
Por: Jack Hurtado
Hay personas que no se equivocan nunca en su vida. Hay personas que se creen supremas, omnipotentes, todopoderosas. Hay personas que se escudan tras una pantalla y les basta presionar varias veces su teclado para lanzar comentarios malintencionados, controversiales, o simplemente lo hacen por el menudo gusto de joder. Dioses de pantalla.
Hace unos días, una noticia publicada por La Mula fue tremendamente criticada en redes sociales, la información que se propaló fue descalificada por un empresario musical, y bastó solo eso para que una muchedumbre de cibernautas 2.0 lanzaran severos insultos, despotricaran contra el medio de comunicación, y en el colmo del asunto, alentaran un ‘bullying’ virtual al redactor que hizo la nota. ¿Por qué no esperar una aclaración antes de acribillar cibernéticamente? ¿Por qué dar con palo sin conocer la situación de fondo? Ya que muchos se dejaron llevar por el hash tag #MientocomoLaMula2 y lo usaron para desfogar sus rencores personales contra la web mencionada. Dioses de pantalla.
No se puede censurar a nadie en redes sociales, y eso es bueno; tampoco se le puede prohibir a las personas opinar o mostrar sus miedos, rencores, gustos, fobias, pasiones, y más por el mundo virtual, eso también es bueno; pero comentar sin juicio cierto, sin siquiera informarse de todo lo que pasó, y dejar una mala imagen en público, eso, eso sí puede ser malo. Mucho peor, si el medio que utilizas para hacer todos estos escarnios no es digital sino impreso, y a través de unas ‘chiquitas’ dejas tu intelectualidad de lado para convertirte en un imbécil más. Dioses de pantalla.
Existen otros también que se unen para contar mentiras sobre acontecimientos públicos en el país. En la Marcha Nacional por el Agua, algunos medios de comunicación no dudaron en afirmar que se trataban de “cuatro gatos”, o que era “un absurdo”, como dijo Jaime De Althaus. Como se aprecian en estas fotos, y en muchas otras que circulan por la red, la marcha ni tuvo cuatro gatos ni fue un absurdo. Hablamos de miles de manifestantes con ideas y requerimientos precisos, sin embargo, apareció el rebaño digital, y en redes rebotaron la misma información de los alelados: fue una marcha absurda y con poca gente. Dioses de pantalla.
Los tres ejemplos mencionados líneas arriba son solo algunas de las pruebas que vivimos en una sociedad en la que prima la crítica rápida, el insulto veloz, y la joda absurda. No se puede esperar un poco para entonces criticar con buenos argumentos, sino que en el primer trompicón, en el mínimo error, aparecen miles de empoderados cibernautas para ajusticiarte con la rapidez de un chasquido de dedos. No podremos cambiar esto lastimosamente, tenemos que aprender a convivir y a ignorar, que esa es la mejor solución, a estos dioses de pantalla. Nos leemos más tarde.
