El congreso generó la semana pasada el mayor debate de estos tres años de gestión. La aprobación de la Ley Universitaria promete pisar muchos callos y es que entre otras cosas desarticula esas especies de clubes sociales en que se convirtieron la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) y el Consejo Nacional para para la Autorizacion de Funcionamiento de Universidades (CONAFU).
Y es que ambas instituciones que dependían del Estado, obtuvieron tal autonomía que fueron casi inexpugnables en su funcionamiento y modos de existencia y se convirtieron en las principales responsables de la proliferación de universidades que funcionan sobre casinos o gimnasios, ‘universidades’ producto de la liberación fujimorista.
Otro aspecto interesante es el del aseguramiento de la calidad educativa, actividad que debería recaer en el ya existente Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE) que será reestructurado y fortalecido para mejorar el trabajo que ya realiza acreditando la calidad de las universidades.
Estos son dos pasos importantes en la Ley y tratan de garantizar el rescate de la universidad peruana y por ende mejorar el perfil profesional de los miles de jóvenes que egresan de las aulas.
Son estos jóvenes los que deberán mostrar si la eliminación del bachillerato automático y la licenciatura con una tesis obligatoria son la alternativa para promover la profesionalización.
A cargo de continuar con el debate de la parte estudiantil, me parece ya un tremendo avance haber roto el viejo esquema impuesto por la ANR y la CONAFU y ojalá que ahora se cierren estas ‘universidades’ que incluso funcionan en el segumdo piso de una cabina de internet. Ojalá.