SALVEMOS NUESTRO PATRIMONIO. Proceso histórico de la arqueología peruana – Parte 1
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SALVEMOS NUESTRO PATRIMONIO. Proceso histórico de la arqueología peruana – Parte 1

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Por: Francisco E. Iriarte Brenner

La Florida, en el valle del Rímac, por su parte, muestra una planta en U, siendo probablemente el más grande centro ceremonial de la época con esas características, salvo Tunshucaico en Caraz, en el valle del Santa (Áncash), que puede ser incluso, algo anterior. Muestra dos largas plataformas que flanquean una plaza rectangular orientada al NE, al fondo de la cual se yergue el templo en forma de pirámide trunca, a la que se ascendía por una escalinata desde la plaza. Presenta varias superposiciones posteriores que cubren la estructura inicial. Garagay, de otro lado, es un complejo cultual del 1,650 a.C. con una superficie de 70,000 m2 y una altura de 35 m, compuesto de dos largas plataformas y una alta pirámide escalonada hacia atrás. El acceso a la parte superior de la pirámide se efectuaba por una escalinata central, estucada con arcilla blanca. En la terraza de la cúspide se levantaba un atrio de 24 m, con estancias en su interior, decorado con un friso polícromo representando un personaje antropomorfo sagrado, con atributos felínicos y aracnoides. En este friso también aparece un personaje mítico en vuelo, con caracteres felínicos y ornitomorfos combinados. Se encontró aquí una ofrenda escultórica tallada en granito diorítico, envuelta en algodón, cubierta de arcilla, pintada con una cara antropomorfa, en cuya boca trae caninos que sobresalen del labio superior, de color blanco, mostrando el ojo con pupila excéntrica. A los lados iba inserta una espina de cactus. El ídolo estaba ornado con un disco de mullu, y los adobes de la estructura presentaban en su contenido una cierta cantidad de espinas del sanpedro (achuma), en evidente relación mágica con la potente mezcalina que contiene esa cactácea.

Moxeque (Moxeke), edificación del 1,900 a.C. aproximadamente, se levanta a poca distancia de la confluencia del río Casma con el Sechín, comprende una pirámide de 160 x 170 m de lado y unos 30 m de alto, orientada al NE, formada por varias plataformas superpuestas. En la tercera de ellas, a 10 m de altura desde el suelo, en una serie de grandes nichos, se ha representado personajes antropomorfos y cabezas decapitadas, figuras hechas en arcilla pintada de variado color. Algunas de las cabezas, con “lagrimones”,muestran las características bocas “atigradas” abiertas, exponiendo los dientes, diseños que corresponden a la ideología dominante de la época. En las figuras -que nos han llegado fragmentadas- se distinguen las piernas de personajes antropomorfos que se dirigen hacia la parte central de la estructura. Al NE se encuentra una plataforma con ambientes que muestran hornacinas en sus muros encorvados.

Áspero, que se ubica a 2 km del puerto de Supe, se caracteriza por la presencia de varios conjuntos de muros de piedra rústica, unida con barro. Aquí se han estudiado dos estructuras precerámicas: Huaca de los Ídolos y Huaca de los Sacrificios, y se ha ubicado también un cementerio con cerámica inicial. En la primera construcción mencionada se encontraron esculturas antropomorfas de arcilla sin cocer, y en la segunda aparecieron entierros de jóvenes que parecieran ser consecuencia de sacrificios rituales, que se supone debieron realizarse en la parte alta de la pirámide.

Las Aldas (Haldas, en algunos textos), en el valle de Casma, presenta una estructura piramidal truncada, de seis cuerpos superpuestos, construida sobre un promontorio natural, con paredes de contención de piedra rústica y barro, conformando plataformas que van decreciendo en volumen hacia arriba, en forma escalonada. Se han encontrado aquí fragmentos de figulinas humanas, de arcilla no cocida, así como ambientes destinados a la crianza de cuyes, que ya se empleaban con seguridad, en la alimentación y, probablemente también, en rituales chamánicos. Para el área de Lima se han identificados sectores precerámicos en Pedreros y Canto Grande, de los que se estima una antigüedad en torno al 1,600 a.C.

Caral, en el valle de Supe, a poca distancia del mar, con fechas del 3,000 al 1,000 a.C., al sur de Áspero, arroja luces y también algunos cuestionamientos sobre nuestro conocimiento de esta época. Es evidente que existía un excedente alimenticio suficiente para mantener a una población trabajadora y a un grupo directriz, capaz de levantar seis grandes edificios piramidales y otras estructuras en una extensión de más de 60 Ha, conteniendo altares de fuego, plataformas ceremoniales, anfiteatros y viviendas, con desarrolladas capacidades estéticas indudables, como se prueba por el hallazgo, entre otros elementos, de 32 flautas de hueso de pelícano y cóndor, que permiten afirmar un ejercicio musical notable y un probable cultivo de la danza, quizá derivada del culto al fuego, que se evidencia por los hornos ceremoniales, a los que incluso se ofrendó niños en algún momento.

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