Acaba de morir el querido padre Jesús Herrero, murió en su ley, en la ley del buen educador, en el aula, entre sus alumnos del Fe y Alegría, entre todos los docentes peruanos que somos, en el fondo, sus alumnos también.
Recuerdo la primera vez que lo vi, en un congreso de educadores católicos, allá por el 2008, yo estaba en primer ciclo de la facultad de pedagogía y asistimos junto a todos mis compañeros a esta reunión donde el P. Jesús era uno de los ponentes. Tras una magnífica disertación sobre pedagogía de la fe, tuvimos un break, al ver que éramos los más jóvenes del público, se nos acercó y saludó fraternalmente, nos preguntó de dónde veníamos y en qué colegio enseñábamos.
Respondimos que éramos alumnos de la sección ciencias sociales y filosofía del Pedagógico Salesiano y que trabajábamos en el colegio Don Bosco dando clases de educación religiosa, y ahí nos dio la mejor lección que -creo- redireccionó la carrera de aquellos 10 jóvenes que oíamos atentos al maestro «Si quieren ser buenos docentes, deben remover estructuras».
La muerte del P. Jesús, me hizo recordar esta lección que recibí de sus propios labios, y más porque partió a la eternidad en un contexto educativo convulsionado por el morbo (y poca capacidad de compresión) con el que muchos han tratado los resultados de la prueba Pisa, y además la reciente aprobación en la comisión de educación del texto completo de la nueva ley universitaria.
Me pregunto ¿Qué diría el P. Jesús de esto?, quizás hubiera sido bueno entrevistarlo para conocer su postura al respecto, pero Dios nos «madrugó», y se lo llevó antes, quizás para que seamos nosotros, los que alguna vez aprendimos la pedagogía de este santo maestro quienes ahora «removemos estructuras», las que hoy se encuentran desmoronándose a pedazos.
Supongo que al ver el resultado de la prueba Pisa, se hubiera puesto a pensar ¿Qué estrategia usar para hacer que mis jóvenes lean?, ya no se puede pensar que los jóvenes van a llegar del colegio a echarse en su sofá y pasar las tardes invernales sumergidos en la compañía del Quijote, esta figura medievalista y romántica es obtusa y arcaica, pues los distractores tecnológicos que hoy copan la vida de los jóvenes lo impiden. El padre Jesús se hubiera puesto a pensar cómo diseñar una nueva estructura que promueva la lectura, que usando las herramientas que brinda la tecnología los chicos puedan leer.
Y es que eso es lo que nos falta a todos los que componemos este engranaje del sistema educativo peruano, entender que lo que hay es una educación decadente, primitiva, arcaica, quedada en el pasado, y lo que se necesita es un sistema educativo moderno, actual, vigente, de trabajo articulado, que solucione los problemas fundamentales y dote de capacidades importantes y realmente trascendentes a los educandos, lo que hace falta es «remover las estructuras», y para eso se necesita un recambio generacional en todos los niveles: Ministerio, directivos, docentes y un trabajo preventivo direccionado a los padres de familia y alumnos que pueblan las escuelas contemporáneas.
Ojalá todos los educadores hagamos caso de esta frase, que es todo un programa educativo: «Remover estructuras», así el P. Jesús, podrá descansar en paz.