Caso Caretas: Pedir disculpas en el periodismo es vergonzoso

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Por: Francisco Pérez García
Para el periodista, no hay nada más vergonzoso que reconocer que cometió un error (grande, chico, mediano, abusivo, etc.) El reconocerlo significa que hubo poca minuciosidad en el cruce de informaciones, o confirmación de fuentes (nos ha pasado y realmente es endiabladamente vergonzoso). Y porque nos pasó es que somos más críticos y exigentes muchas veces, con nosotros mismos, para coordinar algunas notas, cruzar fuentes y verificar informaciones. Y si lo somos en casa, también debemos serlo con las casas ajenas.

Es ahora el caso de Caretas. Ya hace mucho tiempo, tuvimos un intercambio de publicaciones con la revista, por algunas inexactitudes del «Baguazo» (ver aquí y aquí), motivo por el cual ya se vislumbraba el tufillo oficialista de la publicación.

Sin embargo, ahora ha ocurrido algo más grave, toda vez que la revista ha relacionado al candidato Alejandro Toledo y a su acompañante en la vicepresidencia Javier Reátegui con el narcotráfico vinculado a la familia Sánchez Paredes (para ver los detalles de la crónica y una acertada crítica, ver «Las Caras de Caretas» en Desde el Tercer Piso)

Luego de la patinada que fue rebatida y desmontada por distintos medios, a Marco Zileri no le ha quedado más que pedirle disculpa a Javier Reátegui Y CON ROCHE.

Hoy el periodista Alvarez Rodrich, señaló en su programa radial que lo hecho por Caretas, «desprestigia al periodismo bien hecho». Es una conclusión acertada, nadie está libre de patinar, pero hacerlo de la forma tan rochosa como lo ha hecho Caretas e impulsado, por relaciones amicales y animadversiones personales, no le hace ningún favor a la que todavía queremos considerar «la más noble de las profesiones».

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