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SALVEMOS NUESTRO PATRIMONIO. El Horizonte Temprano (Formativo) (2,000-500 a.C.)

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Por: Francisco E. Iriarte Brenner

El denominado Horizonte Temprano, es una etapa de realizaciones verdaderamente impresionante, en la que destaca el extraordinario dominio de la agricultura al que se alcanza, a los 2,000 años a.C. aproximadamente, con obras hidráulicas de envergadura tal, que generaron un evidente superávit productivo, lo que permitió sostener a una creciente población y que se desarrollase una organización social compleja, que absorbía esos excedentes, empleados para el mantenimiento de un buen número de especialistas dedicados a tiempo completo a la producción de cerámica, el tejido, el trabajo de los metales, constructores, escultores, sacerdotes, pintores, administradores, guerreros y otros, que impulsaron el dominio del hombre sobre su entorno natural. Se establecieron entonces, en diversos puntos del territorio andino central, densos poblados donde aparecen grandes construcciones sacralizadas, en torno a las cuales se desarrollarían las actividades del culto, pero también se perfeccionarán al mismo tiempo las técnicas hidráulicas, agrarias y ganaderas, así como las correspondientes a la producción artística, y surgirán por ello, extensos poblados relacionados –de un modo u otro-, con los centros rituales, muchas veces encerrados dentro de murallas que aislaban a la población del mundo exterior, probablemente más que por peligro de presencia de enemigos  reales, por consideraciones de orden mágico-religioso.

El desarrollo del proceso, a entenderse por los testimonios de los que disponemos ahora,  entraña una cierta centralización, así como variables regionales y/o locales, sobre los modelos generalizados para el territorio por el que se expande la cosmovisión Cupisnique-Chavín. El período está caracterizado entonces, por la presencia de formas estéticas emparentadas con criterios y técnicas que proceden aparentemente de Chavín, conformando lo que Kauffmann llama el “Movimiento Wiracocha”, por considerar que están vinculadas a la difusión del culto a ese personaje divino, deidad que puede ser identificado como Wiracocha u Onkoy, como sospechaba Tello, a partir probablemente de “misioneros” que llevaban el mensaje cultual a otras tierras, más o menos lejanas, relacionándose así las manifestaciones estéticas a un patrón fuertemente marcado por la presencia de este dios, que puede ser el personaje central de un culto agrario, de la fecundidad, identificable aparentemente con las corrientes de agua, personaje antropomorfo, pero con adiciones ornitomorfas, felínicas y ofídicas, visto comúnmente de frente, llevando en las manos sendos bastones, y portando sobre la cabeza un gran tocado de plumas (denominado a veces Dios de los báculos).

El centro arqueológico de Chavín de Huántar es un yacimiento que se encuentra en las faldas orientales de la Cordillera Blanca, en Áncash, provincia de Huari, a 3,185 m sobre el nivel del mar; el conjunto principal se ubica en una pendiente aterrazada que se extiende en el triángulo conformado por la confluencia de los ríos Mosna (Mariash) y Wacheqsa, que al unirse, forman el Puchka, tributario del Marañón. Chavín está constituido por una serie de edificios piramidales truncados, de más de 10 m de alto, además se encuentran plazas hundidas ubicadas frente a los edificios principales, mientras que las estructuras piramidales encierran en su interior una red de pasajes, recintos y escalinatas, construcciones a base de piedras cara-vista, que presentan algunos sectores estucados. Muchos de los muros estuvieron exornados originalmente, con figuras pétreas de personajes míticos en alto, plano y bajo relieves, que se colocaban como enchapando las paredes. Así mismo, aparecen piedras labradas en forma de cabezas humanas o antropomorfizadas, con un pivote o clavo posterior, casi a modo de gárgolas, que se encontraban en lo alto de las paredes externas, colocadas equidistantemente y en hilera horizontal, habiéndose conservado solo una de ellas en su sitio original. Otras obras líticas artísticas, aparecen conformando dinteles o eran piezas separadas de la arquitectura, como pareciera ser el caso de la llamada “Estela Raimondi” y también del denominado “Obelisco Tello”.

