Compartir
Imagen: Carlincaturas (Carlos Tovar "Carlín")


 Por: Ricardo Marapi Salas

Este 28 de abril se cumplen nueve meses desde que Ollanta Humala asumió la Presidencia de la República. Nueve meses es una cifra simbólica. En los seres humanos es el momento donde la gestación llega a su final. Hablando a un nivel gubernamental, nueve meses es el tiempo suficiente para haberse quitado las cadenas de sus predecesores y alejarse de las inercias políticas y administrativas. Cabe preguntarse entonces: ¿El gobierno de Humala tendrá un buen parto natural, políticamente hablando? ¿O más bien se necesitará una cesárea de emergencia y usar unos fórceps para apurar el parto? Más importante aún: ¿qué nacerá de este embarazo, sabiendo las idas y venidas programáticas que ha realizado el partido de gobierno?

Desde un enfoque de desarrollo rural, hay tres procesos que se deberían analizar para empezar a sacar conclusiones sobre las políticas implementadas por el actual gobierno en los últimos nueve meses: el problema de la tierra, la trascendencia de la ley de Consulta Previa y los conflictos socioambientales. Esta semana vamos a reflexionar sobre el primero de ellos.

¿Qué sucede con la tierra en el Perú? El país vive ─no cabe duda─ un peligroso proceso de concentración de la propiedad, específicamente en las nuevas tierras agrícolas de los proyectos de irrigación de la costa. En los últimos meses, el gobierno ha mostrado una serie de contradicciones que revelan no solo una indecisión política sino la falta de ideas concretas sobre el enfoque de desarrollo rural a tomar.

El caso más ejemplar de esta contradicción es el caso de la subasta de tierras del proyecto Olmos en Lambayeque. Mientras que por un lado, el mismísimo presidente Humala instaba a su ministro de Agricultura a elaborar un proyecto de ley para establecer un límite a las tierras, por otro lado no tomaba una fuerte decisión presidencial para impedir el empoderamiento de los latifundios en Olmos. Luego de las dos primeras subastas, dos grandes empresas ─entre ellas el poderoso grupo Gloria─ controlan el 70% de las tierras, es decir cerca de 20 mil hectáreas.

El hecho más escandaloso sobre este tema lo acaba de revelar el expremier Salomón Lerner ─en el programa “Radikales Libres”─ donde afirmó que el presidente Humala dispuso que el gobierno central iba a comprar una buena parte de las tierras de Olmos para destinarlo a los pequeños y medianos agricultores. Sin embargo, Lerner reveló que esta orden del presidente no se cumplió porque vino una “contraorden” desde COFIDE que echó por la borda la medida del mandatario. ¿Quién gobierna entonces este país? ¿El presidente o los grupos empresariales? ¿Verdaderamente estará capturado Ollanta Humala como lo plantea su exasesor Sinesio López?

Más allá de este hecho, lo que queda claro es la carencia de ideas para implementar un verdadero desarrollo rural en el país. Un sector que durante décadas ─más bien siglos─ ha sido abandonado por los gobiernos de turno. ¿Será la discusión sobre el problema de la tierra la mejor manera para empezar a discutir sobre el desarrollo de la agricultura y del sector rural peruano? La idea de la tierra como principal eje fundamental para lograr este anhelado desarrollo ha sido puesto en duda en los últimos años. Y es que el sector rural ha cambiado. La agricultura ha cambiado. Ahora muchos pobladores de la sierra, selva o costa rural ya no viven exclusivamente de la agricultura. Viven entre la ciudad y el campo, intervienen en otras actividades y su sustento económico depende de varias de ellas. ¿El actual gobierno de Humala ya empezó a implementar un enfoque de desarrollo territorial que contemple al abandonado sector rural peruano desde otra mirada?

“Humala no sabe de desarrollo rural, y no tiene tampoco por qué saber necesariamente. Creo que ningún presidente en el Perú ha sabido de desarrollo rural”, me decía hace unos días Gerardo Damonte de GRADE, un investigador especializado en dicho tema. Es evidente que los conocimientos de Humala sobre desarrollo rural son epidérmicos. Quizá debería tener menos cenas elegantes con el premier Valdés en el hotel Sheraton y más bien conversar de manera distendida con su ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Carolina Trivelli, una experta en temas territoriales, cuya experiencia no ha sido muy aprovechada. Pero, la tendencia política de Humala de los últimos meses, nos hace pensar que esto último parece muy improbable.

Obviamente no estamos pidiendo que en nueve meses ya estén solucionados los problemas estructurales del campo. Pero, hubiera sido importante que a nueve meses, el gobierno no solo haya mostrado una voluntad política de abordar los temas rurales desde otra mirada, sino también anunciar algunas medidas concretas de largo plazo para empezar a empoderar económica y políticamente a nuestro compatriotas de los sectores rurales. Implementar una cesárea en estos momentos sería contraproducente, porque aún no hay nada completamente formado. Lo peligroso sería que se trate de un embarazo falso positivo, es decir, que este niño que estamos esperando en verdad nunca haya sido concebido, y la espera sea en vano.

Sobre el autor

Por Spacio Libre

Este es el espacio de la redacción, el de las notas casi volteadas, coyunturales y que recogen parte de lo que ocurre día a día. Los demás informes son firmados por cada uno de los autores y respaldados por el equipo. Síguenos en @spaciolibre y www.facebook.com/spaciolibre.pe

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *