OPINIÓN. Lo que América Latina espera de Rio+20
Foto: PUB Minam

OPINIÓN. Lo que América Latina espera de Rio+20

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Por: Tathiana Montaña de Asuntos del Sur (especial para Spacio Libre) / @AsuntosdelSur 

En junio de 1992,178 gobiernos de todos los continentes aprobaron la Declaración de Rio sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo;  en 16 de los 27 principios que contiene la Declaración,  se menciona la palabra ‘Desarrollo’.  En los marcos de la diplomacia,el  Desarrollo es entendido como un ‘derecho’ de los pueblos,como una misión de los Estados y como una forma de relaciones económicas de las organizaciones multilaterales. Para Galeano,podría ser la forma más absurda de crear la dependencia al consumo.

El Desarrollo que anunció la conferencia de Rio/92 se refería a uso adecuado de los recursos naturales de tal forma que garantizara a todos los seres humanos del planeta,  una “vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza” (Principio 1).  Pasados 20 años,los países en los cuales están los recursos naturales,  ni hacen uso de los mismos de manera adecuada; ni sus habitantes viven en armonía,porque esos recursos son parte de los intereses estratégicos para el crecimiento y el desarrollo de las empresas,del primer,segundo o tercer mundo.  Países que además,dentro de sus tantos asuntos complejos por resolver,soportan guerras internas,altísimos índices de pobreza,  corrupción e inequidad.

Hoy el desarrollo  continúa siendo un asunto que las sociedades contemporáneas no solucionan y no les interesa solucionar y más bien  acuden a la fórmula de Krugman que dice que  “Los países en desarrollo a menudo necesitan un «gran impulso» («big push») de inversiones gubernamentales coordinadas para ayudar a las industrias estratégicas a despegar y vincularse a la economía en su conjunto” (Opinionsur.org, noviembre 2008).  Las industrias estratégicas están en América Latina y ahí mismo, también se encuentra el mayor número de conflictos sociales por causa de la extracción de recursos naturales (minería a gran escala).  Perú, Argentina, Chile, Brasil y Colombia son los 5 países en dónde se presentan la mayor cantidad de conflictos por esta razón.

Los inversionistas señalan por su parte,que en estos países es en donde se presenta el mejor clima para invertir,en orden: Brasil,Colombia,Chile,Perú,México y Argentina (Mining Intelligence Series,2012);  y los recursos abundantes en América del sur son el Oro,el cobre,el zinc y el litio entre muchos tantos.

Los derechos que más se violan alrededor de la industria extractiva son el derecho a la vida,el derecho a vivir en un ambiente sano,el derecho a los pueblos a gozar y disponer de los recursos,el derecho al desarrollo y el derecho a la paz.

Son varias las iniciativas ciudadanas que intentan identificar,señalar,denunciar y sensibilizar esta problemática.  El orden de organizaciones que defienden los derechos vulnerados según países,es el mismo señalado anteriormente.  Es decir existe una relación directa entre recursos,inversión extranjera y violaciones a derechos.

Lo que los ciudadanos urbanos y rurales latinoamericanos deberíamos esperar de Rio,es que 20 años después,se respeten las relaciones de las sociedades rurales contemporáneas con la tierra en la cual habitan,que en muchos de los casos,es tierra que les pertenece; que es innegable que los recursos naturales son necesarios para el crecimiento económico de las naciones pero que deben existir unos dignos protocolos para el uso de estos y su relación con quienes históricamente han cuidado de ellos. Los ciudadanos latinoamericanos demandan confianza en sus instituciones,demandan la  generación y distribución de la riqueza,no de la pobreza.  Y demandan sustentabilidad ambiental y humana.

Esperamos que Rio+20 sea un encuentro internacional que reconozca los derechos individuales y los derechos de las naciones de hacer uso de sus propios recursos.  Un espacio en donde se reflexione y prioricen las soluciones de los problemas locales o micro regionales. Un lugar de apoyo y financiamiento de acuerdos transversales entre países en vía de desarrollo y un espacio que abogue por la consulta previa, libre y transparente a los pueblos que quieren esas tierras, casi como a sus vidas mismas.

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