[Opinión] Hacia una arquitectura mundial para deudas soberanas (Parte 1)

[Opinión] Hacia una arquitectura mundial para deudas soberanas (Parte 1)

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Los fondos buitre y la discusión sobre la soberanía económica / Imagen: Internet
Los fondos buitre y la discusión sobre la soberanía económica / Imagen: Internet

Por: Matías Bianchi / @matiasfbianchi (*)

Si hay una constante en los dos siglos de historia soberana de América Latina, es la frecuencia de las crisis financieras, especialmente las de deuda externa. Lo sorprendente es que todavía no exista una arquitectura institucional multilateral que regule estos procesos. La reciente declaración del G20 es un paso más en esta dirección aún a pesar de la resistencia de los países centrales.

Deudas soberanas en perspectiva

Uno de los principales canales de interacción entre los desarrollados y los “en desarrollo” son las deudas soberanas. En el caso de América Latina, este canal toma especial importancia, ya que la práctica de tomar empréstitos son tan viejas como los países mismos, comenzando en el financiamiento por parte de Inglaterra a las repúblicas recientemente independizadas en los 1820. Así de viejas y persistentes han sido también las crisis financieras, la mayoría han sido producto de crisis de deuda externa – un estudio de la CEPAL muestra que, de las 940 crisis financieras que han sido registradas en la historia de la región, 576 han sido de deuda externa. Éstas crisis se han dado por ciclos históricos, siendo el último el que comenzó con el endeudamiento de la década del 1970, donde la deuda pasó de representar el 22% al 45% del PBI. En 1979 la Reserva Federal de Estados Unidos subió unilateralmente las tasas de interés e hizo que estallara la crisis de la deuda en 1982, de la que todavía quedan secuelas. Este hecho dio lugar a “la década perdida”, tal como se denomina a los 1980, donde la región retrocedió del 121% de promedio del PIB per cápita mundial al 98%, y del 34% al 26% del PIB por habitante de los países desarrollados.

Este no fue un hecho aislado, puesto que afectó a todo el mundo “en desarrollo”, lo que significó una enorme transferencia de recursos a los países centrales. Entre 1980 y 2006 los países en desarrollo devolvieron 12 veces lo debido en capitales e intereses de la deuda, y aún así en la actualidad se sigue debiendo cinco veces más de lo que se debía al comienzo del período. Para tener una referencia, Eric Lecompte, director de Jubilee Network, sostiene que “hoy de cada 10 dólares que el mundo desarrollado brinda en asistencia a los países pobres, éstos gastan 50 dólares en servicios de deuda”.

deuda

Lo notable es que a pesar del peso de las crisis de deuda en la historia de los países emergentes, y de lo crucial que éstas son al mediar las relaciones norte-sur, todavía no existe una arquitectura multilateral que regule las deudas externas, ni a nivel regional, ni a nivel internacional.

Aquí entra a cobrar importancia el conflicto entre la Argentina y los denominados “Fondos Buitre”, que debe entenderse como un capítulo más de ésta historia en Latinoamérica y los países emergentes. La diferencia es que, y a pesar de la situación delicada en la que se encuentra el país sudamericano, por la magnitud del caso, se ha puesto de manifiesto en la agenda internacional la necesidad de instalar un sistema que no deje a los países en desarrollo a la merced de poderosos. No casualmente que el Financial Times lo ha nombrado como “el caso del siglo”.

La reciente cumbre del G20 en Australia significa un paso más en la misma dirección que viene tomando el G77 más China y diversos pronunciamientos, declaraciones y resoluciones adoptados en organizaciones internacionales multilaterales y regionales, entre ellos, las Naciones Unidas, la OEA, MERCOSUR, ALBA y CELAC.

A nivel de la Asamblea General de la ONU- el foro pertinente para la discusión y adopción de este tipo de cuestiones de acuerdo con la agenda de trabajo de la organización – se adopto hace apenas unas semanas una resolución por medio de la cual se llama a la adopción de marco multilateral. Todavía no se sabe qué forma tomará tal régimen o si existirá, pero sí está en claro de un debate que de cuenta de la co-responsabilidad de los países e instituciones acreedoras, los mecanismos para reestructurarlas en casos de crisis, y la contemplación de los impactos sociales del sobreendeudamiento.

(*) Matías Bianchi es director de Asuntos del Sur 

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