SALVEMOS NUESTRO PATRIMONIO. El Horizonte Temprano – II Parte
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SALVEMOS NUESTRO PATRIMONIO. El Horizonte Temprano – II Parte

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Por: Francisco E. Iriarte Brenner

El fenómeno cultural Chavín aparentemente, estaba dirigido por sacerdotes que, además de su intermediación con las fuerzas suprahumanas,  proporcionaban servicios técnicos especializados, no solo en relación con los dioses, sino con el mejor conocimiento de semillas y métodos de cultivo y de dominio de las aguas, de las variaciones climáticas, así como interpretando las condiciones meteorológicas y otros fenómenos más. Agricultores y pastores proporcionaban entonces el alimento necesario para el mantenimiento de estos especialistas, seguramente algunos de ellos a dedicación exclusiva, entre los cuales debe considerarse además a los artistas que plasmaron en cerámica, madera, piedra, tejidos, metal, mates, hueso, con diversas técnicas, los conceptos fundamentales de la cosmovisión de su gente y de su tiempo. Las piedras decoradas con figuras diversas, presentan diseños que muestran variado grado de estilización, siendo a veces difíciles de identificar los motivos básicos o centrales y los simplemente ornamentales que aparecen aquí, especialmente por el uso de rasgos y elementos subsidiarios que recargan el dibujo, destacándose seres que combinan atributos humanos y zoomorfos, fundamentalmente uno mitad hombre, con boca atigrada, y mitad ave de rapiña, que se adorna de ofidios, sobre todo en los cabellos y en cinturones. Los edificios de este centro arqueológico fueron levantados aproximadamente poco antes del 1,000 a.C., luego decayeron y se reocuparon por otras gentes, que construyeron respetando en cierta medida, los antiguos muros, a las que se les ha llamado huarás (quienes usaban una cerámica decorada en blanco sobre rojo), y luego llegaron los huaylas o recuay. Cuando arribaron aquí los españoles, Chavín ya estaba abandonado hacía más de mil años, aunque perduraban algunos recuerdos de su pasado esplendor, como lo señalan crónicas y relatos orales tradicionales.

La alfarería Chavín, con variantes locales o regionales, aplica modelados de motivos antropomorfos estilizados, en configuraciones zoomórficas, preferentemente, fitomorfas realistas o personajes humanos sacralizados. Se logra el contraste mediante la delimitación de las áreas decoradas por incisión e impresiones, apareciendo a finales de la época también vasos con decoración pictórica negro-rojiza sobre engobe crema. Se incluye en este estilo, las formas ubicadas sobre todo en la costa y sierra del centro y norte del país, en Sechín, Ancón (Cerro San Pedro), Pacopampa, Cupisnique, Chongoyape, Cayaltí, Tembladera, Paracas Cavernas, Ocucaje, Curayacu (San Bartolo), Poémape, Kuntur Wasi, Karwa, etc. Las formas logradas por estos ceramistas incluyen cántaros, botellas simples o escultóricas, de cuerpo esférico y base plana, con asa estribo o largos cuellos de bocas expandidas y bordes engrosados, con labios que rematan muchas veces en maza o en coma, tazas y tazones, cuencos de base plana con lados cortos ligeramente expandidos, vasos de base plana, de forma cilíndrica, con los lados cortos y abertura algo grande. Los colores más usados en estos alfares son un negro brillante, gris metálico, ocre, rojo, café y una gama de tonos oscuros que pueden presentar toques pintados en colores crema, blanco, naranja, caramelo oscuro, negro metálico, con los que se resaltan algunas características de las formas escultóricas como orejas, ojos, boca, uñas o garras, dientes –especialmente los colmillos-, y algunas líneas incisas que destacan detalles de las figuras. Los especímenes de esta alfarería muestran casi siempre la superficie exterior cuidadosamente pulimentada y brillante, bien cocida, con una adecuada proporción de desgrasantes en la arcilla de constitución. De común, con un asa estribo de grueso gollete en la parte superior, que a veces se encuentra directamente conectado a la parte superior del cuerpo de la vasija. Por lo general los golletes presentan un reborde o bisel en el labio, a veces muy pronunciado, en forma de una coma (,), o engrosado en forma de maza, como ya se ha señalado arriba. La decoración se logra mediante anchas incisiones y delgadas líneas rectas, o formando círculos y líneas curvas, también hay punteados y esgrafiados, diseñándose figuras zoomorfas realistas o estilizadas, componiéndose personajes humanos felinizados o aves antropomorfizadas. Las vasijas abiertas, como los cuencos, pueden presentar decoración en el interior o en ambas caras. Algunos alfares representan escultóricamente frutos como la chirimoya, la guanábana, el maíz, papas, pepinos, la lúcuma, etc., mientras que otros nos muestran elementos de la fauna en forma realista y consecuencia de una observación cuidadosa de la naturaleza animal y vegetal. Hay además, variantes de los alfares  decorados mediante patrón bruñido y con pintura iridiscente a base de plombagina.

