Por: Jack Hurtado
Vengo de una familia de aliancistas donde la opinión futbolera del padre es la que rige en el hogar. Así, me disfrazaron con la camiseta blanquiazul desde pequeño. Aplaudía los partidos ganados, fruncía el ceño con los empates y las derrotas; y a veces no entendía porque se acribillaban en las calles con los vecinos de camiseta crema. Sin embargo, allá en el 2004, cuando empecé a vivir más intensamente el fútbol apareció un club con perfil bajo, con excelente organización, y para mí eso es primordial para el éxito en cualquier escenario: la buena estructura. Este club de apariencia fantasmal llevaba al estadio a una banda a veces contratada, a los niños de las divisiones menores, a uno que otro incauto y a los alumnos que como dicen las malas lenguas los obligaban a asistir a los partidos para subirles algunos puntos en las materias que andaban mal. La Universidad San Martín.
Eran visitantes en todas las canchas, rentaron un estadio con su mismo nombre en las faldas del río Rímac y desinflaban al rival de turno; a los equipos de provincia les encajaban más de tres goles, a los grandes los hacían sudar. Palmo a palmo se ganó mi respeto y admiración. Me hice hincha del club. Luego, los cuestionamientos llovían: te acomodas en ese club porque siempre gana, no tienen más de cinco hinchas, etc. Nada importaba, domingos de cuando en cuando asistía al estadio y salía con mi entrada en mano bien contento por las victorias conseguidas.
Admiraba su juego, admiraba sus jugadores, admiraba su buen organigrama. Admiraba su organización ética y moral. La misma que hoy, ocho años después de su fundación, con tres campeonatos conquistados, cinco presencias internacionales decidieron retirarse del fútbol profesional. Era fácil, no querían ser parte del fútbol chicha, de este fútbol podrido por la mala organización, pésimo manejo dirigencial que va desde las altas esferas, jugadores impagos que aún así firman planillas a sabiendas que tendrán problemas, y presidentes que a veces se pasan de conchudos.
“Es poco serio el retiro de la San Martín. Un club que no tiene hinchada, que no tiene historia y que no tiene respaldo, puede hacerlo. No niego que estén al día (en sus pagos), pero es un equipo que no tiene detrás a nadie (…) No somos las universidades que pagan con la plata de sus alumnos”, aseguró Guillermo Alarcón, presidente de Alianza Lima, el impresentable directivo que se zurró en las remuneraciones de sus jugadores, que cuando su club pasaba por un excelente momento primó más su espíritu empresarial y vendió por granel a sus mejores jugadores; que mantuvo impago hasta a grandes glorias del fútbol peruano como César Cueto, no respetando en lo absoluto la trayectoria y cariño que le tiene el país; “cariño” que se ve reflejado en las arengas e insultos que recibe ‘Pocho’ en La Victoria. “El que no salta… es dirigente” se escuchó al unísono en Matute.
Ocho años después, los aliancistas celebran en mi casa, creen que pueden volver a disfrazarme de blanco y azul. He guardado con recelo las portadas que le han dedicado El Comercio y El Bocón a mi club, porque Líbero y Depor han preferido a Ruidíaz, y esperaré con cierta ilusión que algún día, lejano no lo sé, existan buenas reformas; reformas por ejemplo que la web DeChalaca.com planteó en su afán de salvar al fútbol peruano. Reformas en el estructuralismo económico, en la justicia, en las programaciones, en el marketing, etc.
Ojalá que los ciegos y sordos de las cabezas del fútbol peruano le echen un ojo siquiera a estos artículos y puedan tomar conciencia de que este deporte mueve a muchísima gente en el país, que te puede alegrar un día estresado en el trabajo, que te puede pintar bonito un mal amague de la vida. Ojalá y el fútbol chicha acabe pronto. Nos leemos más tarde.
Totalmente deacuerdo cntigo, pero lo bueno no puede terminar, la esperanza de que esto cambi e no debe perderse. fuerza santo!!!!
Hola yo soy de Chiclayo y me gusta cuando juega el Aurich y la San Martín, es lamentable que la USMP se retire, que los de la U y AL se revuelquen solos en su m…, seguramente pensarán los dirigentes, pero es verdad que solo los hombres se enfrentan a todos y toman la decisión acertada. Estamos en Perú, no es una excusa,pero así es.