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Foto: Internet
Por: Roberto Bustamante Vento
En las dos anteriores columnas, discutíamos que el problema del combate a MOVADEF no podía circunscribirse a un asunto meramente coyuntural, sino que debía ir más allá. Eso significa ver que el afianzamiento de los valores democráticos no pasa por mayores contenidos en los cursos sino, sobre todo, convertir al aula en un espacio plural, donde se fomente el debate y la discrepancia. Por el contrario lo que tenemos, afirmábamos, es un lugar donde el profesor promueve la verdad única y donde los alumnos y alumnas tienen que repetir todo el tiempo lo que este dice.

Entonces, claro, no es un asunto que los chicos y chicas reconozcan rápidamente la foto de Abimael Guzmán, sino que sientan que pueden confiar en el país. En la clase que dicto en CENFOTUR conversábamos sobre los niveles de confianza que tienen las instituciones democráticas en el país; evidentemente muy pocos peruanos confían en el Congreso, en el Poder Ejecutivo, en el Poder Judicial. Hay una sensación fuerte de corrupción por todos lados. Mientras tanto, las tres instituciones que generan mayor confianza son (en ese orden) la Iglesia Católica, las Fuerzas Armadas y los Medios de Comunicación. Bajo ese contexto planteé la pregunta, ¿acaso no es posible que la población aplauda un proyecto autoritario que, por ejemplo, busque cerrar el congreso? ¿cómo hacer que los chicos en el colegio confíen en las instituciones democráticas? No era mi intención resolver las preguntas, pero sí ver que el tema de MOVADEF iba mucho más allá de enseñar qué fue Sendero Luminoso o el golpe de estado de Alberto Fujimori.

Plantear estos temas también en las redes sociales trajo como consecuencia una crítica furibunda desde dos frentes. Por un lado, el senderismo realmente existente, para quienes la revolución armada no solamente sigue allí como proyecto, sino que se justificaría supuestamente en la historia y, por otro lado, una derecha “bruta y achorada” para la que la historia es funcional al resultado de una guerra tácita; la DBA ganó la guerra y por lo tanto ella es la que tiene el derecho a decir qué sucedió en los últimos 30 años en el país. Para el primer grupo, el proyecto sanguinario de SL encontraría su paradigma en la revolución francesa; sorprendentemente, el segundo grupo empata con dicho paradigma, ya que la paz solo sería obtenible a través de la violencia y la historia lo confirmaría. Es obvio que tanto para SL como la DBA, un documento tan complejo como el Informe de la CVR, es uno sesgado, que cuenta la historia de manera unilateral y que por tanto debe desecharse como fuente de lectura y discusión en los colegios. En ambos casos, una enseñanza de la historia que abra preguntas para que el alumno vaya respondiéndolas con los elementos que pueda ir encontrando, es peligrosa. La historia no está, según ellos, para tener juicios críticos sobre la nación, la democracia, el destino del país, sino, más bien, para tener una visión dicotómica entre vencedores y vencidos.

Lamentablemente, la DBA ha avanzado mucho en su objetivo de hacer de la enseñanza de la historia un momento de reflexión y debate; no existe más el curso de historia del Perú, ni siquiera a nivel comparado. Tenemos un museo de la memoria que ha sido “rebajado” (como bien lo señaló Alfonso Castrillón en una columna en el diario La República) de museo a “lugar”; el museo es un lugar dinámico, que plantea preguntas, siempre cambiante, mientras que “lugar” puede ser cualquier cosa, incluso un espacio aséptico.

Por otro lado, la información y las fuentes son cada vez más cercanas a los alumnos de los colegios. Antes era el profesor el que decía cómo era la historia y el resto tenía que creer; ahora un alumno puede ir a la enorme cantidad de fuentes, videos, audios, documentos, etc., disponibles en Internet. La enseñanza de la historia tiene un potencial enorme, si es que se plantea, claro está, el aprovechamiento de esos recursos.

Creo que esa debería ser una última lección con respecto al asunto MOVADEF. La enseñanza de la historia no debería ser, como lo plantean varios medios de comunicación, un recuento de hechos, fechas e imágenes memorizados por los alumnos, sino el despertar de un sentido crítico sobre el transcurso de un país al que le ha tomado 20 mil años ser lo que es ahora. Y mucho más que responder un cuestionario básico, introducir en los alumnos la necesidad de debatir por qué es que un grupo como MOVADEF o los proyectos autoritarios, tienen tanto arraigo en el país. Más que buscar la respuesta en herencias coloniales, el fin sería vernos en el espejo de la historia; encontrar que las mismas dudas y cuestionamientos no se han dado ahora sino que se han venido repitiendo durante casi dos siglos de historia republicana.

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Por Spacio Libre

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Un comentario sobre «LA TETERA CÓSMICA. Defensa de la enseñanza de la historia»
  1. La historia es una de las disciplinas más valiosas que tenemos como sociedad ya que permite que tengamos conciencia de los hechos que nos rodean en el presente y nos da más libertad de acción para con el futuro

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