Sechín, ubicado en la costa, cerca de Casma, en Áncash, es una compleja estructura de gran tamaño, que muestra dos construcciones superpuestas. La primera, y más antigua evidentemente, levantada con adobes cónicos y tronco-cónicos, hechos a mano, colocados con las puntas hacia adentro y las partes más anchas, las bases, hacia afuera, habiéndose rellenado los espacios intermedios con barro bastante ligoso y rústicas piedras pequeñas. Los muros son algo trapezoidales, con la base más ancha que el remate, enlucidos y pintados en azul y rosado. El edificio central fue modificado en varios momentos, ampliándose tanto vertical como horizontalmente. Es decir, se trata de un complejo estructural conformado por siete edificios, uno levantado con adobes cónicos y tronco-cónicos unidos con barro y seis construcciones de piedra con mortero de barro. Probablemente, y por delante de la estructura central, se encontraba una plaza circular hundida; con relación a su construcción se estima, por diversos autores, que debe considerarse como obra ligeramente anterior a la ocupación principal de Chavín. De la construcción más antigua se conserva una cámara cuadrangular central, con los ángulos externos encorvados, cuya puerta de acceso muestra a los lados del vano, restos de una decoración pintada en forma de dos pumas que aparecen custodiando mágicamente la abertura, así como un atrio con dos recintos laterales rectangulares y con vanos adornados con relieves policromados. Hacia adelante, en el amplio escalonado frontal, aparecen dos peces de gran tamaño, uno a cada lado de la escalinata central, logrados en bajorrelieve, pintados en varios colores, probablemente del 1,500 a.C. El exterior y más amplio edificio, construido con piedras sujetadas con cuñas líticas y mortero de barro, se compone de dos muros: uno interno, el mismo que sostiene al segundo y exterior, formado por grandes bloques de granodiorita, procedentes del mismo Cerro Sechín, mostrando la superficie visible grabada con diversos motivos. El edificio pétreo, de planta cuadrada, con 51 m de lado,  encierra al anterior y más antiguo de barro, y ambos conforman una estructura de planta cuadrada, de esquinas encorvadas, orientado hacia los puntos cardinales, alcanzando verticalmente una altura aproximada de 4 m, con la entrada en escalinata abierta hacia el lado norte.

Hay además, cuatro edificios laterales, dos al este y otros dos hacia el oeste, separados por pasajes longitudinales que no han sido estudiados todavía. Las piedras labradas fueron trabajadas, según parece, sobre el mismo muro o en talleres cercanos, sin embargo, hay la sospecha que estos litos pudieran provenir de un edificio más antiguo, ubicado en la parte alta del Cerro Sechín. Pareciera haberse procedido a diseñar las figuras con carbón sobre la cara plana de la piedra, y luego, con el uso de cinceles y arena sirviendo de abrasivo, sobre esos trazos de color negro, se consiguió el bajorrelieve. Las piedras así ilustradas, se colocaron en el muro en una disposición de alternancia de una piedra grande seguida de dos o tres pequeñas, grande, pequeñas, grande, pequeñas que, en la práctica, circundan todo el edificio, cubriendo los cuatro lados de la estructura central. Se conocen más de 300 figuras representadas aquí, formando dos conjuntos bastante diferenciados: guerreros y despojos humanos. Los primeros, conforman un doble cortejo de personajes que parecieran avanzar desde el este y desde el oeste hacia la puerta de entrada al edificio, detrás de sus estandartes; las piedras pequeñas, muestran de común, diseños en forma de cuerpos humanos mutilados e incompletos: cabezas, brazos, piernas, vísceras, incluso colocadas descuidadamente en posición inversa o lateral. Es probable, entonces, creer que se ha representado una lucha cruenta entre varios grupos de ocupantes del valle, que concluyó con la muerte y el desmembramiento de los vencidos. Es claro además, que no se encuentran representaciones de personajes sagrados o míticos, son solamente figuras humanas, en un arte figurativo y expresionista que pareciera relatar un sangriento episodio del pasado, de un choque violento entre grupos antagónicos, probablemente ocupantes del mismo valle, enfrentados por la posesión de las tierras u otros motivo que no alcanzamos a conocer por ahora. Por cierto que también podemos pensar que todo ello no es otra cosa que un escenario mágico, en el que se amenaza estéticamente a ciertos vecinos a los que se les avisa que les puede ocurrir una seria desgracia si se enfrentan con los habitantes de Sechín y las fuerzas sagradas que los protegerían y que los haría vencer en cualquier evento de orden guerrero.

