Pisco, Perú (Spacio Libre/La República – Emilio Camacho y Antuanet Castillo).- El centro de Pisco es el ineludible termómetro de la ciudad. Quien camine por sus aún polvorientas calles se da cuenta de que los pisqueños han pasado de lamentar la tragedia que sufrieron hace un año, a exigir –si es posible a cacerolazo limpio– que el gobierno acelere el proceso de reconstrucción, y explique con claridad qué hizo con los 1,123 millones de soles que dice haber invertido en los pueblos afectados por el terremoto del 15 de agosto del 2007.
Al frente de estos reclamos se ha puesto el Comité Provincial de Lucha de Pisco, que ha convocado para hoy a una movilización que se iniciará a las 10 a.m. y partirá desde el centro de la ciudad hasta la salida del pueblo, hacia la Panamericana Sur.
«No llegaremos hasta la misma Panamericana por consideración a los ancianos y mujeres que se han comprometido a marchar con nosotros», dice Teódulo Hernández, presidente del Comité de Lucha y secretario regional de la CGTP.
POSIBLE BLOQUEO
Y aunque Hernández niega que pretendan bloquear la Panamericana Sur, no descarta que los manifestantes del pueblo vecino de San Clemente (ubicado al inicio de la carretera Libertadores-Wari) sí obstaculicen la principal vía que recorre nuestra costa, cuando marchen hacia el centro de Pisco. Esto –según Hernández– podría ocurrir entre las cuatro y cinco de la mañana.
El dirigente sabe que su convocatoria ha tenido gran acogida entre los pisqueños de a pie. De hecho, ayer tuvo tiempo para tomar el pulso al ánimo de sus paisanos.
A las 5 p.m., un grupo de dirigentes del Comité de Lucha de Pisco colocó la histórica bandera de San Martín en la estatua que el libertador tiene en la plaza principal de esta ciudad. Fue el preámbulo para lo que en Pisco llaman «asamblea pública», que no es otra cosa que una suerte de catarsis colectiva con la que cualquier poblador se para frente a sus interlocutores y enumera sus reclamos al gobierno, y al alcalde provincial, Juan Mendoza.
LAS EXIGENCIAS
Las quejas se extendieron por dos horas y media, tiempo suficiente para que Hernández se diera cuenta de la empatía que ha logrado con la población, y de la mala imagen que el gobierno se ha ganado a pulso. Claro que las prioridades de su plataforma de lucha son distintas de las preocupaciones de un pisqueño común y corriente.
Hernández plantea que el gobierno les otorgue el 10% de las regalías del gas de Camisea para relanzar el proceso de reconstrucción de Pisco, también que se desactive Forsur (organismo que coordina acciones del gobierno en los pueblos afectados por el sismo) y se paralice la concesión del puerto de Pisco, para que este terminal se quede en manos de pisqueños y «contribuya con su proceso de desarrollo».
Pero los pobladores sin filiación sindical ni partidaria tienen una visión más pragmática.
Walter Echegaray, obrero que ya recibió el bono de seis mil soles del gobierno, pide se reduzca el precio de materiales de construcción en la zona del desastre.
«Antes del terremoto un millar de ladrillos costaba 180 soles, ahora cuesta 460 soles. Pasa lo mismo con las varillas de fierro. Antes estaban a 20 soles, ahora te piden 45. ¿Cómo vamos a construir?», se pregunta.
TRANSPORTE, UN PROBLEMA
Óscar Huerto, maestro jubilado, dice que el transporte es una de las preocupaciones principales.
«Ya no tenemos líneas terrestres en Pisco, ni siquiera para hacer trayectos cortos a Ica. Imagínese, ahora tenemos que salir hasta la Panamericana Sur para viajar a Ica o Lima. Y las empresas nos cobran lo que quieren», sostiene.
Las palabras de este viejo maestro no son poca cosa. Antes una madre de familia podía enviar el almuerzo a su hijo que estudiaba en Ica con un sol. Lo hacía a través del servicio de encomiendas de la empresa Saky, pero esta ya no da ese servicio y solo atiende a empresas grandes.
«No entiendo cómo no se fijan en eso. El costo del pasaje perjudica a los pisqueños y a decenas de empleados públicos que vienen de desde Ica hacia Pisco», asegura.
Tan sensible es el tema del transporte en Pisco, que la empresa Soyuz se ha convertido en el enemigo principal de la ciudad, pues sus precios cambian rápido.
La exigencia final de los pisqueños está relacionada con el bono de seis mil soles. Y aunque no es parte de la plataforma elaborada por el Comité de Lucha, hay pobladores que sugieren darle un «ultimátum» de 30 días al gobierno para que entregue las tarjetas que acreditan a los beneficiarios del bono, y para que además se deposite el monto total de este subsidio.
En horas previas al aniversario del terremoto que conmocionó el país se han desatado una serie de curiosas expresiones de ánimo.
No han faltado autoridades que con mal sentido de oportunidad, como el alcalde Juan Mendoza, decidieron inaugurar a última hora un sistema de electrificación en un pueblo joven ubicado a diez minutos del centro de la ciudad.
Y, finalmente, han sido los propios pobladores quienes han sorprendido con la tolerancia demostrada a los visitantes que esperaron 365 días para volver a verlos.
Es a ellos (y a nosotros) a los que han recibido con un poderoso cacerolazo que empezó a la medianoche y que, a pesar de haberse detenido, todavía expresa el grado de indignación de un pueblo que no puede esperar más.
Fotos: La República