
O por qué se hace necesaria la separación de una alianza sin bandera
Por: Laura Arroyo Gárate
Empecemos por lo primero: ¿alguien esperó que Gana Perú fuera una bancada cohesionada y ejemplar? Creo que no. Tal vez, el más optimista consideró más tiempo entre el inicio y la fractura de esta alianza, fractura que no se concreta pero que tiene ya algunos voceros que lanzan chiquitas (y algunas grandotas) al gobierno de turno. Pero que las puyas protagonizarían en algún momento la bancada oficialista era sólo cuestión de tiempo y no sólo producto del viraje (casi mutación) del presidente Ollanta Humala.
Debo discrepar con quienes afirman que la actitud de Mavila y Diez Canseco, por nombrar sólo dos casos, resulta “bruta” y “achorada”, adjetivos muy de moda. Creo, por el contrario, que al margen de las declaraciones, a veces crípticas, de estos personajes, una separación, aún si fuera sutil, entre los representantes de la izquierda más izquierda en Gana Perú, de la nueva línea del gobierno de turno, se hace necesaria.
Esta necesidad surge de la importancia de articular un discurso propio dentro de la bancada. Un discurso que, en buena cuenta, fue por el que votaron una mayoría de peruanos en las pasadas elecciones. Si en un inicio lograron que los uniera la figura de Ollanta Humala, ahora esa misma figura los separa. No puede haber una alianza cohesionada sin un discurso cohesionador. Con la “transformación” del presidente, no hay más ese discurso y, por lo mismo, no me extraña el eco de estas voces de reproche desde la bancada oficialista.
Pero a ellas habría que añadir una agenda particular. A fin de cuentas, la que iba a seguir el presidente Humala quedó en nada. La “hoja de ruta” tiene mucho de hoja en blanco y ha perdido la ruta, y lo único que le queda al sector de la izquierda dentro de Gana Perú es, si lo desean, preservar su condición de bancada oficialista pero con una actitud crítica desde cada escaño.
La verdadera pregunta entonces no es si está bien o no la fragmentación en Gana Perú, sino si les permitirán estar fragmentados dentro de la bancada. Si se les permitirá una actitud crítica o si serán castigados cada vez que en lugar de “chi cheñó” digan “pero». No olvidemos que el actual presidente, y el actual Primer Ministro, están acostumbrados a escuchar “amén». Cuentan por ahí que Daniel Abugattás también..
Aquellos que ven en la fragmentación una oportunidad de mantener su línea crítica, y su posición en contra de la nueva versión de Ollanta Humala, harían bien en desmarcarse del presidente por su viraje/mutación en temas específicos. No deben, por otro lado, atribuirle al nombramiento de Valdés como premier toda la responsabilidad. Este fue, en realidad, el punto final de un cambio de ruta que se ve casi desde que el presidente asumió el poder y poco a poco dejó de reclamar por agua, para reclamar por oro, dejó de decir “No va” para empezar a decir “va”, dejó, finalmente, de ser lo que prometió para convertirse en lo que prometieron los otros. El arte del engaño lo llaman algunos, la gran transformación, bautizan otros.
Pero que se podía esperar de una clase política en donde un partido organizado, según muchos, como el APRA (ojo, no soy aprista) apenas obtuvo 4 escaños.
Con partidos políticos así, sólo nos quedan políticos partidos. Chehade es un buen ejemplo.
Sé que no es el tema, pero creo que algo como el MOVADEF es producto de esta penosa situación política. Ellos (movadef), con su pensamiento gonzalo han hecho lo que los partidos no han podido hacer: calar en los jóvenes.
Lamentablemente, los jóvenes ahora son producto de chismes de farandula y concursos de baile.
Quedan más de 4 años para ver el desenlace de Ollanta y esperemos que de verdad, gane el Perú.