(r)Evolución. Humala amenaza la democracia
Presidente de la República, Ollanta Humala / Foto: Políticosperú.com

(r)Evolución. Humala amenaza la democracia

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Presidente de la República, Ollanta Humala / Foto: Políticosperú.com
Presidente de la República, Ollanta Humala / Foto: Políticosperú.com

Por: Paul Maquet

Cuando Humala era candidato, un sector de políticos, periodistas y votantes expresaba su temor por la posibilidad de que el militar levantisco desarrollara un modelo autoritario y reeleccionista. Se decía que, siguiendo el ejemplo de Chávez o Fujimori, Humala instalaría un régimen cívico-militar poniendo fin a nuestra frágil etapa democrática (o por lo menos post-autoritaria).

A estas alturas está claro que todos ellos se equivocaron completamente. Humala continúa dentro de los márgenes “democráticos” de sus predecesores, y no ha tenido ninguna iniciativa que amenace la libertad de expresión tal como la entienden los empresarios de la comunicación; la separación de poderes tal como la entienden los políticos; o la estabilidad jurídica tal como la entienden los defensores del modelo.

Todos se equivocaron en sus temores. Humala constituye la mayor amenaza a la democracia que el Perú ha enfrentado en los últimos años, pero por otras razones.

La semana que pasó estuve en un evento en Arequipa. Al final del mismo, tuve oportunidad de dialogar con diversas personas que me expresaron que “el problema es la democracia”. “Hay mucha democracia y por eso los políticos hacen lo que quieren”, “Necesitamos otro tipo de régimen donde se haga justicia para el pueblo”, “Con tanta democracia no se puede hacer ningún cambio”, me señalaron jóvenes y adultos.

Esa es la verdadera amenaza contra nuestra débil transición democrática: su deslegitimación. Humala y el establishment político y periodístico no son conscientes del golpe durísimo que le han asestado a millones de personas que, ansiosas de un “cambio”, apostaron durante dos elecciones consecutivas por la única opción electoral que se los ofrecía. El problema no es que se hayan decepcionado de la persona Ollanta Humala: el problema es que están perdiendo la poca fe que tenían en la posibilidad de realizar esos cambios dentro de un régimen democrático.

Si ni siquiera Humala, presentado como “radical” por los medios y que se hizo conocido con el levantamiento de Locumba, ha sido capaz de impulsar esos “cambios” prometidos, entonces nadie podrá hacerlo dentro de las reglas de juego de la democracia. Esa es la peligrosa lección que Humala ha dado a sus votantes al ser asimilado por la clase política que tanto cuestionó.

Obviamente, Humala es consciente de su “gran transformación” y por ello no puede controlar su reflejo natural de cuestionar a Alan García, a Fujimori e incluso a su aliado Toledo, aún a riesgo de trabar las gestiones de su propio Premier. Al darse ese gusto, debe sentir en su fuero interno que sigue siendo el outsider de siempre. Sin embargo, su reflejo es meramente político, cuando el encargo asignado por sus votantes era económico y social. Humala puede criticar a los ex presidentes, pero al mismo tiempo se reúne con los gremios empresariales y acuerda con ellos los decretos y proyectos de Ley a priorizar, mientras ataca verbal, física, judicial y hasta financieramente a las autoridades locales, a las organizaciones sociales y a la gente de a pie que reclaman cambios. La imagen que le queda al público es que es funcional a los mismos de siempre, aunque trate de pelearse con los políticos que estuvieron antes que él.

Los politólogos peruanos suelen señalar que regímenes como los de Bolivia o Ecuador “debilitan la democracia”. Sin embargo, la lección que han recibido los votantes de esos países es que, en democracia y a través de mecanismos democráticos, es posible realizar grandes transformaciones incluso en el régimen político y económico. Por ejemplo, que es posible cambiar la Constitución sin necesidad de ningún golpe militar (algo que jamás ha ocurrido en el Perú), y que es posible recuperar los recursos naturales de la nación sin que los militares tengan que entrar en acción. Ellos votaron por Gobiernos que ofrecían esas acciones y las cumplieron. En cambio, los votantes peruanos hemos recibido la lección contraria: votes por quien votes, el modelo es sagrado. El aggiornamiento de Humala no fortalece, sino por el contrario debilita la democracia, pues legitima en un sector importante de la población las opciones más autoritarias cómo única vía de cambio.

Así las cosas, la pregunta es ¿qué van a hacer con su voto el 2016 los ciudadanos con los que conversé en Arequipa? ¿Por quién votará el sur andino nacionalista? ¿Qué harán en las próximas elecciones los 4,643,064 peruanos y peruanas que votaron por la gran transformación?

Mientras Alan, Keiko, Castañeda, Acuña y hasta Toledo siguen soñando con ser el presidente del bicentenario, lo cierto es que la cancha está libre para el próximo outsider radical, quien de seguro podrá ser más abiertamente antidemocrático si lo desea. ¿Podrá una opción de cambio volver a convencer al electorado de que es posible la transformación dentro de la democracia?

 

Sobre el autor

2 comentarios

  1. Paul. Eres persona de poca fe. Te animo a respaldar referendum nacional modificatorio. Ya tenemos un millon setescientas firmas….

  2. Enrique agurto

    Lamentablemente el sur Peruano quiere seguir siendo paternalista quienes creen que el autoritarismo funcionaria mejor son los que despues terminando marchando y muriendo, porque no hacemos una revolucion de la educacion porque patria roja no deja la derrama, porque son comunistas de libros y palabras pero en los hechos son mercantilistas soy un empresario y creo en el capital vivi toda mi niñez con el terrorismo y la politica de garcia que los rojos tanto aman los reto a una revolucion de la educacion sin izquierdas ni derechas .

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