La medicina en el paraíso neoliberal

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Interesante visión de los casos de negligencia médica. Por Héctor Béjar. Gracias a ALERTA PERU

Los diarios se han explayado en recientes y dramáticos casos de negligencia médica.

Lo que hay detrás de esos casos es un conjunto de distintos elementos que los diarios ocultan:

Deterioro general del sistema de salud debido a falta de inversión pública. Instrumental viejo, infectado por el antiguo uso, salas de atención y operación pobladas de bacterias y virus. Hospitales en ruinas mientras se anuncia la construcción de otros que no funcionan por falta de equipamiento.

Introducción de sistemas de mercado en la gestión de salud: tanto vales, tanto pagas.

La salud pública ha sido privatizada mediante torpes e ingeniosos mecanismos: sabotaje al uso de medicinas genéricas, utilización de “services” en la limpieza y esterilización de los hospitales, la provisión de alimentos y la realización de análisis de laboratorio. Estos “services” se rigen por las leyes de la ganancia de grupos privados y no por normas técnicas.

Los médicos han dejado de ser los protagonistas del acto médico. Ahora son parte de un complejo sistema cuyo objetivo es ahorrar costos mediante la producción en masa. La salud ya no es un bien público sino un producto que se vende al cliente al menor costo posible. Esto se traduce en consultas de diez minutos como máximo en Essalud para asegurar la “productividad” de los profesionales; la extensión de los horarios de trabajo de los médicos sometiéndoles a un trabajo a alta presión en el MINSA; la limitación de las horas de cada operación quirúrgica en todos los hospitales; las realización de consultas a pacientes que no tienen historias médicas en el caso de los mal denominados “Hospitales” (no lo son sino consultorios) de la Solidaridad. El médico ya no dirige sino es una pieza de un sistema destinado a exprimir, no a curar, a los pacientes y ahorrar costos.

La formación de los médicos es cada vez más precaria. Si la carrera de medicina se hacía en nueve años al promediar el siglo XX, ahora se hace en cinco o menos. En vez de organizar sus propios hospitales como servicios públicos, las universidades privadas invaden los hospitales públicos para que sus estudiantes practiquen a bajo costo usando el precario financiamiento del Estado, y desplazando a los estudiantes de las universidades públicas. La formación humanista y ética característica del juramento hipocrático ha sido abandonada.

En la cúspide y el centro de este sistema despiadado están las compañías privadas de seguros. Quienes pueden hacerlo (los menos) pagan sumas altísimas a estas compañías para ser sometidos a un sistema de atención en serie con médicos que son obligados también a atender en serie. Las compañías se quedan con la mayor parte de los honorarios médicos. En el supuesto mundo de la medicina de mercado, el médico ha dejado de ser un profesional liberal para transformarse en un agente de service como cualquier vigilante callejero o mozo de restaurante.

¿Cómo asombrarse de que, en un mundo como éste, ingresar a un hospital público o privado signifique en todos los casos un riesgo de vida? Cuando algo falle, el médico será el responsable, no el sistema ni quienes lo han organizado y lo defienden.

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