LA PUERTA DE LA HISTORIA. La historia también tiene sus “héroes”
Placa conmemorativa en honor a Marc Bloch quien murió fusilado por el ejército nazi el 16 de junio de 1944.

LA PUERTA DE LA HISTORIA. La historia también tiene sus “héroes”

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Placa conmemorativa en honor a Marc Bloch quien murió fusilado por el ejército nazi el 16 de junio de 1944.

Por: César Puerta Villagaray

Así como la astronomía tiene a Galileo Galilei y la química tiene a Marie Curie cada ciencia tiene sus héroes intelectuales. Ellos encarnan, en un sentido extremo, algunos de los ideales a los que aspiran los científicos: la entrega al trabajo intelectual, la coherencia con los principios asumidos y la capacidad de sacrificio por esos principios. Esos héroes intelectuales juegan un papel muy importante en sus disciplinas, pues brindan cierto sentido de identidad entre quienes las integran.

La historia no carece de historiadores que encarnen los ideales de la ciencia. Ella también tiene sus héroes siendo, sin lugar a dudas, Marc Bloch (1886-1944) el “héroe intelectual” por excelencia entre los historiadores y por esa razón es que resulta interesante recordar en qué radica la trascendencia de la vida de este historiador francés.

Una de las bases en que reposa la trascendencia de la figura de Bloch es el liderazgo intelectual que asumió en el giro que tomó la ciencia histórica en los años 30 y 40 del siglo XX. Tanto Marc Bloch como Lucien Febvre cuestionaron lo que ellos llamaban la “historia tradicional” y plantearon, la que luego sería conocida como la “nueva historia”. Febvre, también historiador, fue amigo y compañero intelectual de Bloch; ambos enseñaron en la Universidad de Estrasburgo y fundaron en 1929 la revista Annales, la misma que se convertiría con el tiempo en la publicación periódica, especializada en historia, más importante del siglo XX.

La crítica de ambos historiadores hacia la historia tradicional incidía básicamente en el gran peso explicativo que ésta le brindaba a la dimensión política, al excesivo protagonismo que adquirían los personajes “importantes” en la narración histórica y, sobre todo, a esa especie de “autismo académico” de los historiadores tradicionales con relación a las ciencias sociales y humanas. Como alternativa a esa historia tradicional, Bloch y Febvre plantearon una historia renovada, la cual debería buscar las explicaciones más en la sociedad y en la economía y no tanto en la política, una historia atenta sobre todo a los procesos colectivos antes que a los individuales y, además, una historia que estableciera una relación más estrecha con la geografía, la economía, la antropología y en general con todas las ciencias.

Esta nueva dirección que Bloch imprimió a la historia contribuyó en su consolidación como ciencia durante la segunda mitad del siglo XX. Es obvio que la influencia de Bloch y Febvre no fue la única que incidió en la maduración de la ciencia histórica. La moderna historia tiene una génesis multicausal en la cual han intervenido muchos historiadores, varias corrientes teóricas y diversas tradiciones intelectuales pero, definitivamente, el papel de los dos historiadores franceses es algo que no se puede soslayar.

No obstante, más allá de la parte racional de la vida y obra de Marc Bloch, puesta de manifiesto en el papel protagónico que cumplió en la renovación de la historia, existe otra base para su trascendencia que es la valoración positiva que la totalidad de historiadores hacen de la coherencia entre sus ideales y su vida pública y privada que mostró a lo largo de su existencia. Con todo, sería en la parte final del autor de La sociedad feudal, el momento en el cual esa coherencia sería sometida a una dura prueba.

Iniciada la Segunda Guerra Mundial, Marc Bloch se unió al ejército, sin embargo, luego de la derrota de Francia se integró a la resistencia, específicamente al Movimiento Unido de Resistencia, organización que luchaba contra la ocupación nazi, y asumió en la clandestinidad el nombre de “Narbonne”. Previamente había rechazado varias ofertas de instituciones académicas de los Estados Unidos para enseñar en ese país. Definitivamente para Bloch, el rescate de la patria en peligro y la lucha contra la locura encarnada por los nazis, eran los únicos caminos a seguir en compañía de sus principios.

Para Marc Bloch todo terminó frente a un pelotón de fusilamiento de la Gestapo el 16 de junio de 1944, pero ese mismo día también nació el “héroe intelectual” de los historiadores.

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