Desolación, muerte y torpe arrogancia (Escrito hace 3 años y todavía duele)
Texto y fotos: Francisco Pérez García
Este artículo lo escribí hace tres años, al retornar de Pisco luego de hacer una cobertura del terremoto… 3 años después la desidia continúa y muchas cosas de este texto aún no cambian.
Mientras el sábado 18 de agosto “celebraba” mis 29 años de vida, me dirigía a Pisco, a cumplir con mis labores de periodista, conciente de que lo que iba a ver sería lamentable y deprimente, sabía que estaría en medio de la nada con tan sólo un par de teléfonos celulares que si estaban bien me mantendrían comunicado con Lima….
Y así fue, llegué a las 9 y 30 de la mañana, después de haber pasado todo el viernes en la carretera yendo primero a Ica, pensando que el panorama no sería tan desolador… pero sólo en Cañete la realidad me devolvía a lo terrible que resultó el terremoto del miércoles 15… la gelatina en que se convirtió del edificio en el que estaba el día del sismo, era nada comparado con la carretera abierta que me recibía, con las casas derruídas que lloraban su pesar, con las caras de la gente abandonada en la calle, en la plena calle, que reclamaba por un poco de comida, un abrigo…un vaso de agua.
El viernes, la noche me recibía en Ica, con un panorama entre doloroso y religioso, un Señor de Luren (que es el señor de los Milagros de allá), estaba en la calle recibiendo las loas de una población que requería en ese rato, un milagro, una gota de fe, para sentir que lo vivido era un sueño, una fea pesadilla que nadie quería pasar… que sus casas a la mañana siguiente serían las mismas y que sus familiares que hoy no están, sólo habían dado un paseo para retornar pronto…