
En efecto, ahora es común apreciar esta última práctica en algunas iglesias como Santa Rita de Casia, en Miraflores, donde se ha instruido a los feligreses a reducir el abrazo de la paz al singular choque de codos, a fin de evitar al máximo el contacto físico y con ello un eventual contagio.
Igualmente, el sacramento de la comunión ha sido modificado, al menos en su forma de impartirse. Por precaución, ahora los sacerdotes no colocan la hostia en la boca del feligrés que va a comulgar sino que simplemente se la entregan en la mano.
Precisamente en una reciente reunión entre el ministro de Salud, Oscar Ugarte, y el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Miguel Cabrejos, se anunció la elaboración de una directiva de prevención del contagio que debía impartirse en todas las parroquias del país.
En tanto se concluye esa norma, algunas parroquias ya adoptaron sus propias medidas para reducir al mínimo el contacto físico durante las misas. En Arequipa por ejemplo, el acostumbrado abrazo ha sido reemplazado por una venia y la hostia es entregada en la mano.
El propio monseñor Cabrejos, en su condición de arzobispo de Trujillo, instruyó a los sacerdotes de esa arquidiócesis a distribuir la hostia de la comunión en la mano y sustituir el saludo de la paz por cualquier otro gesto.
Asimismo, pidió a los párrocos difundir en sus avisos todas las medidas de prevención dispuestas por el Ministerio de Salud para evitar el contagio de la influenza AH1N1.
El propósito de estas medidas es reducir el contagio pero también evitar la posibilidad de que, en un momento dado, considerando los niveles de expansión de la pandemia, la Iglesia Católica se vea obligada a aplicar una medida extrema como la suspensión de los oficios religiosos.