Por: José De Echave
Tomado de CNR
Cómo podíamos celebrar el pasado 5 de junio, el Día del Ambiente, en un país que amaneció precisamente esa fecha con los sucesos lamentables de Bagua. Casi dos meses de movilización en la Selva peruana ha evidenciado la incapacidad de un gobierno que no entiende la dimensión de las demandas y el debate propuesto por las propias comunidades: los decretos legislativos cuestionados buscan blindar un tipo de expansión de inversiones que carecen de mecanismos de control y superan largamente la capacidad que tiene la sociedad y el Estado de controlar y regularla en función del interés público. Eso lo saben y lo viven día a día las comunidades.
Los decretos tienen claros visos de inconstitucionalidad: algunos ya han sido derogados y otros como el 1064, ahora reciben el cuestionamiento de la propia Defensoría del Pueblo.
Cómo podíamos celebrar el Día del Ambiente el viernes pasado en un país donde se permite una situación como la que ha generado la empresa Doe Run en la localidad de La Oroya. Esta empresa se ha burlado de todo el país, incluidas las autoridades, los bancos, las propias empresas mineras, sus trabajadores y sobre todo la población de La Oroya. Algunos funcionarios públicos ya no aceptan tanta burla y han presentando sus renuncias. No es poca cosa lo que viene ocurriendo alrededor de este caso.
Es lamentable lo que pasa en el país. Es lamentable la violencia y las muertes de pobladores y policías. Es lamentable que salvo excepciones, como la de la Defensoría del Pueblo, desde el Estado no se aborden estos temas seriamente. Es lamentable el papel del Ministerio del Ambiente. ¿Alguien puede pensar que una ministra del Interior como Mercedes Cabanillas puede representar en estas circunstancias la cordura desde el gobierno y contribuir a establecer el diálogo.
También, indigna la desinformación de los medios de comunicación. ¿Quién manipula a las comunidades? se preguntan algunos líderes de opinión que ven los conflictos desde Lima. Visión profundamente racista que con descaro discrimina y que en concreto busca afirmar que los pobres son manipulables porque precisamente son pobres. Cualquiera que conoce un poco el país, que conoce precisamente a las comunidades, sabe que no es así. Sino que le pregunten a las empresas mineras y petroleras si es fácil manipular a los Achuar, a los Awajun Wampis, a los campesinos de Cajamarca, a los ronderos de Piura o a las comunidades de Cotabambas.
Definitivamente, el viernes pasado no podíamos celebrar el Día del Ambiente.