Bagua. Lo que pasó durante la cobertura

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Por: Francisco Pérez García (Publicado en Yo Periodista)

05 de junio de 2009. La mañana empezaba muy temprano para mí. Cerca de las 6 y 30 de la mañana me levantaba para prepararme e ir al trabajo. Prendo la radio, y estaba enganchada como siempre con RPP, que por alguna razón seguía siendo una fuente primaria de información al despertar. De pronto entró una llamada a la cabina, era desde Bagua, un oyente informaba sobre enfrentamientos en la zona denominada “Curva del Diablo”, hablaba de tanquetas, policías armados y nativos que caían uno detrás de otro producto de los ataques de bala.

Luego otra llamada más, muy similar y luego otra y otra, todas muy parecidas y confusas a la vez, pero con elementos comunes “disparos, caos, humo, policías, nativos, heridos, muertos”. Otras tantas más llamaban a la población a llevar ayuda a la Curva del Diablo o apoyar a los nativos en la trifulca contra los policías, es decir de pronto una situación que era tensa hace meses y que se inició allá por el 2008 en las Cumbres Amazónicas, terminaba esta vez con disparos, muertos y heridos.

Lo siguiente en los próximos minutos era fácil de adivinar… una llamada de mi jefa, y un cambalache cerebral de mi parte, recordando nombres, buscando números y pensando en posibles invitados para cambiar los próximos 55 minutos de programa que me tocaba producir y que se escuchaban a través de radio San Borja y en la, temida por algunos políticos, red satelital de la CNR.

Salí más rápido que disparado hacia la radio, debía llegar al toque para hacer algunas coordinaciones… el asunto quemaba, que duda cabe, el desalojo brutal era la respuesta estúpida de un gobierno que se vio amenazado por indígenas que se cansaron de ser los “ciudadanos de segunda categoría” tal como los catalogó García y que decidió ponerle un pare al abuso estatal. Lo demás fue lo de siempre: mecidas, insultos, mesas de diálogo frustradas y frustrantes, engaños, burlas, provocación y la represión total.

Llegué a la emisora, mientras llamaba a los corresponsales de las zonas cercanas, Bagua y Jaén… estaban dirigiéndose al lugar, comunicación entrecortada, necesitaba números, datos, gente que estuviera allá, de ser posible en la misma Curva del Diablo… no recuerdo exactamente quienes eran mis invitados, pero sabía que al menos uno de ellos podía darme el toque político necesario para comentar la lamentable situación que se vivía.

Por su parte mi colega, Débora, dejaba ya el programa que le tocaba producir y me facilitó gentilmente algunos números de dirigentes que estaban en el lugar, pero que ella no había logrado contactar. En eso llegó mi invitada, la congresista Marisol Espinoza, periodista de profesión, creo que sintió que era su obligación ayudarme, empezó a coordinar conmigo, darme números, llamar a alguna gente… y la reacción fue inmediata, de pronto una página de mi agenda estaba llena de números de pobladores, dirigentes awajún, directivos de centros de salud, etc. que se convirtieron en una fuente de información exclusiva e inagotable, que fue rotando durante la hora del programa.

Lamentablemente, en la sede central, las cosas no iban como queriamos,  el flujo de información era demasiado intenso y en la base, solo teniamos a dos personas, Giann y Gaby que producían toda la información que se podía.

Conforme la información iba llegando, ahora si alimentada por nuestros corresponsales, se volvía confusa, demasiado grande, había que cruzar fuentes, lo hacíamos como podíamos, yo estaba sólo en la radio, Giann y Gaby ocupados cruzando su información, escuchando lo que llegaba por la radio y revisando otras webs. Eramos nosotros. Liz y Jorge seguían comentando lo que encontraban por la web, lo que yo les pasaba, las llamadas que ingresaban. Después de tiempo, trabajaba en pleno invierno a manga corta, en un ir y venir endemoniado… podía sentir como sudaba mientras escuchaba el fono, apuntaba datos y ponía cosas en una pizarra para informar que era lo que venía…

Terminado el programa, volamos a CNR, habia que seguir produciendo, empezaron a llegar las primeras noticias de la muerte de policías en Imazita, los datos sobre arrojo de cadáveres al río, eran más repetitivos, la posible muerte de Santiago Manuim empezaba a colarse por las webs y nosotros con nuestros corresponsales, con teléfonos que se cortaban y una transmisión que en ese momento se volvió ininterrumpida, le informábamos a todo el Perú y a América Latina por el satélite lo que ocurría.

Los ministros desaparecidos, ninguno respondía, al menos no a nosotros, porque a RPP le respondían a cada rato, llegaban las noticias del centro de Bagua, enfrentamientos, locales incendiados, muertos, heridos… que no se contabilizaron en el desmadre final. Las noticias seguían llegando, lo de Imazita desapareció, de pronto no se sabía nada. La noche llegaba y la calma nunca aterrizó por CNR, tampoco por la cabina, menos aún en mí…

11 de la noche y había que cerrar la jornada… regresar a casa… al día siguiente sería más fuerte aún… y más doloroso, porque nos fuimos enterando poco a poco que la sangre de peruanos (policías, indígenas y mestizos) manchaba la protesta. La intolerancia gubernamental pudo más, la incomunicación con los hermanos amazónicos pido más, la arrogancia seguía haciendo presa a García, a Simon, a Cabanillas y a los demás ministros, que seguían hablando de “salvajes” que atentaban contra peruanos y mataban policías… nunca se dijo nada de los 10 muertos que cayeron en el enfrentamiento.

De pronto, todo el discurso mediático estaba centrado en decir que estos personajes de segunda categoría, habían provocado la muerte, la destrucción, que no querían el desarrollo del país, porque se negaban a dejar entrar a las grandes empresas a sus tierras… de pronto Pizango era el malo, de pronto los amazónicos dejaron de ser peruanos para convertirse en los salvajes asesinos que degollaron a los policías, de pronto la Selva dejo de pertenecer al Perú… de pronto, dejamos todos de ser peruanos…

El discurso oficial era fuerte, los que defendíamos la causa de los amazónicos, eramos poco menos que terroristas. Se cerró una radio, que hasta ahora no es reabierta, se persiguió a los dirigentes y se los cazó como si fueran viles delincuentes, Santiago Manuim no murió, pero fue usado políticamente para desprestigiar la protesta… los decretos anti amazónicos no fueron derogados sino hasta mucho después, aún hoy quedan algunos por derogar… las señales de diálogo, las pocas que habían, iban acompañadas de provocaciones y diatribas. La ministra que envió a policías a la muerte (así diga lo contrario, a pesar que los informes así lo señalan) fue condecorada por la misma policía, en un acto a todas luces obligado… un padre aún no encuentra a su hijo, los dirigentes amazónicos siguen siendo procesados y los ministros se reciclaron para no responder por sus actos… y aún hoy, después de un año, Bagua sigue siendo insultada, García trató de imponer el 5 de junio un “día del ron”, para celebrar… ¿celebrar qué? felizmente no pasó… felizmente alguna gente (no toda) salió a recordar lo que pasó en Bagua… felizmente hay quienes aún recordamos que pasó…

05 de junio… Bagua… heridas por cerrar…¿lecciones aprendidas?

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