En el mismo valle de Casma, a poca distancia al sur de San Rafael, se encuentra Chanquillo, estructura que parece tratarse de un sitio fortificado, constituida por tres murallas de 8 m de ancho, concéntricas, de piedra rústica cara vista, asentadas con barro, ubicada en la cumbre de un altozano, cuyos accesos muestran dinteles de grandes troncos de algarrobo, presentando en la cúspide dos edificaciones circulares. Al respecto es bueno señalar que John Topic ha mostrado serias incongruencias tácticas en la construcción, si es que ella estaba destinada a usos militares como se ha venido sospechando, así los vanos no están adecuadamente protegidos, pues las portadas se abren hacia el interior y desde afuera, lo que señala que no era la intención tanto proteger sino que conformaban parte de una ideología que practicaba luchas como preparación  necesaria  –especialmente de los futuros gobernantes-, para alcanzar las condiciones físicas y mentales requeridas para la edad adulta de los miembros de la nobleza, rasgo que llegará hasta la época Inca, como puede especularse con las condiciones que muestra Sacsahuaman, conforme lo indicarían algunas crónicas. Sobre el borde de un barranco, frente a este edificio, se ubican 13 cubículos cuadrangulares, probablemente relacionados con observaciones astronómicas, especialmente de la secuencia calendárica de la luna.  Cerca de Cerro Sechín, y sobre el mismo promontorio rocoso en que se asienta este monumento arqueológico, se encuentra Sechín Alto, estructura piramidal construida en piedra granítica, de forma rectangular, conformada por tres plataformas supuestas, con un perímetro que alcanza a más de un kilómetro cuadrado. El material de construcción de los muros principales está conformado por adobes cónicos y piedras de gran tamaño, suponiéndose que es un  edificio de mayor antigüedad que la llamada “Huaca del Indio Bravo” de Sechín. La cerámica y las figulinas de arcilla cocida, que son semejantes a las halladas en Las Aldas y en otros centros precerámicos costeños, permiten suponer que Sechín corresponde a un período en el que Chavín está por consolidarse recién y aún perduraban manifestaciones de tiempos anteriores. Algunos estudiosos han señalado la similitud existente de Sechín con las piedras labradas de estilo olmeca, del período preclásico mesoamericano, como las que se encuentran en el interior de uno de los edificios piramidales de Montealbán, en el estado de Oaxaca, México, que se considera representan a sacerdotes u oficiantes “danzantes”, que probablemente sean algo anteriores a las fechas que se le están asignando a Sechín.

Estimamos que aproximadamente alrededor del 1,800 a.C. se difunde la alfarería en los Andes Centrales. La más antigua cerámica procedente del norte y centro del país, muestra formas de ollas sin cuello, ollas con cuello corto y tazas semiesféricas, con decoración incisa punteada, con brochados, líneas bruñidas y engobe rojo. En las etapas Kotosh-Kotosh y Kotosh-Wairajirca se muestran las mismas formas, pero más elaboradas, apareciendo al final del período botellas de cuello largo y cántaros de cuello corto. Los piruros y las puchcas, que se encuentran en cierta cantidad, indican la ya existencia de un desarrollo en la manufactura de hilos y tejidos. Siguen existiendo las puntas de dardo líticas foliáceas y aparecen las hachas en forma de T, así como macanas, torteros de piedra, ornamentos y espejos de azabache, junto con morteros líticos. La cerámica sirvió para la preparación y preservación de los alimentos, y además tuvo funciones ceremoniales, pues probablemente se constituyó en medio de identificación de las varias y diversas comunidades. La alfarería aparece también en las alturas, casi al mismo tiempo que en la costa, pero aparentemente con menos variedad de formas y de motivos decorativos.

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