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Imagen clásica de fujimoristas dogmáticos defendiendo a su líder / Foto: La República
Imagen clásica de fujimoristas dogmáticos defendiendo a su líder / Foto: La República

Por: Francisco Pérez García

Hace unas horas, me enfrasqué vía Twitter en una discusión con una seguidora a ultranza del fujimorismo. Una ciudadana como tú o como yo que tiene, felizmente, la posibilidad de expresarse libremente a través de las redes sociales sin que nadie la censure ni tenga que salir corriendo del país simplemente por opinar.

Como muchos podrán deducir, la conversación se enfrascó en lo poco o mucho que deben predicar los fujimoristas (digamos los políticos fujimoristas para que no piensen que generalizo) sobre temas en los cuáles no han mostrado ni la más mínima coherencia para venir a querer dar cátedra sobre ello.

Como muchos podrán deducir, el tema principal fue el aterrizaje forzoso de Martha Chávez en el congreso con su fallido intento de querer presidir una comisión que (todos pongan cara de admiración) analizaría la política de derechos humanos en el país y que según doña Martha investigaría los detalles de la «perseguidora» y «sesgada» Comisión de la Verdad.

Como ya sobre esto se ha dicho mucho y ya casi con hartazgo hemos mostrado, los que estamos en contra de Chávez (Martha) el porqué nuestro desacuerdo con que la señora congresista intente acercarse al tema de derechos humanos, pasaré a comentar rápidamente el tema que me animó a escribir.

Y es que, hace unos días, nuestro buen amigo y columnista Roberto Bustamante, reafirmaba una teoría sobre lo desgastante y ocioso que resultaría debatir con los fujimoristas, casi tanto como lo sería hacerlo con los seguidores terroristas del MOVADEF y creo que hasta agregó con los católicos a ultranza (quien escribe esto es católico pero no fanático y «peca» en no cumplir con los sagrados deberes de un buen cristiano, que es ir a misa, comulgar y otras perlas más)

Y es que refrendando lo que dice el buen amigo «morsa», es tan ocioso el tema porque en todos los casos, el dogma se convierte más que una motivación, en un escandaloso obstáculo para poder debatir con argumentos.

Todo empezó porque comenté que me parecía estrambótico y casi risible que un fujimorista como el parlamentario Octavio Salazar, hable de la desactivación del grupo que iba a presidir Martha Chávez, como un veto, un abuso y una muestra de intolerancia.

Mi «pecado» fue decir que me pareció incoherente que un fujimorista hable de eso cuando en los 90 fue la moneda común del régimen del reo Alberto Fujimori y su secuaz Vladimiro Montesinos. Si no opinabas como ellos: Censura, bullying mediático, aislamiento, en algunos casos desaparición y a otra cosa.

El debate se enfrascó en que como Martha y Salazar son fujimoristas, estaba mal todo lo que hacían y por eso los criticaba. Intenté de mil formas (tuits) hacer entender a la señorita en cuestión que el asunto iba más allá de una bronca personal. Lo que quería demostrar es que no puedes andar predicando de algo que precisamente te falta o sobre lo cual prácticamente te has pasado por encima.

La coherencia es un don del cual carecen los políticos, (muchos de ellos) entonces no puedo venir a hablar de defensa de los derechos humanos, cuando toda mi vida me la pasé defendiendo a un par de criminales que cometieron delitos contra, precisamente, derechos humanos (y uno de ellos está preso por ello) ni tampoco puedo dar doctrinas sobre seguridad ciudadana cuando mi mayor mérito como ministro fue: ATRAPAR A UNA BANDA DE PISHTACOS y promocionarlo a nivel nacional.

Es eso lo que le recrimino a Martha Chávez. Es por eso que me irrité cuando la señora empezó a dar batalla por el tema y a esgrimirse como la defensora de los derechos humanos, en especial de su líder PRESO POR CORRUPCIÓN Y DELITOS DE LESA HUMANIDAD.

Pero claro, en el debate tuitero, nunca me entendió eso, sino que insistió que era una cuestión personal por sólo ser fujimorista. Tal vez no lo entienda nunca, tampoco busco cambiar a nadie, es su derecho pensar así, pero si me da «cosa» (como diría el doctor Chapatín) cuando el dogmatismo no te deja razonar y sólo ves fantasmas en todos lados en vez de ver la indignación real de personas que, lamentablemente (o afortunadamente) no piensan como tú quisieras que piensen.

Que los fujimoristas vivan creyendo que su jefe es un mártir, allá ellos, pero que no nos quieran venir a dar lecciones de honradez, derechos humanos y transparencia, menos aún de democracia, cuando su régimen fue autoritario, corrupto y asesino. Así de simple.

Bonus Track

A propósito de «debates» con fujimoristas, me acordé de esto en plena campaña del 2011 que surgió a raíz de este encuentro con una fujimorista barrabrava.

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Por Spacio Libre

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