Siguiendo a Richard Burger, diremos, con referencia al conjunto monumental de Chavín, que: “… se encuentra ubicado dentro del sistema de drenaje del Pukcha, formado por los ríos Mosna y Huari, los cuales fluyen hacia el este desembocando en el río Marañón. Sin embargo, el destino final del Mosna en la Amazonía no se anticipa en Chavín, que es una típica comunidad de la sierra localizada a unos 3,100 msnm. Al oeste, Chavín de Huántar está bordeado por las escarpadas laderas orientales de la Cordillera Blanca. Las montañas que constituyen esta cordillera normalmente exceden los 5,500 m de altitud y se encuentran sometidas a la acción de los glaciares. Al este, una topografía similar está formada principalmente por laderas occidentales sin cubierta de hielo. La Cordillera Oriental, una cadena de montañas igualmente impresionantes pero más bajas, se inicia aguas abajo a lo largo del río Marañón…

“La Cordillera Oriental representa una barrera natural menor que no llega a impedir que la humedad proveniente de las tierras bajas de la Amazonía se dirija hacia el oeste; consecuentemente, el área alrededor de Chavín de Huántar cuenta con una precipitación generosa y segura. Entre los años 1971 y 1975 la lluvia anual osciló entre los 750 y 1,042 mm y llegó en promedio a los 856 mm. Esto es 79 mm más que la lluvia anual promedio en Huaraz, ubicado al otro lado de la Cordillera Blanca. Según los agricultores locales, la precipitación es ligeramente mayor e incluso más confiable en las laderas altas sobre el fondo del valle. De este modo, el área es muy apropiada para el cultivo de secano; no en vano Chavín de Huántar es conocido por la regularidad de sus cosechas…

“El área de Chavín de Huantar es efectivamente poco apropiado para la irrigación y sólo un 5% de la tierra cultivable se encuentra actualmente relacionada con sistemas de control de agua… No obstante, ventajosamente el sistema de riego permite iniciar las siembras tempranamente, minimizando así el temor a la sequía. Más aún, quienes practican la irrigación generalmente esperan conseguir dos cosechas al año. Sin embargo, tal estrategia sólo podría utilizarse en el fondo del valle y en las laderas más bajas, puesto que en las alturas las heladas con frecuencia destruirían la segunda cosecha. Esto se debe a que en los lugares más altos y consecuentemente más fríos las plantas necesitan mayor tiempo de crecimiento…

“El fondo del valle del Mosna, en el que se encuentra ubicado Chavín, es angosto. Así pues, si bien el área alrededor del sitio puede considerarse como una de sus secciones más amplias, ésta no llega a sobrepasar los 0.5 km de ancho. En la actualidad hay campos irrigados de maíz, alfalfa y huertas. El maíz se cultiva casi siempre con irrigación debido a su susceptibilidad a la sequía. Si bien en general la mayor parte de la tierra para el cultivo se encuentra en las laderas, rara vez se cultiva maíz en grandes cantidades en las laderas inferiores del valle, dada su vulnerabilidad a las heladas. La fuerte precipitación de lluvia puede romper los frágiles tallos si el maíz se cultiva en áreas de fuerte pendiente. Chavín de Huantar es elogiado por sus residentes como una de las mejores fuentes de papas en la sierra norte; mientras que el Callejón de Huaylas septentrional se considera más adecuado para la producción de maíz…  

“Chavín de Huantar está ubicado en la confluencia del Río Mosna y uno de sus afluentes, el Huachecsa. Ambos ríos se originan en los glaciares de la Cordillera Blanca, y su curso de agua es permanente. El Mosna y el Huachecsa son relativamente poco profundos en Chavín de Huantar, de manera que son utilizados para beber, bañarse o para el lavado. Además, sirven como sistema de desagüe de aguas residuales y desperdicios… En tiempos modernos, Chavín de Huantar y el resto de la sierra al este del Callejón de Huaylas han permanecido aislados de las corrientes principales den la sociedad peruana. Esta situación marginal es el resultado de un sistema de transporte inadecuado en el área, y de un bajo valor de intercambio de los productos agrícolas que se producen en el lugar. Esta área no siempre fue marginal. En tiempos de los Incas, el camino real norte-sur en la sierra fue construido sobre el lado oriental de la Cordillera Blanca y no en las laderas occidentales a través del Callejón de Huaylas… El área de Chavín de Huantar fue aún más importante durante el Horizonte Temprano, a juzgar por el número de sitios arqueológicos que se relacionan con Chavín es el drenaje del Pukcha, y por la influencia de Chavín de Huantar sobre un  área mucho más extensa…”

Hay que destacar que la imagen de un  felino moteado (otorongo, oscollo, onza, tigrillo), es aparentemente el motivo predilecto del arte de esta época. Figura trazada, de común, con líneas encorvadas, mezcladas en mayor o menor grado con formas antropomorfas y/u ornitomorfas, segmentadas o no, con un claro simbolismo, que incluso impacta a la vista como resultado de un “barroquismo” estético. A veces, el felino solo está representado o sugerido diríamos, por bocas atigradas de grandes dientes, de los que sobresalen los colmillos que se entrecruzan y cubren los labios de esas bocas monstruosas, situación que permite especular sobre lo que realmente se ha querido representar, pues los felinos -que sepamos-,  no muestran esta característica y no pareciera que se tratara tampoco de recuerdos míticos del denominado “Tigre-dientes-de-sable”, que ya era para la época, una especie extinguida mucho tiempo antes de la aparición de Chavín, y del que no creemos quedase recuerdo alguno en la época del Horizonte Temprano.

