Pilar Coll, afectada por la Guerra Civil Española, llegó a nuestro país y se dedicó a la labor de la defensa de los que menos posibilidades tenían de ser atendidos. Para Pilar Coll, una persona podía perder su libertad, pero jamás su dignidad y su derecho a una vida digna en medio de las deficiencias del sistema penitenciario.
“El que mataran a mi padre –eso me marcó, ya que lo sufrí en carne propia– y a familiares cercanos me enseñó a no hacer distingos entre ideologías, me empujó a una vocación por defender a las personas a quienes les vulneran sus derechos. Hay que ser menos nosotros y más ellos”, contó en algún momento.
Su vocación de servicio y sus ganas de apoyar siempre, le valieron un reconocimiento muy particular que en vida nunca quiso aceptar, tal como lo señaló la alcaldesa de Lima, Susana Villarán al otorgarle la Medalla de Lima ·Quise darle esta medalla en vida, pero ella siempre me decía “hay personas más importantes e interesantes en la ciudad para recibirla” y tenía razón, ella es una de esas personas importantes”, comentó la alcaldesa.
Por su parte el ministerio de Justicia y Derechos Humanos emitió una resolución ministerial reconociendo el trabajo realizado por Pilar Coll.
Hasta el último día que pudo caminar, Coll Torrente continuó con su labor en los penales, por eso recibió el homenaje en Santa Mónica. Hace unas semanas estuvo en la inauguración de la muestra «La Cantuta en nuestra memoria», participó también en la ceremonia de entrega de certificados del Registro Único de Víctimas (RUV) en Lima, a los afectados por la violencia política en el marco del aniversario de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.