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Por: Francisco Pérez García

Disculpen la malcriadez, pero no sé si los Fujimori creen que somos o muy cojudos o demasiado ingenuos. Ese pedido de indulto y toda la manipulación generada a corto plazo para hacernos creer que el señor Alberto Fujimori merece el indulto por estar gravemente enfermo es sólo una movida más de un grupo político, o más bien de un grupito o peor aún un duo exclusivo conformado por el preso y su hija Keiko, para generar una plataforma política que permita a cualquiera de los dos obtener réditos políticos dentro de una permanente campaña presidencial.

Y digo que es sólo el dúo porque no hay que ser demasiado genio para darse cuenta que el pedido del indulto y todas las movidas que se generan en el fujimorismo no son hechas si es que la excandidata no define el panorama con su padre. El caudillismo de Keiko es notorio, incluso por encima de su hermano Kenji que parece (sólo parece) el principal saboteador de las ideas y acciones de su familia natural y política (recuerden quien cogió la flor de Humala para pedir el indulto, en vez de fijarse en los supuestos insultos del mandatario hacia el exdictador)

Volviendo al tema del indulto, los Fujimori argumentan razones médicas y la posibilidad de que un cáncer se lleve de este mundo a su padre. En la víspera, Henry Pease, recordó que él tiene cáncer desde hace 20 años y que aún sigue aquí. Si Fujimori fuera un preso común como cualquiera que está en Castro Castro o Lurigancho, se entendería la preocupación de los cuatro hijos, pero hay que recordar que este señor preso por violaciones a los derechos humanos, goza (por no decir lo menos) de una prisión muy particular: está sólo en una celda que parece un pequeño departamento, tiene acceso a libros, visitas privilegiadas, un jardín que sale a cultivar y cuidar cuando se le place, cada vez que se descompensa es sacado de inmediato sin mucho trámite a una clínica carísima en la ciudad (que dicho sea de paso, ¿quién la paga?) y otras gollerías más. Es decir, tiene todas las facilidades que cientos, miles de presos enfermos y desahuciados no tienen.

Keiko y su padre, saben que le están dejando una bomba latente a Ollanta Humala con el pedido del indulto, algo con lo cual apretarlo cada vez que puedan. Aunque el presidente ha tratado de marcar distancias diciendo que la década de Fujimori fue la más funesta de la historia, será más que interesante ver como su bancada se comporta en el Congreso y si en verdad hacen un deslinde serio con la corrupción y la criminalidad del fujimorismo y se dejan de matices como el de
Victor Isla que coqueteó descaradamente con el indulto.

Cuando Fujimori fue sentenciado, los familiares de las víctimas lloraron, descargaron una impotencia contenida por 20 años, porque al fin se les había hecho justicia, con qué cara le podrán decir ahora los que abogan desde el oficialismo por el indulto que esa justicia tendrá que ser borrada de un plumazo de firma del presidente.

Los fujimoristas piden un trato humanitario, ¿qué más humanitario quieren que sea si el reo tiene todas las gollerías arriba descritas? ¿Fue humanitario Fujimori cuando ordenó la creación de Colina y justificó todos sus crímenes? Nada más eso valdría responder.

Y aquellos que hoy desean una colecta para pagar la reparación civil de su líder preso, ¿bajo qué lógica actúan? ¿Tanta es la desfachatez que son capaces de pedir que se le devuelva su pensión de expresidente a Fujimori? ¿Olvidan que es un preso y que cuando alguien va preso pierde esos derechos económicos? ¿O algún preso común recibe tranquilamente su pensión o sigue ganando su sueldo? Insisto en la pregunta ¿creen que somos cojudos? Fujimori debe cumplir su sentencia, no está demostrado que su mal sea mortal, tiene todos los cuidados del mundo para ser protegido y tratado. Es demasiado cálculo jugar con la enfermedad de un padre para seguir arrastrando como un ganado a todos aquellos que hasta hoy siguen jurando que el de Fujimori fue el mejor gobierno que tuvo el país.

El indulto sería, qué duda cabe, un insulto. No sólo para las víctimas de los crímenes cometidos bajo el mandato de quien se autodenominó “Chinochet”, sino para todos aquellos que creímos que la justicia se había encargado de poner las cosas en su sitio. Es un hecho que los fujimoristas desde ese momento se quedaron con “la sangre en el ojo”, pero de ahí a querer convencernos que el indulto es justo es demasiado.

Señor presidente Humala, en su famoso juramento por la democracia usted rechazó cualquier acercamiento con la dictadura de los 90… por si no lo recuerda

Democracia o dictadura es nuestro dilema. Dictadura con todo lo que ésta significó entre 1990 y el 2000: permanencia inconstitucional en el poder, corrupción generalizada, control de las instituciones, compra de medios de comunicación, violaciones innumerables de derechos humanos, vínculos con el tráfico de drogas y de armas, persecución de opositores y demás arbitrariedades y abusos propios de todo régimen dictatorial, como el que vivió el país y ahora se pretende reinstaurar.

El primer paso para esa “reinstauración” es darles en el gusto indultando a su líder. El indulto es un insulto. No al indulto.

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