Es bastante común, de otro lado, la presencia más o menos constante de ciertos ornamentos, los mismos que suelen tener diseños  adicionados, como una figura en S y círculos, que probablemente pueden provenir de las manchas en la piel del otorongo, teniéndose en cuenta que este tipo de decoración se encuentra tanto en tejidos, como en elementos líticos o metálicos, y por cierto, también aparece en la cerámica típica del período. En la metalurgia de este tiempo,  se empleó, además del cobre, la plata, el oro y también aleaciones de oro y plata, así como de cobre y oro. Se martillaban los metales y se repujaban, creándose bellas formas decoradas, en brazaletes y otros adornos como los encontrados en Chongoyape (Lambayeque), área de gran tradición metalúrgica hasta épocas posteriores. Hay también de este período, objetos tallados en hueso, con diseños en las características formas Chavín; otros materiales presentan adecuaciones artísticas como los labrados en madera y sobre la concha de caracoles del tipo Strombus, como el hallado en terrenos del actual aeropuerto de Chiclayo.

Es interesante destacar que en el arte Chavín no aparecen sus principales proveedores de alimentos cárnicos: los camélidos sudamericanos y los venados, ello puede ser interpretado de diversas maneras, pero preferentemente se ha señalado que eso no es otra cosa que el resultado de la procedencia original de los artistas y ocupantes del área en la época, que habrían llegado desde la Amazonía, o desde la costa norte del país, por lo que las figuras que aparecen entonces, corresponden a la fauna original de esas áreas y no había por ello,  intención alguna de representar a los animales del área en la que se encuentran las estructuras templarias. Por ello, Burger llegará a decir: “… Los artistas de Chavín, en lugar de representar la flora y la fauna de la región, esculpieron inolvidables imágenes de caimanes, jaguares y águilas con cresta, muchas veces combinadas en formidables híbridos. Estos carnívoros son, respectivamente, los animales dominantes del agua, tierra y aire en las tierras bajas tropicales, y su entorno principal se encuentra muy al oriente en las selvas del Amazonas…”

Las galerías, que aparecen a modo de pasajes interiores dentro de algunas de las estructuras piramidales, recibían ventilación y una tenue luminosidad mediante ductos estrechos que comunicaban con el exterior de los edificios. En un cruce de estos pasajes internos se ubica el “Lanzón”, monolito esculpido representando un personaje mítico, de 4,53 m de alto, al que Tello ha identificado con Wirakocha u Onkoy, el que estaría también probablemente representado, aunque visto de frente, en la estela Raimondi; personaje que se comporta aquí –en el Lanzón- como un axis mundi, relacionando el mundo de arriba, con la superficie terrestre y con los espacios debajo de nosotros. Las distintas estructuras que conforman el complejo ceremonial de Chavín, pertenecen a diversas etapas, reconociéndose al menos, la que corresponde al “Templo Viejo”, edificio que sufrió dos ampliaciones y modificaciones, y que finalmente fue abandonado, al tiempo que apareció el “Templo Nuevo”, al lado del anterior, pero de mayores dimensiones.

Hacia el ala izquierda del conjunto se encuentra otra estructura piramidal rectangular, que se consideraba de tiempos muy posteriores,  la misma a la que hemos denominado “Pirámide Tello”, que nuestras propias excavaciones han demostrado que pertenece a la misma época que las construcciones del Templo del Lanzón, pirámide trunca que fuera usada masivamente por los posteriores ocupantes del área, los huarás, cuyas edificaciones cubrieron prácticamente a más antiguas estructuras. De otro lado, pese a tratarse evidentemente de dos etapas distintas, las correspondientes al Templo del Lanzón y al Templo de la Portada de las Columnas, se observa que las técnicas de construcción mayormente no variaron, sobre la base de levantar los muros externos con hileras de piedras delgadas, en pares, encerradas entre otras de mayor ancho hacia arriba y por debajo. En los monolitos y en la cerámica, de común de color oscuro, de ambas etapas, predomina la representación de personajes con grandes bocas atigradas, con los colmillos sobresalientes, a más de portar garras felínicas, con cabellos serpentiformes y plumas.

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