[OPINIÓN] El TPP y el cambio climático
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Por Paul Maquet

Con este artículo inicio una serie de reflexiones sobre el cambio climático, pensando en la cumbre global que nuestro país alojará en diciembre.

Hace algunas semanas salió esta información, que señala que la mitad de las emisiones de gases que causan el cambio climático han ocurrido en los últimos 25 años.

Pero hay una cosa que me ha llamado mucho la atención: se trata casi del mismo período que ha significado la multiplicación del comercio internacional como nunca antes en la historia, la firma de innumerables tratados de libre comercio, y el crecimiento económico notable que se ha producido en tiempos de la globalización.

En efecto, si vemos este cuadro:

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Podemos notar que desde fines de los 80, el comercio global se ha multiplicado por más de cuatro.

Veamos ahora este gráfico:

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Veremos que desde la misma época, las emisiones de CO2 también se han disparado. ¿Notan alguna relación?

En los años 90 ocurrieron dos cosas importantes, para el tema que nos ocupa:

–          Por un lado, se organizó la más importante reunión ambiental de la historia, la famosa Cumbre de Rio de 1992, donde ante la evidente crisis ambiental se firmó la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

–          Por otro lado, se impuso la “globalización” económica, que significó la apertura comercial, el neoliberalismo, en suma se consolidó la lógica de una orientación total de la economía hacia la exportación, dejando de lado ideas “obsoletas” como el mercado nacional y el “proteccionismo”. En ese marco, se inició la firma de innumerables acuerdos de apertura comercial, desde los que dieron nacimiento a la OMC (Organización Mundial del Comercio), el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), y los posteriores TLCs hasta llegar a la actual negociación del TPP (Acuerdo de Asociación Transpacífico).

La pregunta se cae de madura: ¿por qué si en 1992 ya la humanidad disponía de toda la información científica necesaria para entender que las emisiones de CO2 estaban causando un efecto invernadero, y por ello se firmó un acuerdo internacional para reducirlas… en los siguientes 20 años se emitió el doble de gases que en los 200 años anteriores?

La respuesta también se cae de madura: precisamente en esos mismos años, se iniciaba un boom económico petróleo-dependiente. ¿Cómo se mueven los barcos y aviones que transportan baratijas de un continente a otro? En una economía deslocalizada y maquiladora, ¿cómo se transporta el cobre de Perú a China, cómo se transportan las piezas electrónicas de China a México, cómo se transportan las piezas de plástico para ensamblar cualquier producto de consumo? ¿Con qué energía se ensamblan y fabrican esas piezas? ¿Y cómo se transporta este producto a sus mercados finales?

Lo que llamamos “globalización” es una fantasía que depende del petróleo, energía que todavía es relativamente barata, segura y transportable. Si por cualquier motivo no pudiéramos usar más petróleo para mover barcos y aviones, nos veríamos obligados a regresar a aquellas “obsoletas” ideas de “mercado interno”. Si hablamos en serio, la única política seria para enfrentar las causas del cambio climático está en consumir la producción local y dejar de desperdiciar energía.

Esta paradoja se repite a cada paso: se firman hermosas declaraciones ambientales sin ninguna fuerza legal, y al mismo tiempo se firman agresivos acuerdos comerciales de cumplimiento obligatorio. Pesa más la economía que La Tierra. Mientras un ámbito implica gastos e inversión de largo plazo (pues requiere un cambio tecnológico y cultural de gran alcance para generar un modo de vida sostenible en términos ambientales), el otro ámbito implica grandes ganancias en el corto plazo (pues implica facilitar oportunidades de negocios internacionales).

Hay un error bien marcado al centrar la crítica frente al cambio climático en las compañías petroleras. El petróleo es el causante principal y directo del cambio climático, cierto: pero las compañías petroleras tan solo proveen gustosas la droga que la economía necesita para funcionar bajo las actuales reglas de juego.

Actualmente, el Perú está negociando el TPP con otros once países de la cuenca del Pacífico. Según las revelaciones de Wikileaks, estamos repitiendo nuevamente el mismo fatal error: mientras los capítulos de inversiones, propiedad intelectual y acceso a mercados son agresivos y ambiciosos, el capítulo ambiental no garantiza nada pues es de cumplimiento voluntario. La receta perfecta para seguir haciendo crecer el comercio a costa del ambiente.

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