
Por: Francisco E. Iriarte Brenner
Los estudios realizados en Pacopampa (Cajamarca), parecen señalar que se trata de una zona más bien relacionada con la Costa Norte que con Chavín, área donde se estableció la modalidad Cupisnique, que presenta rasgos familiares con Chavín pero, al mismo tiempo, con un desarrollo estilístico distinto. Pacopampa consta de una estructura piramidal escalonada, de tres plataformas superpuestas, con frente al este. Se han ubicado aquí escalinatas, columnas y una cornisa con serpientes en altorrelieve. La expansión Chavín hacia el sur en cambio, pareciera indicar que su presencia aparentemente no significó mayor cambio en las áreas de Huánuco y Ayacucho, pero, para el sector de Ica (con Paracas Cavernas, Ocucaje, Callango y Carhua), Lima (Ancón, Curayacu, etc.) y el valle del Mantaro, se tiene la impresión de haber sido el motor de un notable desarrollo, con probables contactos con la zona altoandina o cordillerana, donde habitan preferentemente los camélidos y sus pastores y en donde se produce en mayor volumen la papa. Las excavaciones de Terada y sus asociados de la Universidad de Tokio, han permitido constatar la presencia de elementos de este período en Huacaloma y Layzón, en Cajamarca, con correlaciones evidente con Chavín. Cronológicamente Layzón se superpone a Huacaloma y correspondería a los inicios del Período Intermedio Temprano. Terada y Onuki han informado además, sobre la presencia de edificios rectangulares, de muros enlucidos, con fogones ceremoniales en su interior, del Período Inicial, en Cajamarca, con arquitectura que se asemeja grandemente a la que aparece en Kotosh, La Galgada, Huaricoto y Shillacoto. Los fragmentos de revoque pintado en Huacaloma, son interpretados como restos de murales polícromos, similarmente a los que se ubican en varios de los edificios costeños de la época.
Kuntur Wasi (Copa), también en Cajamarca, está constituida por una construcción piramidal truncada de más de 10 m de alto, a base de plataformas superpuestas. Aquí la arquitectura está asociada a piedras decoradas con relieves y con estatuas; conjunto de monolitos alargados, casi cilíndricos en su mayoría, que traen figuras en relieve, mientras que un segundo grupo se parece a las estelas de Chavín, habiendo también un conjunto escultórico diferenciado. La iconografía de estas obras muestra preferentemente, figuras humanas felinizadas. De esta época, hacia al sur del país, conocemos los estilos cerámicos de Marcavalle y Pikicallipata en el Cusco, y Qaluyo, Chiripa y Wankarani en Puno. El centro urbano de Pukara, probablemente del 500 a.C., puede estar en algún modo relacionado con la domesticación de la alpaca. Chiripa y Wankarani contribuyeron seguramente en la formación de Tiwanaku, que luego sería el centro de un estado extendido en una enorme área territorial, a partir del altiplano del Collao. Pukara aparentemente, mantuvo también relaciones con Chiripa y Tiwanaku. Al final de la fase Kotosh-Kotosh, en Huánuco, aparecen nuevos elementos diagnósticos, tales como el fuerte pulimento y abrillantado de la superficie en tazas de cerámica carenadas, tazas de base aplanada, botellas de cuello largo y delgado, con base aplanada y la botella o cántaro de asa estribo, como se puede comprobar en la fase Urabarriu de Chavín y en el Toril de Marcará, en el Callejón de Huaylas. Al final de la fase, Shillacoto es definitivamente abandonado, mientras que en Kotosh se modificaron varios de los edificios y algunas de las antiguas construcciones del sitio fueron destruidas, formándose nuevos asentamientos en Paucarbamba y Sajarapatac.
