A la espera de un milagro…que lo lleve a Palacio
El fundador de la Universidad César Vallejo se cree fijo ganador en las elecciones del próximo abril

A la espera de un milagro…que lo lleve a Palacio

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Sube como la espuma y la raza lo celebra. Tras la súbita llegada al tercer puesto (9%), se disparan las posibilidades de César Acuña, líder del APP, para llegar al banco presidencial y los adeptos a su cátedra pomposa confían en la ansiada victoria del profeta del norte.

El fundador de la Universidad César Vallejo se cree fijo ganador en las elecciones del próximo abril
El fundador de la Universidad César Vallejo se cree fijo ganador en las elecciones del próximo abril

Tony Tafur

 @TonyTafur 

Sin embargo, el ‘Kennedy del Norte’ – como se autodenomina-, es uno de los tantos aventureros políticos que de forma sorpresiva consiguió tierra fértil para ganarse un nombre y, quizá, la conquista inesperada de la corona presidencial. Tal es el caso de Alberto Fujimori, Susana Villarán y Ollanta Humala, outsiders de estos últimos 20 años.

No sabemos si gane por medio de métodos perniciosos o por una estrategia ocurrente o, simplemente, por descarte. Dejaremos el futuro a las conjugaciones del azar, pues, un país que se hunde en ferviente sed de populismo puede terminar cayendo en nuevas redes. La experiencia nos advierte que no hay cadena alguna que retenga la llegada de César Acuña al primer lugar. Al fin y al cabo, esta es la democracia. Si las zonas mayoritarias optan por el líder apepista, los escépticos políticos fieles a su estilo solo prolongarían su desatención a un país ajeno a sus verdaderas necesidades de crecimiento. Solo queda esperar y evaluar las verdaderas intenciones.

EL COMIENZO DEL FIN

El imperceptible y fulgurante allego del ‘dictador’ por medio de la simplicidad propagandística de “Honradez, Tecnología y Trabajo” a las masas peruanas y la construcción de colegios naranjas en la punta de los cerros concibió su protagonismo, como el enemigo directo de Mario Vargas Llosa, ex líder de FREDEMO, quién fuera declarado como invencible candidato a las elecciones presidenciales de los 90’.

Sin embargo, ese no fue el final, pues, la alianza con Vladimiro Montesinos, ex asesor de Fujimori, sus paseos populistas – con sus viajes en tractor – y la oportuna embestida del ‘chino’ en pleno match electoral, después de la primera vuelta, contra el líder del Frente, al mostrar un periódico (El Ojo) que indicaba de forma prematura, la enigmática victoria del escritor. Lo cual, desmoronó la confianza de los electores al escritor, dándole el camino libre al símbolo del ‘cambio’ que, Alberto Fujimori representaba, para posteriormente concebir una década llena de tragedias, atentados y atropellos al Perú.

ERA LA NUEVA ESPERANZA

Susana Villarán, no era la candidata favorita y nadie vaticinaba su victoria a la alcaldía de Lima, pues, su desconocida procedencia tanto personal, como política, eran fuertes facultades para ser ignorada por los medios. Sin embargo, la ex burgomaestre ganaba atención en las elecciones municipales por dos motivos secuenciales, la salida abrupta de Alex Kouri y la vaga presentación de una Lourdes Flores que estaba en decadencia.

La retórica que practicó con ‘La ciudad para todos’ creaba en las mentes limeñas una imagen más renovada y, sobre todo, novedosa para su desarrollo sostenido. Además, su incursión basada en el fierro y el cemento, con respecto al trabajo urbano en los hacinamientos que había en la capital, quizá, con la intención de avasallar toda obra realizada por Castañeda, elevaba sus posibilidades.

También, tomar la calle por asalto, ir a las zonas más recónditas y desprestigiadas de la capital fue otro aliciente. Generar una fuerte alianza con los sectores juveniles y pobres, concibió proyectos conjuntos. Sus tácticas comunicacionales llegaron a generar tal expectativa que, al final, le condujo a la ansiada Alcaldía de Lima. Esta, había sido, la nueva consagración de una imagen renovada para una capital en aprietos.

UN CAUDILLO EN PRIMERA FILA

Ganar por descarte en las elecciones presidenciales en junio del 2011, fue el evidente déficit participativo de nuestros postulantes. Pudo más el miedo a una dictadura empedernida en el poder que, un posible ejercicio ‘chavista’. Así de aparatosa fue la llegada de Ollanta Humala al asiento presidencial, tras una serie de metamorfosis que, crearían intriga en la opinión pública.

Desde la camisa roja, hasta la camisa blanca. Desde su soberanía, hasta la dependencia. Su conexión con la atmósfera venezolana, fue el paso inicial de su llegada a la óptica nacional. Impactar con el origen miliciano de Ollanta Humala, diagnosticaba el advenimiento de reformas, privatizaciones, censuras y más, creando toda clase de rechazo a su aparición. Sin embargo, el rugido de la democracia lo colocó como única opción, nadie quería -ni quiere-el retorno del fujimorismo. Esto como una especie de amnesia, crea una acción anestesiada el día de la votación, en la segunda vuelta, venciendo por cuatro puntos de diferencia (52,7% contra un 47,3%) a su antagonista, Keiko Fujimori. De esta manera, un outsider volvía al poder.

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