no fueran homosexuales no sería noticia? ¿Por qué llevar algo al extremo siempre? Allí no hay espanto, no lo hay.

¿Y qué decir de la hipocresía? Aquellos que dicen no ser homofóbicos pero no aceptan la unión entre personas del mismo sexo. Aquellos que le dan “Me Gusta” a un banner contra la homofobia en Facebook, pero más tarde celebran la muerte de un homosexual que sale en la televisión; o muchos que se unen a la indignación por la muerte de Daniel Zamudio en Chile, pero no hacen nada al saber la cantidad de homosexuales y travestis que son asesinados diariamente en nuestro país. O congresistas que se muestran muy a favor de los crímenes contra el odio, pero patean constantemente el proyecto de ley, lo casi esconden. Allí no hay espanto, no lo hay. Nos leemos más tarde.

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