Es posible un desmejoramiento del clima en torno al 1,000 a.C., hecho que posibilitó probablemente la difusión del cultivo del maíz, a la par que la presencia de una expansión de la ideología de Chavín, con la existencia de una forma de olla de cuello alto -que sirve hasta el presente para la preparación de la chicha-, en contraste con lo que ocurre en el área selvática, donde aparecen en cambio, ollas de cuello corto –las mismas que son usadas corrientemente para preparar el masato-, lo que puede indicar que en esos momentos los antiguos rituales se vieron alterados y cambiaron, influyendo tanto las condiciones naturales del medio como la presencia de “misioneros” que dispersaron más allá de sus fronteras originales, los elementos del culto religioso de las gentes de Chavín. El estilo alfarero Chavín desaparece en el Formativo Tardío, no sin dejar claras huellas en las nuevas formas que surgen a partir de entonces, comenzando a explotarse nuevos nichos ecológicos en ambientes de la quechua y de la chala, debido especialmente a la adaptabilidad del maíz. El edificio más imponente de Chavín es el llamado “El Castillo”, estructura piramidal escalonada y trunca, de tres cuerpos superpuestos. Sobre la terraza superior aparecen dos recintos que se abren hacia el este, mientras que la fachada oriental del edificio, a un nivel mucho más bajo, muestra un portal que está sostenido y enmarcado por dos columnas cilíndricas, monolíticas, labradas con personajes humano-falcónidas, probablemente representación de sacerdotes disfrazados de esas aves, que da a dos escalinatas laterales, que permitían ascender a la plataforma superior en dos tramos. Hacia el norte, adosado al “Castillo”, se encuentra el edificio del Templo Viejo, en cuyo interior se ubica el monolito al que se le denomina “Lanzón de Chavín”, cuya fachada se orienta de este a oeste. Una escalinata lítica permitía el acceso a la parte superior de la estructura, comunicándola hacia abajo con una plaza circular hundida, cuyas paredes están conformadas por dos series de placas incisas, trayendo la serie superior unas figuras representando sacerdotes con vestidos talares, y la inferior muestra jaguares u otorongos, que pueden representar o ser una simbolización de la constelación de las Pléyades, que se ubica frente a la entrada del Templo, en medio de los brazos del edificio, que toma la forma de una U. Delante del “Castillo”, se encuentra una plaza cuadrangular, también hundida, que con las escalinatas laterales, conforma así otra estructura que presenta de ese modo, un diseño planimétrico en herradura. Los edificios están hechos de piedra y arcilla, con paredes de contención y muros perimetrales. En el interior de los mismos, se encuentran corredores y algunas estancias, galerías que muestran paredes y techos de trabas de piedra a modo de ménsulas. Una serie de conductos cuadrangulares abiertos en las paredes, permiten la aireación así como el acceso de una tenue claridad, a la renovación del aire y a la transmisión de sonidos.
Los elementos iconográficos grabados en las piedras labradas que señalamos, están relacionados con la cosmovisión de sus autores, con el mundo mítico que los rodeaba, representando probablemente a sus héroes culturales o dioses y se trata de diseños que han influido notablemente, de un modo u otro, en las formas artísticas posteriores que aparecieron en el área de los Andes Centrales, con el tiempo. Los complejos símbolos religiosos, especialmente zoomórficos, que ocurren en estas representaciones, son de difícil interpretación y algunos estudiosos han querido ver en esos elementos, ejemplos de una religión sumamente cruel, terrorífica, e incluso sanguinaria, teoría contra la que nos hemos manifestado en varias oportunidades, pues para nosotros se trata nada más que de presentar respetuosamente las fuerzas de la naturaleza, a las que los hombres reverenciaban, lo que no significaría, en modo alguno, la existencia de un culto basado precisamente en el terror, ya que las evidentes exquisiteces del arte de su tiempo, implican más bien una contemplación cuidadosa de la creación divina y de la forma amorosa y retributiva como debían relacionarse las gentes con ella. Lo que no quiere significar tampoco, de otro lado, que neguemos la presencia de sacrificios humanos en determinadas ceremonias y ante ciertos sucesos que interesaban a las antiguas comunidades, tales como sequías, aluviones, sismos, epidemias, etc. El Lanzón es un monolito que se mantiene en su posición original, al centro de una encrucijada de galerías del Templo Antiguo, seguramente el punto principal del culto de esos tiempos, axis mundi que permitía la comunicación armoniosa entre los varios planos de la realidad existencial (Arriba, aquí, abajo). La cara de este monolito está orientada hacia el oriente y su forma alargada, presenta hacia abajo una punta incrustada en el suelo, mientras que la parte superior llegaba al piso de la plataforma superior externa. Su forma, de otro lado, recuerda a la de la punta de un cuchillo de sacrificio, de sección triangular. Sobre el monolito aparece labrada una figura humana, con características felínicas adicionadas. Pies y manos terminan en garras, el brazo izquierdo se extiende al lado del cuerpo, mientras que el derecho se alza lateralmente mostrando hacia adelante la palma de la mano. La boca, por su parte, pareciera representar el rictus típico de los felinos, contando con dientes de gran tamaño, formas dentales que se entrecruzan sobre la boca, y que no podemos encontrar en los felinos existentes en esa área.