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Por: Francisco Pérez García
@franco_alsur

El lunes puse en Twitter una pregunta que me resultó provocativa: «Para el debate. ¿Te imaginas a Daniel Alcides Carrión pidiendo que lo atiendan a él primero?».

La pregunta era un poco para ver las reacciones de la gente sobre lo que ha generado polémica en estos días: las declaraciones del ministro de Salud, Víctor Zamora, recordándole a los médicos que -lamentablemente en esta circunstancia- ellos son tan iguales que cualquiera de nosotros y no se puede priorizar el traslado de los médicos enfermos de coronavirus que se la andan jugando en Loreto y otras regiones del país.

Esa igualdad no los exonera de sufrir en carne propia los avatares del precario sistema de salud que tenemos y que no se da abasto para atender a todos los pacientes sospechosos o infectados con el Covid 19.

Ahora bien, cuando empezó la emergencia el presidente Vizcarra y los dos ministros de Salud que hemos tenido en este proceso, resaltaban el tema de la heroicidad de los médicos y del personal de salud en general que se viene enfrentando a esta enfermedad desconocida. Es más, la gente, a las 8 pm salía a aplaudirlos. Y quizá (estoy especulando) quizá ese reconocimiento hizo que los directivos del Colegio Médico del Perú (CMP) se creyeran la historia del súper héroe y reclamaran un trato especial en circunstancias de emergencia, donde más de 2 mil personas (según los registros oficiales) ya han fallecido por el Covid 19.

Esa «heroicidad» era visible y bien llevada cuando, con toda la validez del mundo reclamaban equipos y presupuesto para atender la emergencia. Lamentablemente, esa heroicidad los ha dejado -a los representantes del colegio- en un «off side» terrible, porque desde la politización de sus acciones han mostrado las cartas de un juego siniestro: sacar a alguien del ministerio porque no es de su entorno cercano.

No sé exactamente si es la posición ideológica del ministro Zamora (vinculado a la izquierda peruana) o su origen profesional (egresado de San Marcos) pero lo cierto es que tanto el doctor Miguel Palacios, como el exdecano Ciro Maguiña, han caído en una guerrita absurda en la que ellos quedan como los «excelsos» profesionales que -si bien es cierto- se la están jugando por el país y que por eso requieren «vuelos especiales» «traslados a Lima» y «atención preferencial». Perdón, pero ¿llegado el momento los médicos van a tener que decidir entre salvar a un colega o a una madre de familia? Ese parece ser el dilema al que pretenden enfrascarnos y el que mucha gente en mi tuit se ha comprado «necesitamos salvarlos porque ellos van a salvar a otros».

¿Selección darwiniana por un título profesional? La verdad no lo creo. Y si ese médico abandonó su puesto en el Estado para irse a atender a una clínica privada ¿también va a pedir apoyo preferencial?

Las condiciones históricas son distintas, es cierto, eso me lo han hecho saber varios tuiteros. Carrión se inyectó un virus para tratar de ver como responder ante la enfermedad, eran otros tiempos, no era una pandemia, aquí se necesita a la mayor cantidad de profesionales. Pero ¿solo médicos? ¿y los enfermeros? ¿y los técnicos? ¿y los trabajadores del personal de servicio? Ellos también se la juegan, a veces más que los médicos, y no los vemos enrostrándonos a los demás su superioridad en esta distorsionada escala de profesiones prioritarias.

Y encima, sumado a todo esto, aparece esa virus que es más bravo: el político. Aquel que hace que otros personajes, ajenos a toda esta situación, jalen agua para su molino y busquen desestabilizar lo poco estable que hay en este momento. Es una estabilidad -hay que decirlo- de un flotador en el agua y que a la primera piedra lanzada se puede hundir o se puede romper.

Fujimoristas, apristas (los que quedan), conservadores (que se acuerdan hoy que es un «pecado» pedir condones para la gente de menos recursos en cuarentena), y demás hierbas que luchan todos los dias por tratar de estar arriba sin el voto popular.

Lamentable, porque conozco médicos que son muy buenos, que se fajan en silencio, sin reflectores, que hacen más desde sus hospitales que desde el local miraflorino junto al mar del Colegio Médico, mientras otros como Maguiña o Palacios son vistos como el clásico médico que ni te mira para atenderte y lo soluciona todo con un Paracetamol porque ya tiene que irse rápido de ese sucio hospital del Estado para ir a ganar más en una clinica privada.

Mientras Carrión se moría por la verruga, no fustigaba al Estado por una mejor atención: Él siguió anotando, analizando y estudiando los efectos de una enfermedad desconocida… y cuando murió su nombre pasó a la historia porque dejó avances, propuestas… qué avances y propuestas dejan los eternos directivos del Colegio Médico en esta pandemia: Solo la propuesta de la infidencia y el juego político. Nada más.

Sí pues, los tiempos históricos son distintos: Carrión era otro lote. Carrión fue un héroe.

Sobre el autor

Por Francisco Pérez García

Periodista por vocación, profesión y adicción (y mucho de terquedad). Egresado de la Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Meza. Fundador de Spacio Libre, interesado en toda la dinámica del periodismo digital y creyente de la (no) objetividad periodística y el enfoque con opiniones e interpretación. Especializado en temas de política y derechos humanos. Terco creyente que el país algún día cambiará y que el periodismo recuperará su función de informar y no de servir de plataforma para el mejor postor.

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