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Tras la fuerte campaña electoral y a pocos votos de conocer a la persona que será presidente del Perú para los próximos cinco años, nuestro columnista invitado hace un análisis sobre cuál es el tipo de liderazgo que necesita el país para implementar las políticas que se requieren con miras a los 200 años de la República.

El lugar más codiciado en estos días. ¿Habrá un buen liderazgo? / Foto: Archivo Spacio Libre
El lugar más codiciado en estos días. ¿Habrá un buen liderazgo? / Foto: Archivo Spacio Libre

Por: Miguel del Castillo 
@mdcenbarranco

(Madrid-2016).- Hace un tiempo leí un ensayo de la Dra. Beatriz Merino -ex presidenta del Consejo de Ministros del Perú- sobre el liderazgo ético y la gestión de gobierno. En el mismo señalaba que el liderazgo es un rol que nos toca ejercer de manera momentánea, muchas veces sin haberlo deseado y muchas otras por la autoridad que reviste un cargo o la coyuntura que se presente.

Por tanto hemos visto a lo largo de la historia que no todos han ejercido ese liderazgo de manera ética, como narrara Eric Hobswan en Historia del siglo XX, donde refiere la falta ética de líderes como Hitler, Mussolini, Stalin o Mao en China frente a liderazgos revolucionarios en el siglo XX como el de Gandhi, Mandela o la Madre Teresa de Calcuta. El psiquiatra austriaco Viktor Frankl describió el liderazgo ético en primer lugar como el propósito que el hombre debe tener en la vida y es que el ser humano no es movilizado por el placer o el ocio, sino por la tarea que cree debe cumplir en vida. Este propósito genera un compromiso leal y sensato que no es nada más que la base del liderazgo ético.

Por tanto, el líder que rompe con aquella línea ética está rompiendo con su propósito de vida y su compromiso como ser humano, esta pérdida del sentido de seguir los afanes del dinero mal habido o transgredir las normas que nos constituyen como sociedad generan el colapso de la misión del ser, generando el rompimiento del liderazgo con la ética y la responsabilidad. Entonces, no solo se trata de libertad sino también de responsabilidad.

Frankl nos dice que en segundo lugar este liderazgo debe ser empático, entendiendo la empatía como lo hizo David Hume desarrollando el pensamiento de Adam Smith en “La teoría de los sentimientos morales”, donde la empatía no es sino la representación o estados mentales de otros en nuestra mente, ya que ahí podemos experimentar de manera más leve los sentimientos sobre el pensamiento que hemos internalizado.

Esta experiencia según los autores antes mencionados nos lleva a la conclusión de dejar los intereses propios en beneficio del colectivo que lleva a la conformación de una moral compartida por la sociedad. El liderazgo ético y responsable es aquel que busca el bien y es empático, conociendo las necesidades de los otros y que la solución o satisfacción de ellos nos llevarán a nuestra propia satisfacción personal.

Los tres últimos presidentes de la era democrática post Fujimori. ¿Alguno asumió el liderazgo en el país? / Foto: El Comercio
Los tres últimos presidentes de la era democrática post Fujimori. ¿Alguno asumió el liderazgo en el país? / Foto: El Comercio

En la acción de gobierno lo hemos visto repetidas veces ya sea en la actividad pública o privada que el líder ante la dejadez de su objetivo o doctrina al ser llevado por sus propios intereses o los intereses de su corte rompen la unión de liderazgo ética y responsabilidad lo cual termina con escándalos de corrupción como podemos no solo verlos diariamente en Iberoamérica sino también en la percepción del líder público por parte de la ciudadanía en los informes del latino barómetro. Pero los problemas que afronta este líder no solo se da en la esfera de lo público sino también en el sector privado y que influye en lo público ya que somos parte de una misma sociedad. Este liderazgo implica que se incentiven valores como la democracia, el respeto a los derechos humanos, protegiendo el medio ambiente, desarrollando el bienestar de nuestro entorno y fijando objetivos de largo plazo para ser de esta manera sostenibles.

El papel del líder es clave en el éxito de una sociedad a cualquier nivel ya sea desde una organización pública o privada y serán esas competencias antes descritas las que le permitirán el éxito en su gestión de gobierno y en la autoridad sobre sus seguidores o equipo de trabajo, desarrollando la participación, la interactividad, la creatividad y la creación de redes formales e informales de integración.

De esta manera se identifican los riesgos sistémicos y se desarrolla una corresponsabilidad del equipo de trabajo y de la sociedad si es que este liderazgo es público. El manejo de un líder sobre las líneas de la ética y el buen gobierno llevan al mismo al éxito. Por tanto, necesitamos lideres transformadores y motivadores en primer lugar de que los individuos busquen su propósito y luego pasar a la parte empática que conlleve a los objetivos de comunes de la sociedad, la empresa, la familia y la persona.

El contar con valores éticos llevan al líder, su equipo y el país a construir una reputación inquebrantable y sostenible que repercute en el crecimiento permanente no solo de la autoestima del colectivo sino en el aprendizaje y fortalecimiento del mismo.

Todos opinan, todos votan. Principio de la democracia interna / Foto: queaprendemoshoy.com
Todos opinan, todos votan. Principio de la democracia interna / Foto: queaprendemoshoy.com

En mi estudio de las organizaciones políticas a nivel global he detectado tres principios básicos que hemos descrito en este ensayo: la democracia interna, la transparencia y el alcance a los nuevos sectores. Cualquier organización que no lleve estas tres condiciones tenderá a desaparecer, pero un líder sin ética sin responsabilidad ni empatía siguiendo sus apetitos personales destruirá la democracia interna, no será transparente en la gestión de sus actos y muchos menos querrá una expansión, ya que la ética también implica el compartir el liderazgo y el caudillo, dictador o jefe autoritario no comparte estos principios.

En resumen, el cambio social que está experimentando este mundo donde el ciudadano ejerce un rol vigilante en las prácticas de gobierno de sus líderes, donde la comunicación viaja y va de un lugar a otro de manera inmediata, donde los secretos mejor guardados salen a la luz. La responsabilidad, la ética y la transparencia son el pilar del nuevo liderazgo transformador y revolucionario que llevará a las nuevas generaciones a una mejor convivencia reduciendo el conflicto social, el rechazo ya sea por factores religiosos, raciales o de simplemente aquellas intolerancias que nos han llevado a grandes genocidios en nuestra historia.

Víctor Raúl Haya de la Torre en su libro Mensaje de la Europa Nórdica nos explica como este modelo de bienestar bloqueó al comunismo fronterizo, y también al capitalismo desarrollando un modelo de inclusión y justicia social con libertad para los ciudadanos sobre la base de un liderazgo ético, transparente y responsable.

Esperemos que este nuevo Gobierno que está por comenzar se ponga en los zapatos del pueblo y cumpla con el propósito de los Peruanos crecer con justicia social y libertad.

(*) Miguel del Castillo
Licenciado en Administración de Empresas con Maestría en Liderazgo Político y Social por la Universidad Carlos III de España Político, Empresario, Columnista, Docente y afanoso Historiador autodidacta siempre políticamente incorrecto.

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